Capítulo Veintidós

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- ¿Tú quieres que yo haga qué?

- Yo lo haré, - dijo rápidamente Nia. Me di cuenta de que la pata de la silla que había estado sujetando sería una buena estaca. ¡Maldicion! Tres pasos por delante de mí, como siempre. - La reina no debería realizar una tarea tan baja.

- Uh... considerando que, es investigar y todavía me angustia, chicas...

- ¿Tarea tan baja? - Los ojos de Sam resplandecían. - ¡Mi muerte no es poca cosa! Me reunirá con un ser de mi propia carne y huesos, que ha estado lejos de mí durante setenta años.

- ¿Chicas?

- Sólo quise decir... que la reina no tiene estómago para estas cosas, - añadió Nia en voz baja. - Pero no me importa, me alegrará ayudarte.

- Oh. - Apaciguada, Samantha se tranquilizo de nuevo. - Bueno, entonces.

- Sam... ¿Estás segura? - Miré cautelosamente a Ruby y prácticamente susurré el resto. - ¿Qué ocurre si no funciona? Si tú... - Despiertas en el Infierno, había estado a punto de decir, pero eso posiblemente no lo haría. - ¿Qué ocurre si estoy equivocada?

- Eres la reina, - dijo Samantha, claramente perpleja.

- Además, crees en eso. En lo más profundo de tu corazón, - dijo Lena. Brinqué del susto; Había estado tan callada, que había olvidado que todavía estaba en la habitación. - Sabes que es así. Si no, ¿Por qué llevas puesta la cruz? ¿Y por qué vas a la iglesia?

- ¿Cómo sabes que voy a la iglesia?

- Melissa, yo sé todo sobre tí.

- Bien, ahora has pasado de ser una molesta pretendiente a ser una cazadora obsesiva. Pero me ocuparé de eso más tarde. Dame esa cosa. - Nia puso la pata de la silla en la palma de mi mano como una enfermera vampírica de urgencias... - Me lo ha pedido Samantha. Así que lo haré.

- Gracias, Majestad. - Nia no dijo nada; Se limito a inclinar respetuosamente la cabeza.

- Um, ¿Cómo lo hago?

- Apunta al corazón, - dijo Lena. Tocó un sitio en el pecho de Samantha. - Justo en el centro. Tan rápido y profundo como puedas.

- ¿Y eso... lo hará?

- Sí. Ningún vampiro puede recuperarse de una estaca de madera atravesando su corazón, ni siquiera si después se la quitas. No desaparecerá como en esas tontas películas, pero estará muerta para siempre. - Tragué saliva.

- Bien. Pero primero, Sam, probablemente deberías confesarte. Ya sabes, tienes que ir a Dios con una pizarra limpia. - Samantha se encogió de miedo.

- ¿No puedo confesarme contigo?

- No, claro que no. Sólo será un segundo. - Abrí la puerta del dormitorio. Imra, Thea y Roy casi cayeron sobre mí. - fuera, entrometidos. - ¡Padre Harrison! Grité. - ¿Podría subir? ¡Le necesitamos!

- Le traeré, - dijo Thea.

- No, lo haré yo, - dijo Roy, y comenzaron con una furiosa e instantánea riña. Los puños volaban, se pateaban y arañaban como chinchillas enojadas.

- Uh Imra.

- Si, - dijo, pasando sobre Roy y Thea, que estaban trabados en combate, y corrió escaleras abajo.

Vampira & DesempleadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora