Capítulo Veinte

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Ruby estaba esperándome cuando al fin entré en mi habitación. Me alegró verla - se me habían ocurrido un par de preguntas mientras estuvimos fuera. Y haría cualquier cosa, incluso interrogar al fantasma de una niña pequeña, con tal de hacer desaparecer de mi mente los problemas du jour.

- ¿Todavía hechizando mi cuarto, huh?

- ¡No lo hago! Simplemente me gusta estar aquí.

- Ajá. Oye, quisiera preguntarte algo, ¿Cómo... acabaste... así? - Ella frunció el ceño, y una linda línea vertical apareció entre sus cejas.

- Córcholis. Nunca me lo habían preguntado antes. Claro que nadie me había hablado antes de tú que llegaras. - Sí, ser la reina de unos cuantos muertos tenía toda clase de prestaciones adicionales. Forcé una sonrisa mientras ella continuaba. - Bien. Mi mamita trabajaba aquí. Solíamos dormir en el cuarto de Imra. Ya sabes, cuando Mami terminaba de trabajar. Y un día, vino un hombre malo. Le oí llegar. Me desperté, salí corriendo y le vi hiriendo a mi mami, así es que corrí a patearle, y me empujó muy fuerte. Y después de eso, nadie me pudo volver a ver.

Me imagino que debió golpearse la cabeza y morir. Y luego el pendejo que la lanzó como si fuera una pelota, enterró su cuerpo en el patio delantero. Que pena que nadie le viera y llamara a los polizontes. ¿Por qué tendría ese cosquilleo en mi cerebro? Había algo, y no podía ver que era. ¡Maldición! ¿Por qué era hermosa en lugar de una genio? Normalmente no me importaba, pero en noches como esta...

- Oh, - dije al final, porque en realidad, ¿Qué le podía decir? - Bien, gracias. Simplemente me lo preguntaba.

- Quiero que venga mi mamá. La necesito un montón. - ¡La había estado esperando durante setenta años! Pobre niña.

Es gracioso cómo eso la había confinado en la casa donde había sido asesinada. En los libros, los espíritus no pueden descansar hasta que el asesino ha sido llevado ante la ley o algo parecido, pero este fantasma se limitaba a esperar a su mamá. En un minuto, se pondría a llorar.

- ¿Quieres ver mi nuevo vestido? - le pregunté al final, desesperada por cambiar de tema. - Lo compré ¡Con un sesenta por ciento de descuento!

- Vale.

Mientras hacía mi improvisado desfile de modas para Ruby, tuve una brillante idea. ¡Sería su mamá! No podría tener mis propios hijos - ya no orinaba, mucho menos ovular. Pero podía cuidar a Ruby y tal vez si se acostumbra a mí, no extrañaría tanto a su mamá. Esa fue la idea más alegre que había tenido en bastante tiempo. El pensamiento de "nunca tendrás un bebé, jamás" al parecer había conseguido ser expulsado. No siempre, ni todos los días. Pero de vez en cuando ese oscuro pensamiento se me había colado y me había tomado de sorpresa. No es que quisiera tener un bebé de nadie. Generalmente no de nadie, y ciertamente no de Lena. Como si ella me pudiera preñar. Pero aun así, habría sido bonito tener al menos la opción. Pero ahora tenía una opción. ¡Lo haría... lo haría... adoptaría a un fantasma! Caramba, de acuerdo. Como cualquier plan, necesitaba elaborarlo. Pero qué diablos, tenía tiempo.

*

A la noche siguiente, Imra y yo nos detuvimos en el camino de entrada de la casa de mi padre. Era demasiado grande para dos personas, estaba situado en una zona muy de moda a las afueras de Edina, y además era demasiado cara para el mercado inmobiliario. Lo que la hacía perfecta para mi madrastra, Catherine Grant-Danvers, también conocida como Cat.

- Apostaría lo que fuera a que no tienen termitas, - mascullé, clavando los ojos en la casa.

- ¿Qué?

- No importa. - Salimos del coche y nos dirigimos hacía la puerta principal. Antes de que Imra pudiera llamar, rodeé con mi brazo sus hombros y le dije, - Me disculpo de antemano por todo lo que diga mi madrastra, y por todo lo que no diga mi padre.

Vampira & DesempleadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora