Capítulo 9: La sangre del vampiro.

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El atardecer caía, Alucard permanecía serio y mantenía los ojos cerrados, aunque el ceño ligeramente fruncido; por parte de Hanzel, quien observaba el camino detrás de ellos con las piernas colgando miro sobre su hombro a Alucard. El sol le pegaba ligeramente el rostro, el atardecer hacia que el carruaje fuera 2 veces más caliente.

—¿Cómo es que no te quemas...?—se corrigió Hanzel—. No, ¿Cómo es que no... Bueno, no mueres?—arqueo una ceja

Alucard abrió un ojo, seguido de ello llegó un pensamiento hacia ________; «¿Quiere que muera?» era la voz de Alucard, ella se desconcertó, su cara debió demostrarlo, ya que Alucard se sorprendió también.

—. No quiero que mueras.—respondió al instante Hanzel—. Solo, tengo curiosidad.—dijo volteandose hacia Alucard

Ambos se quedaron observando, Hanzel se reincorporo sentándose frente al vampiro.

—. Venga, este camino es largo y seremos compañeros de combate, ¿No?—ella ofreció su mano

—¿Has cambiado de opinión?—Hanzel negó ante la pregunta de Alucard—: Me lo imaginada.—añadio con un aire de ironía.

Hanzel hizo una mueca, bajo la mano pausadamente hasta que Alucard se la estrechó.

—. Soy hijo de un vampiro y de una humana—comentó, vio ese peculiar brillo que se le formaban en sus pupilas de la chica—. Por lo tanto, soy mitad vampiro y mitad humano.

—¿Tienes alguna dieta acaso?—inquirió la rubia, fascinada

Alucard no soltó su mano, añoraba sentir ese calor humano. Hanzel tenía ese algo, que, a pesar de desconocer la mayoría de su persona, le brindaba luz a su visión tan lúgubre.

—¿Y tú?—inquirió—¿Cómo has aprendido la magia?

Hanzel se ruborizó, aquella pregunta era tan simple pero al mismo tiempo, tan íntima. Sobre todo, por la manera en que Alucard la miraba, le intimidada y al mismo tiempo, le encantaba que él le diese toda su atención.

—¿Que eres?—añadio el rubio en un murmullo apenas susceptible

Ella apretó los labios, Alucard se había familiarizado lo suficiente con ella como para saber que cada que hacía eso, era para retener información.

—. El rey me adoptó—hablo Hanzel, ella miro su mano entrelazada con la de Alucard—. Tengo muy pocas memorias de mi verdadera familia o mejor dicho, no tengo.—Alucard cerró los ojos con recelo

—¿Desde que edad?—cuestionó Alucard

—. Desde los 6 años ... Quizá.—Hanzel negó ligeramente—. No... Lo tengo claro. Solo recuerdo...

«Guerra.»

—¿"Guerra"?—repitió Alucard pero estuvo casi seguro de haber escuchado la voz de Hanzel en su cabeza

Su mano fue resbalando de la de Alucard.

—. Estoy cansada, dormiré antes de que toque nuestro turno para manejar.—espetó Hanzel

Ella se alejó de Alucard, quien hasta ese momento no se había mostrado interesado en si Trevor o Sypha los habían escuchado, después de un buen rato de silencio, Trevor volteo de reojo.

—. Pasaremos hacia uno de los pueblos.—avisó—. Tal vez por algo de información y dormir ahí, falta poco para los dominios Belmont.

Alucard y Hanzel se miraron, si bien, habían 3 personas que cargaban un karma ahí, y Hanzel estaba en ellas. Trevor y los vampiros.
Alucard y los humanos.
Hanzel y la ley.
Sypha y la historia.
Pero lo que más pesaba, era el pasado de los vampiros, los humanos, la ley y finalmente, lo que sería plasmado en la historia.

Bacio scarlatto (Alucard y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora