Capítulo Tres

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Corrí a mi casa en Apple Valley, para contarle a Imra todo lo referente a mi nuevo trabajo. Pero un increíble hedor me atacó al entrar, y casi no pude obligarme a pasar. Me detuve nerviosa en la entrada durante un minuto, debatiéndome, y finalmente me dije a mí misma, pues bien, derrotaste al vampiro más malo del planeta hace apenas un par de meses, así que también puedes hacer esto. Abrí la puerta principal y me dejé llevar por el instinto hacía el cuarto de baño, dónde mi mejor amiga estaba inclinada sobre el inodoro.

- ¿Todavía tienes la gripe? - Pregunté con compasión.

- No quiero escuchar preguntas estúpidas de vampiros, - gimió. Tenía náuseas otra vez. Observé que había tomado una tostada y sopa de gallina para el almuerzo. - Usa tu súper fuerza para cortarme la cabeza, por favor.

- Para de lloriquear, Imra, ¿Cuánto tiempo has estado aquí dentro?

- ¿Qué día es hoy? - Noté que no había tenido tiempo para encender la luz del baño, en su carrera apresurada, y al principio le había errado al inodoro. Oh, bien. De cualquier manera, la pared necesitaba repintarse. Cuando terminó de dispersar - vomitar, la levante como a una muñeca grande y la llevé a la cama de invitados. Antes de haberme convertido en vampiro, no hubiera podido hacer esto. Ahora, claro está, me resultaba sencillo. Le traje un vaso de 7-Up y una toalla mojada. Se limpió a sí misma lo mejor que pudo, luego la levanté y regresé corriendo al baño para que pudiera vomitar la soda.

- Tal vez sea hora de ir al hospital, - dije nerviosa. Llevaba vomitando dos días.

- Winn me puede inyectar algo cuando llegue a casa, - dijo.

Sonó a hueco, porque su cabeza estaba completamente dentro de la taza del inodoro. Afortunadamente, había ido a cortarse el pelo la semana pasada. Winn era mi compañero de casa, un residente del Hospital de Children en Minneapolis. Se mudó conmigo la semana en la que me desperté muerta. Imra tenía una pequeña casa de siete magníficas habitaciones, muy chic, en Edina, pero pasaba la mayor parte del tiempo en la mía.

- ¿Hay alguna buena razón para que estés enferma, aquí - pregunté, - en vez de en tu casa?

- No sabes lo afortunada eres, - contestó, ignorando mi pregunta, - estando muerta y demás.

- Ahora mismo estoy de acuerdo contigo. Oye, ¿Adivina qué? Encontré trabajo.

- Eso está bien. - Me miró. Sus ojos estaban hundidos. Se la había visto mejor el día del entierro de sus padres. - ¿Por qué estas ahí parada? ¿Por qué no estás matándome?

- Er, Lo siento. - Tomé aliento a través de mi boca. Afortunadamente sólo tenía que hacerlo dos veces por hora. - Sabes, esto me recuerda a tu veintiún cumpleaños. ¿Recuerdas?

- Esa noche es - ella tuvo arcadas por un segundo, luego continuo - un borrón.

- Bueno, mezclaste crema de menta con vermú, y luego empezaste con Jack Daniels y tequila. Traté de obligarte a bajar la velocidad, y me dijiste que me callase y te trajera un Zima con bourbon. Luego...

-¡Alto!

- Lo siento. - Vaya, no había sido un paso muy brillante. Pero esa había sido la última vez que había estado así de enferma. - no se si te podría hipnotizar y hacerte desmayar. Supongo que podría probar a darte con algo en la cabeza...

Vampira & DesempleadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora