CAPITULO XXII

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Prov Moon

Dolía  mi  cabeza y gran parte de mi pecho, pareciera que estaba en la escuela militar bajo el riguroso   castigo del sargento Won. Y hablo de un ortodoxo  y forzoso trabajo físico durante un día lluvioso. 
Recuerdo perfectamente esos días donde Wheein y yo escapábamos de vez en cuando a los cercanos suburbios. ¡Escapar de los  insoportables  días de escuela militarizada!, defensa y modeles. ¿Quién no estaría cansado de eso? Poder pelear con cinco hombres a la vez pero siempre manteniendo las costumbres de esposa perfecta y delicada flor femenina. 
No era malo tomar un respiro en algún local de comida y vieojuegos cerca del reclusorio legal para jóvenes militares y futuros comandantes de las cedes de policía pero, ¿Cómo lograrlo? Era fácil, solo se necesitaba una cuerda y grandes brazos que soportaran escalar un enorme muro de concreto.
¡Castigo!. Nos había descubierto el comandante Cheol, un hombre mayor con mal carácter y pocos amigos pero, indudablemente, respetado por castigos físicos.
Esa noche, por más de 5 horas teníamos que explorar nuestro potencial rebelde haciendo lagartijas consecutivas bajo el fuego de una vela sobre nuestro abdomen. No era una opción caer y tener una lesión por quemadura que se justificaba como "medida necesaria" de corrección por desacato a la autoridad. Incesante dolor.

-¡Byul! Por favor ya despierta- Nuevamente voces  en mi cabeza, una frase trillada por la mañana. ¿Hoy haríamos  honores a nuestra bandera? ¿En donde estaba? Eso... era  ¿Baba? 

-¿Wheein?- Por alguna razón me escuchaba débil y no solo eso,  mis fuerzas eran casi nulas al intentar formar imágenes congruentes en esa terrible mañana – Dime por favor que no es tu baba

-Es de Chingu – Por fin podía ver a mi mejor amiga y a mi pequeña mascota junto a mi cama, Parecía cargar con  un rostro preocupado pero al igual  que  una sonrisa, solo mirándome mientras tocaba mi frente. No sé qué había sucedido. ¿en donde me encontraba? 

-¿donde... donde estoy?-  Eso no era todo, en el marco de mi puerta dos siluetas se asomaban con un enorme ramo de flores. Era extraño, nunca teniamos visitas.

-Obviamente en tu casa.

- ¿YongSun? ¿HyeJin?- Sonreía con sus hermosos cabellos dorados sueltos, una chamarra color blanco y pantalones ajustados (imagen poco usual desde nuestra ultima cita).
Las rosas eran frescas y a simple vista era un ramo bastante exuberante para una visita repentina. 

-¿Te... te encuentras bien? – Caminaba junto a mi cama, temerosa a mi vista  y solamente como acción colocaba el obsequio  junto a mis piernas. ¿Cuánto tiempo había permanecido dormida? Ella en verdad se encontraba preocupada al igual que todos los presentes– No quise despertarte, pero al saber que te encontrabas mal no dudé en visitarte nuevamente. La fiebre ha sido fatal estos dias.

-¿Cuánto dormí? – Con dificultad enderezaba mi espalda y la recargaba sobre la almohada, un punzante piquete en esa zona era mi respuesta a que no había correspondido a una  noche de sueño tranquilo.

- Dos días – Wheein mantenía su atención al pelaje del can y no daba importancia a lo dicho.  – Ha estado estos días cuidándote y dejando flores – En efecto, varios jarrones se encontraban rodeándome – y será mejor que vaya por café... – Pasaba junto de Hye Jin con algo de calma y vista alarmante – Sera mejor que me acompañes...

-Olvídalo, moriré con Chingu – cruzaba sus brazos fingiendo estar molesta

-Estará encerrado en  mi habitación – Jalaba  con apuro al parecer a su nueva amiga – sabes que quedara dormido

-Espero que sea un buen café...

Y nos encontrábamos a  solas en la enorme habitación. Su rostro era claramente forzado a mirar al suelo y apretar sus labios conteniendo cualquier palabra o gesto. ¿estaba molesta? ¿triste? No podríamos cortar fácilmente la terrible tensión.

LuciernagasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora