Capitulo 17: Bacio scarlatto

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Trevor y Sypha

Mundo exterior

—Cuiden a los heridos, ¡necesitamos apoyo de este lado!—aviso Zabeck alzando la cabeza

Se encontraban en una de los rincones más profundos de la cueva, todavía había alguna que otra criatura pero gracias a las sacerdotisas esas eran engañadas y otras las mataban. Trevor se encontraba sentado, al lado del riachuelo que más lejos, ya era un río más grande.

—Bebe esto.—le indicó Sypha—¿que tan herido estas?

—¿y que te hace creer que estoy herido?—espetó Trevor

Sypha hizo mala cara, miró detrás de ella, toda la gente de los Caien se encontraba sanando sus heridas, otros lamentando la pérdida de sus compañeros y los más jóvenes cuestionandose lo que había sucedido en silencio.

—¿Que fue... todo esto?—susurró Sypha

Trevor se quedó callado, el ambiente en el que estaban anteriormente se había borrado por completo, habían personas que cubrían con mantas a los fallecidos, otros solamente encontraron partes de ellos, debido al abrupto temblor que hubo y colapsó algunas chozas que ya estaban ahí.

—Alguien nos esta cazando.—respondió Trevor, su respiración era lenta y el cuerpo tenso, mirando el suelo, entre cerro los ojos tratando de deducir quien lo haría.

—Cuando Hanzel estaba en la granja...—musitó Sypha—Vi... Un símbolo, en su cuello.

Trevor volteó rápidamente, recordando lo que Alucard le había dicho. Se pasó las manos por el cabello, exasperado por la situación.

—Tenemos que movernos ya, busquemos a Alucard y vayamos a los dominios de los Belmont. No estoy entendiendo nada.—confesó Trevor —Crecí con la idea de que los Caien fueron los que condenaron a los Belmont, después, me entero que los Belmont fueron los que rompieron el convenio, al final... la reina tiene algo que ver con la magia y con mi pasado...

—Alucard no está.—dijo Zabeck

Cuando los dos levantaron la vista vieron que el pelinegro cargaba a una niña, Sypha abrió los ojos de par en par, si, supo quien era porque la llegó a ver hablando con Alucard.

Un nudo se le hizo en la garganta y notaron como Zabeck estaba más serio de lo normal y mantenía una postura de recelo contra ellos. Elicia apenas lo vio y corrió hacia el, gritando:

—¡Zabeck! ¿¡Los encon....?!—pero cuando esté se giró la voz se le apagó por completo.

El cuerpo que cargaba era el de Keth, inerte, pálido, sin vida. Elicia se acertó hasta Zabeck quien no dejaba que el llanto le tocará el alma. Cuando este mostró más el cuerpo de la infante, Elicia ahogó la sorpresa, era terrible el estado de la niña. Un rasguño tan profundo que le arrancaba la mitad de la cara y el cuello, murió desangrada.

—Sana tu dolor, Zabeck—le indicó suavemente Elicia posando su mano en el pecho del guerrero.—Tu hermana ha encontrado el camino y cumplió su misión aquí.

Y de aquellos ojos carmesí, salió una lagrima que amenazaba en convertirlo en llanto, ¿a quien debería de odiar? ¿De quién era la culpa? ¿De Keth por estar cerca? ¿De el por permitir que Alucard, Trevor y Sypha entraran? ¿o de Hanzel por atraer a las bestias nocturnas?

—¡Señor, no se encontró el cuerpo de la reina y tampoco del hombre rubio!—informaron detrás de el

—¿¡Hanzel no está?!—exclamó Sypha—¡Pero si se supone que estaba con...!—dicho esto todos miraron a Elicia

—El rubio estaba con ella...—dijo entre dientes la anciana—Yo me había resignado con la idea de que su majestad había muerto y salí a dar la noticia.

—¿¡y permitió que un vampiro se quedara con su majestad?!—exclamó el mismo guardia

Zabeck y Elicia intercambiaron miradas, algo que a Trevor y a Sypha les extraño.

—¡Zabeck!

Todos voltearon, se encontraron con una morena de ojos azules, casi grises, como los que ya compartían cada sacerdotisa de ese lugar, el cabello esponjoso, ondulado, largo y azabache.

Pero apenas se acercó y se dio cuenta de que las cosas estaban peor de lo que pensó.

—Te acompaño.—dijo en referencia a Keth

Trevor entonces, lo notó, como Zabeck miraba aquella chica, y como ella parecía compartir su dolor.

—No, el ira solo.—intervino Elicia—Necesitamos encontrar a su majestad.

Zabeck no objeciono y la única que mantenía la esperanza en sus ojos era aquella chica, pero aún como ella parecía implorar que Zabeck le dijera que lo acompañará en su dolor, dio media vuelta y se fue con Keth en brazos.

—Supongo que este es el resultado de dejar vivo a Dracula...—comentó en un suspiro Elicia—Y su raza—finalizó y miró a Trevor—¿Verdad?

—¿Perdona?—arqueo una ceja Sypha intentando entender a lo que se refería Elicia

Trevor le sostuvo la mirada a la anciana, inhalo profundo y soltó con cierta molestia las siguientes palabras:

—Creo que los Caien tienen más cola que les pisen antes que Dracula, que tiene la imagen clara de un jodido vampiro, pero ustedes...






*    *    *  







Dracula Tepes.

—Así que... ¿a esto se refería?—cuestionó Isaac—¿esta humana?

Dracula observaba por el espejo el escondite de los Caien, como había terminado con casi la mitad del pequeño grupo.

—Es curioso, pero yo no envié ninguna horda...—informo Dracula y miró a Isaac—Esa humana, es la que definirá alguno de nosotros vive o muere

—¿a qué te refieres, Dracula?—preguntó Isaac y camino hacia el—¿Como es que la conoces?

—Ella, llegó a mi... Carmilla vino exclusivamente por ella, Alucard... mi hijo, vendrá por ella y el reino Caien, estará a mi favor.—dicho esto miró a Isaac y en sus ojos asomo un brillo carmesí—Porque los Belmont condenaron al reino en el instante que los Caien renunciaron a su ética contra los vampiros... para venir a implorarme que salvará a su oráculo.—expuso mientras Caminaba hacia Hanzel—Pero nadie sabía, era que esta niño iba a ser descendiente de los hijos de Nemesis, una mestiza.

—Entonces... En realidad los Caien no condenaron a los Belmont —eso sonó más como pregunta que como afirmación

Dracula soltó una sonora carcajada, entonces llegó el aroma de la sangre de su hijo.

—La sangre de una de las diosas más fuertes, más la sangre humana, añadiendo que su nacimiento fue por una violacion de Godbran...—recordó el vampiro—¿Hay motivos para seguir escondida, Isaac?

















—. No, señor.


Bacio scarlatto (Alucard y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora