Capítulo Veintiuno

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- ¿Cómo ha podido? - Gemí. - ¿Cómo ha podido?

- Porque esta celosa de ti, - dijo Imra sin rodeos. - Lo ha estado desde el día que se mudó a la casa de tu padre. Probablemente pensó que se había desembarazado de ti allá por abril. Pero fuiste demasiado estúpida como para permanecer muerta. Entonces se le ha ocurrido, "Tendré un hijo, y así obtendré más atención que Kara" - Si, esa era Cat, de acuerdo. Lo haría.

- Admito, - dijo Mamá, - que me sorprendió. No había esperado que Catherine tomara ese camino. - Se rió de repente. - ¡Tu pobre padre!

- Se lo merece, - dije. Me hundí en el asiento del pasajero, rezando por morirme. Me había rehusado a ponerme el cinturón de seguridad. Ahora mismo, daría la bienvenida a un viaje a través del parabrisas. - Él la escogió. Él se casó con ella.

- Y ha estado pagando por eso desde entonces, Melissa, - dijo mi madre con su tono de "no se discute conmigo". - Es hora de crecer y de que lo olvides. Si yo ya no estoy enojada, ¿Por qué lo estas tú?

- Cállate.

- ¿Como has dicho, señorita?

- Dije, que hemos llegado. Ya estamos. - Mi madre se quedó sin aliento cuando giramos en el camino de acceso. No la pude culpar. Yo todavía medio esperaba ser expulsada de la mansión cada vez que cruzaba la entrada.

- Oh, Imra, ¡Qué maravilla! Supongo que es ridículamente cara.

- Sí, - dijo modestamente. - ¡Dios mío! ¡Qué palacio! - Noté irritada como Imra estaba disfrutando de esto.

No dije nada, aunque estaba de humor para hacerlo. Los padres de Imra murieron cuando ella era una niña, mi madre era lo más cercano que había tenido con respecto al afecto maternal e Imra la adoraba.

- Entremos, tengo algunos pantalones de gimnasia que puedo dejarte. - La falda de mi madre estaba, por supuesto, arruinada. El batido de carne roja, bilis, y cachemira... no es un conjunto agradable.

- En realidad no nece...

- Qué pasa, ¿Vas a ir a casa tan solo con las medias? No digas nada más. Entremos.

- Vampiros, - murmuró mi madre al oído de Imra - Son tan susceptibles.

- Oí eso, - contesté bruscamente.

- ¿De verdad?

- Apesta, - murmuró Imra a mi espalda. - No puedo tirarme un pedo en la tercera planta sin que Mel lo oiga en la primera.

- Córcholis.

Cuando entramos, Winn pasaba llevando un jarro de té helado.

- Hola, Dra. D. ¡Hey, justo a tiempo, chicas! Tienes invitados.

- ¿Qué invitados?

- Um, veamos. - Winn comenzó a contarlos con los dedos de su mano libre. - Han venido dos miembros de los Blade Warriors, la otra reina de los vampiros, la vampiresa que la hizo a ella, el cura párroco local, y otra vampiresa. Samantha o algo así.

- Genial, - me quejé. - ¿Soy la única que llama si voy a visitar la casa de alguien sin ser invitada?

- Aparentemente sí, - dijo Lena, como siempre, apareciendo de la nada. Mi madre brincó del susto. Como lo hice yo. - Dra. Danvers. Es un placer volver a verla

Vampira & DesempleadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora