Capítulo Seis

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- Es oficial, - anunció Winn. - tenemos termitas.

- Vale, ¿Me dejas quitarme los zapatos? - Lancé las llaves a la mesa del vestíbulo y me quité los zapatos a patadas. - Buenos días para ti también.

- Lo siento. Me dieron el informe esta tarde mientras dormías, pero tuve que ir al hospital antes de poder hablar contigo de ello. - Lo seguí hasta la cocina. Llevaba puesta la ropa del hospital, y probablemente habría llegado a casa hacía media hora. Noté que se estaba dejando crecer el cabello. Ya no estaba tan corto. Y había ganado peso; menos mal. Cuando encontré por primera vez al Dr. Winslow Schott, estaba en una cornisa a punto de salpicar consigo mismo a toda la Séptima Avenida. Lo abrumé con palabras y lo intimidé para que se mudara a mi casa. Decidió que vivir con un vampiro era algo mejor que el hecho de que algún polizonte le recogiera con una pala en un cubo. Tenía el té listo para mí. Nunca había compartido el piso antes, y realmente me gustaba esto. Era muy conveniente vivir con alguien que podía contestar el teléfono durante el día, mientras yo dormía el perverso sueño de los no muertos. Y también funcionó para Winn. Me negué a cobrarle alquiler, así que pagaba los recibos y hacía mis recados cuando no estaba de turno. Siempre creí que los doctores ganaban más dinero que las secretarias. Estaba equivocada.

- ¿Termitas, eh? - Trató de mostrarme un odioso papel amarillo, pero lo rechacé y me senté a la mesa. -- No creí que la gente aún tuviera termitas. Pensé que era algo de los cincuenta.

- De hecho, causan más daño que todos los demás desastres naturales juntos.

- Alguien ha estado, otra vez, pasando demasiado tiempo en la Web.

- No estaba de humor para bajar más porno. - Sonrió abiertamente, lo que hizo brillar sus ojos. Eso, junto con la barba de chivo, hizo que se pareciera a un amistoso demonio. Probablemente es la razón de qué me gustara desde el principio. - Podemos deshacernos de los insectos, pero la casa esta destrozada. Te costara un montón de dólares repararla.

- Bueno, mierda.

- Exacto.

- Debe haber algo que podamos, ¿Le guiñaste con esos preciosos, ojos al tipo de los insectos?

- Como Scarlett O'Hara. Creeme, fue un placer... el tipo estaba muy bueno. Pero oh destino, resultó inmune a mis encantos. No cambió la factura, ni las malas noticias. Pero conseguí una cita para el sábado.

- ¿Estamos seguros de que son termitas? Creía que esos pequeños bichos que vuelan a nuestro alrededor eran hormigas.

- No. Insecta Termitidae. En otras palabras, estamos jodidos. - Sorbí el té y tamborileé con los dedos en la mesa. Tal vez era hora de un cambio, y Dios había hecho que, no importa qué Insecta, me visitara para hacérmelo entender. - Tal vez Imra...

- ¡Shhhh! - Siseé.

- ¿Tal vez Imra qué? - dijo, entrando en la cocina.

- Olvídalo, - dije.

- ¿Qué pasa?, ¿Perdí la nota? ¿Tenemos una reunión?

- En realidad sí. - Bostezó, agarró el pan y luego dejó caer dos rebanadas en el tostador. Llevaba su uniforme habitual de un día laboral - jeans, una camisa playera, y sandalias. Su cabello negro atado.

Vampira & DesempleadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora