Salimos del cuarto de baño a tiempo de encontrarnos cara a cara, con la guapa del otro día, que entraba precipitadamente en la suite.
- ¡Nia, menos mal! - Lloriqueó, con el brillante cabello rubio en salvaje desorden. Se la veía y se la olía como si se hubiera revolcado en el contenedor de basura de un McDonald. Llevaba un paquete de mostaza pegado a su mejilla izquierda. - ¡Pensé que te habían matado! - Corrió hacía Nia y por poco cayó sobre ella, abrazándola y besándola. Yech. Fue bueno que Nia no estuviera aún vestida, sino, nunca hubiera podido limpiarse esas manchas. Entendí, por lo que estaba balbuceando, que los malos habían saltado sobre las dos, pero Nia los había alejado de Gemma.
- Estúpida. - Le dije.
- Estoy completamente de acuerdo, - dijo Lena frunciendo el ceño. Buscó y encontró uno de sus albornoces para Nia, sosteniéndolo abierto para ella. Cuándo Nia se lo ató, pareció desaparecer entre el negro y mullido algodón. - Deberían haber resistido juntas o haber huido las dos.
- Lo sé, lo sé, - interrumpió Gemma antes de que Nia pudiera abrir la boca. - Quise pelear pero Ni...
- Y no deberías haber abandonado a mi amiga y tratado de salvarte, - continuó Lena con una voz que hizo que el hielo pareciera caliente y confortable. Todas tragamos saliva. Luego le di palmaditas en el brazo.
- Todo está bien y todo eso, Lee. Todo el mundo está bien. Eso es lo más importante. ¿De acuerdo? ¿Lee? -Sus ojos volvieron a la normalidad y casi me sonrió cuando me miró.
- ¿Por qué sólo me llamas así en los momentos de crisis?
- Porque son los únicos momentos en los que no siento ganas de estrangularte, - dije con sinceridad. - Ahora no le eches la culpa a Gemma. Nia es una mujer mayor , una mujer muy mayor, podría añadir, tiene al menos cien años, y si quiso jugar a ser un señuelo es cosa suya. - Gemma no dijo nada, pero me lanzó una mirada de pura gratitud. - Lo importante, - dije enfáticamente, - es llegar al fondo de esto. Nia es de los buenos. No se merece que ningún cazador de vampiros vaya detrás de ella. Así es que lo mejor que podemos hacer, es averiguar por qué ha pasado esto. - ¿De verdad dije que teníamos que llegar al fondo de esto? Me sentí estúpida, dando órdenes a personas que tenían por lo menos cincuenta años más que yo. Ahora, si pudiera recordar dónde había puesto el informe que Nia me había dado.
- Ven, por favor, - dijo Lena, y me agarró por el codo. ¿Eh? Me arrastró por el cuarto y después de atravesar la puerta la cerró rápidamente.
- ¿Qué pasa? - Gimoteé.
- ¿Has decidido acorralar a los asesinos?
- ¿Los asesinos, en plural? ¡Vaya!. Digo, seguro, creo.
- ¿Necesitas mi ayuda?
- Sí, - dije; no me gustaba a donde iba esto. - ¿Vamos a quedarnos en la oscuridad y hacernos preguntas obvias? Porque esto es extraño, casi escalofriante. - Me sonrió burlonamente y me tendió algo. La miré. Era uno de los vasos del hotel. - Para que... oh. - ¿Qué le había dicho en Macy's? "prefiero comer vidrio a aceptar tu ayuda". Bien, carajo. - Muy bien, - dije, agarrando el vaso. Solo Dios sabía cuando había escondido esta cosa en su mano, vil bastarda. - Allá voy. - La miré, no tenía ni idea de cuanto dolería morder eso. Pero estaba a punto de averiguarlo. Como mínimo, tragar trozos de vidrio me haría vomitar. Digo, por dios, hasta el risoto me hacía vomitar. No importaba. Dejé de darle vueltas al asunto. Lo levanté hacía la boca, cerré los ojos, abrí la boca y mordí... el aire. Lena sujetaba el vaso de nuevo. Era extraño lo rápido que podía moverse. Como si fuera una hechicera. Una malvada hechicera en ropa interior.
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Vampira & Desempleada
FanfictionKara Danvers, sin ánimo de "vivir" a costa de sus amigos, consigue el trabajo de sus sueños como vendedora de zapatos en Macy's, para disgusto de su consorte/segunda reina, Lena Luthor, quien es tan leal, protectora y ardiente como siempre. No es qu...