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𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟑: 𝐃𝐢𝐬𝐩𝐮𝐭𝐚
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Escribió: "Para mi estimada amiga, Victoria Tarongí".
Delilah suspiró y miró hacía el sobre abierto que yacía a su izquierda: una carta del señor Ballester.
La carta había sido enviada la mañana anterior junto a un ramo de dalias azules. Para su suerte, la señora Prats se encontraba fuera cuando el regalo y la carta llegaron, de no haber sido así, la mujer hubiese insistido en leerla. Delilah le encargó a su doncella que se deshiciese de las flores.
Una vez a salvo en su cuarto, la joven se dispuso a leer lo que el señor Ballester tuviese que decirle. Era un intento de disculpa por sus palabras y acciones. Llegó a sentir pen por él mientras leía que tan arrepentido estaba. Sin embargo, su odio hacía él resurgió cuando leyó las últimas líneas de la carta:
"Le ruego con toda mi alma, por mucho que me deteste, que por favor asista al baile del sábado en Celdecords. Tal vez podamos usted y yo conocernos mejor y pueda reconsiderar mi propuesta, que le recuerdo aún sigue en pie."
Definitivamente no sabía aceptar un no por respuesta.
Esta carta había sido el incentivo que la joven necesitaba para ir a hablar con su padre sobre lo ocurrido en el parque.
Tras de su charla, Delilah había llegado a la conclusión de que el señor Ballester no era malo, tan solo era el tipo de hombre que está demasiado obsesionado con encontrar el amor y tal vez un poco insistente. Digno de ser el protagonista de una novela romántica. No podía culparlo por haberse enamorado de ella, pero si podía odiarlo por no aceptar su decisión.
El señor Prats había concordado con su hija, el señor Ballester no parecía un mal hombre, para muchas podría ser el marido idóneo, pero no era el indicado para su Delilah.
El problema yacía en la señora Prats, quien estaba decepcionada por el hecho del que el señor Ballester no los hubiese visitado todavía.
—Te lo propondrá el sábado, no te preocupes —decía, como si aquello fuese la mayor preocupación de su hija, cuando en realidad era la suya. Delilah miraba a su padre, en busca de que el hombre interviniese para contarle la verdad, pero el señor Prats se encogía de hombros. La joven lo entendía, nadie quería lidiar con la reacción de la señora Prats.
Delilah dejó de mirar el sobre abierto sobre su escritorio, para volver su vista la carta que le escribía a su amiga Victoria. Comenzó a escribir:
"Un favor he de pedirte, aunque puede decirse que en este más ganarías tú que yo. En el caso que lo aceptes.
Como bien sabes, he recibido una invitación de convite para el baile que da el señor Ballester este sábado 18 de julio. Lamentablemente, por motivos personales, no podré asistir al baile. Sin embargo, he decidido cederte esta invitación a ti, mi adorada amiga, Victoria Tarongí, pues considero que tus ilusiones son iguales o superiores a las mías.
Estoy convencida de que los invitados al baile caerán rendidos a tu elegancia y gracia y afirmo con seguridad que al acabar la noche tendrás más de una propuesta. Entre las cuales estará la del señor Ballester, un hombre bueno y apuesto que no podrá evitar enamorarse de ti. Soy consciente de la estima que en secreto le guardas y ambos seréis muy felices juntos y formareis una hermosa familia.
Puede ser que en estos momentos, mientras lees esto, pienses que he perdido la cabeza y que lo que escribo es una mera fantasía. Pero siempre puedes comprobar si mis suposiciones son ciertas yendo al baile. Así podrás decirme que tenía razón y agradecérmelo después con una humilde mansión de tres plantas en Celdecords para mí sola.
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-𝐋𝐚𝐬 𝐁𝐫𝐮𝐣𝐚𝐬 𝐝𝐞 𝐏𝐢𝐜 𝐋'𝐈𝐧𝐟𝐞𝐫𝐧-
FantasyDelilah solo piensa en salir de ese pequeño pueblo en el que está atrapada desde hace 15 años. Tiene dos opciones: casarse con un extranjero o ser enviada a un convento. Ninguna le parece lo suficientemente buena, ninguna la va a hacer feliz. Sin em...