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𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟗: 𝐋𝐨𝐬 𝐞𝐬𝐜𝐨𝐫𝐩𝐢𝐨𝐧𝐞𝐬 𝐲 𝐞𝐥 𝐒𝐨𝐥
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Víctor y Delilah se acercaron a la directora, quien los recibió con una tierna sonrisa
Gracias a Elizabeth, la joven consiguió rellenar el apartado INOM de su matrícula. Estos eran una especie de educación voluntaria mágica, a la cual Delilah no había asistido por obvias razones.
Sin embargo, la señora Adra no conocía a que se refería el apartado de elección de módulos, por lo que los dos adolescentes decidieron buscar a alguien más que los ayudase.
Delilah propuso buscar ayuda en la familia que pareciese más agradable. Para su mala suerte, la gran mayoría de los presentes llevaban unas joyas y vestidos que denotaban una clase muy superior a la de ambos, muchos incluso habían mirado a Víctor con desprecio al pasar. El joven se sentía avergonzado, por lo que se negó a entablar conversación con ninguno de los ellos. Es por esto que se terminaron acercando a la directora, la señora Mynge y explicando su situación.
Víctor no era realmente un brujo jarantino, pero conocía tan poco de aquel mundo como ella. Su abuelo había sido el primero con magia de su familia. El hombre falleció sin conocer esto, por lo que no lo supieron hasta que un espía ibarante los reconoció como brujos.
—Esperad un segundo —comenzó a decir la directora Mynge preocupada—, no se me informó de que había jarantinos este año —le regañó al vicedirector en voz baja, pero los dos jóvenes lograron oírlo—. Voy ahora mismo a por un especialista —comentó con ansiedad la mujer—, aunque el tiempo... —estaba mirando su reloj de bolsillo cuando una chica pelirroja la interrumpió.
—No se preocupe directora Mynge —expresó con confianza y seguridad una chica pelirroja que había aparecido a su lado—, nosotros se lo explicamos rápidamente, no tiene que llamar a nadie.
—Si insistes querida —se dirigió a ella con su dulcura maternal característica—, os veo en el baile.
Víctor se estremeció al oír la palabra baile. Al haber tenido que trabajar en el campo desde niño, Delilah podía comprender que nunca hubiese asistido a uno.
—Soy Diana Sheridan —se presentó enérgicamente y le tendió la mano a Delilah. Señalando detrás suya, con la misma energía y voz aniñada, añadió:— y él es Astro Babineaux.
Víctor y Delilah se presentaron de igual forma.
La joven había visto a Astro y a Diana tumbados en el césped, cuando aún tenía en mente la idea de pedirle ayuda a alguien, de hecho, hasta se lo había comentado a Víctor, pero este se negó al contemplar las joyas que adornaban el pelo corto de la pelirroja y los detalles de los abrigos de ambos. Ambos llamaban mucho la atención por no mantener los estrictos modales de la gran mayoría de los allí presentes.
Diana llamaba mucho la atención, sobre todo al lado de Astro. La chica era delgada y baja, medía un par de centímetros menos que Delilah. Su piel era blanca con un subtono rosado y tenía algunas pecas no perceptibles a simple vista. Su nariz respingona y redonda le daba un aspecto elegante y, a su vez, contrastaba con su mandíbula cuadrada. El pelo la joven era muy llamativo, pues era muy corto, comparándolo con lo común en Paralia, le llegaba a la altura de la boca. La mitad superior de su cabello estaba recogido con dificultad y adornado con perlas y joyas verdes, moradas y amarillas, que resplandecían a la luz de las farolas, estos mismos colores predominaban en su sobre decorado abrigo.
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-𝐋𝐚𝐬 𝐁𝐫𝐮𝐣𝐚𝐬 𝐝𝐞 𝐏𝐢𝐜 𝐋'𝐈𝐧𝐟𝐞𝐫𝐧-
FantasyDelilah solo piensa en salir de ese pequeño pueblo en el que está atrapada desde hace 15 años. Tiene dos opciones: casarse con un extranjero o ser enviada a un convento. Ninguna le parece lo suficientemente buena, ninguna la va a hacer feliz. Sin em...