Mapaches jugando póker

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Isaza había estado viendo la sala de su casa como una aburrida habitación sin nada llamativo, por lo que tomó la decisión de comprar algunos cuadros y demas decoraciones que pudieran darle vida a la habitación.

"Ese cuadro de mapaches jugando póker se verá increíble" se dijo a si mismo mientras conducía calladamente con la música más fuerte que de costumbre, veía los autos pasar y la planta que compró asomándose por el retrovisor cuando lo miraba de reojo, pensó en lo bien que había ido esta semana, en como había salido el lanzamiento de la nueva canción de su hermana, en el crucigrama que resolvió sin ayuda esta mañana, en cómo logró batir su récord en tetris, en la eficiencia del plan que desarrolló para Martín, y que sin duda ayudaría a más alumnos en el futuro. Pensó en su madre, en su padre y en qué pronto cumplirían su aniversario de bodas, pensó que sería bonito hacerles un pastel, pensó y pensó tantas cosas hasta que su mirada se fijó en el chico caminado al otro lado de la calle, lo siguió mirando por el retrovisor junto con las hojas de la planta, y de pronto su corazón se detuvo, era un asalto, era una pistola, era Martín en un asalto con una pistola, dio la vuelta en U sin importarle haber pasado sobre el camellón, aventó el auto en dirección a los maleantes, se bajo y dio un par de golpes antes de que huyeran, su mirada viajó al pequeño cuerpo tirado en la acera, temblaba, quizá por el miedo o por el llanto que apenas lo dejaba respirar, lo abrazo, y sintió como su corazón se estrujaba con cada sollozo que Martín emitía, tenía el rostro completamente lastimado, sangre por todas partes. La rabia subiendo rápidamente hasta sus puños, sintió la mirada de Martín sobre la suya, su semblante relajándose al instante y unos brazos aferrándose a él mientras su camisa se empapaba de las lagrimas del menor, le acarició la cabeza y con cuidado lo cargó entre sus brazos, debía llevarlo a un hospital.

Un quejido, dos queridos y entonces notó una creciente mancha roja en la camisa ajena, preocupación creciendo junto con la mancha, lo dejó rápidamente en el asiento y aceleró, sentido contrario, pasando los altos, manejando sobre la banqueta y la cicloruta, no le importó nada, ya pagaría las infracciones.

-Mirame Martín, mírame, estamos cerca - dijo poniendo una mano sobre su muñeca recibiendo una débil mirada cubierta por lagrimas del menor - Solo... - se limpió la lágrima que cayó por su mejilla y aceleró más a fondo "Quédate conmigo"

Llegaron a urgencias, tan calmado como pudo mantenerse informó lo que había pasado mientras los doctores se ponían a trabajar, se tranquilizó cuando los doctores descartaron que la herida se debiera a un balazo, tampoco fue una puñalada, lo que complicaría la situación, parece que fue un corte, profundo, pero no mortal; Espero un rato hasta que lo vio de nuevo, con un vendaje alrededor de las costillas, apoyado en una muleta, se acercó en cuanto le dieron la autorización pertinente, entonces vio los vendoletes en su frente y labio, no podía sonreír del todo, pero la calidez de su mirada era lo único que necesitaba.

-Esta muy estable, puede llevárselo a casa, mantenga una dieta sin mucha grasa y que no haga esfuerzos, vengan en dos semanas a quitar los puntos, y mantengan limpia la herida. Tuvo mucha suerte - dicho esto se fue.

-Ven, te llevare a casa - le dijo con la voz más suave que pudo.

-Espere...

-Te duele algo? Llamo a la doctora? - fue interrumpido por un abrazo.

-Gracias... gracias, gracias, no sé qué habría pasado si usted no hubiera estado por ahí. Soy un tonto, soy un tonto, nunca debi... - fue interrumpido de vuelta.

-No digas eso, no fue tu culpa, solo fue un muy mal juego del destino... eso es todo... vamos, te llevaré a tu casa.

-No quiero ir a mi casa - dijo tan bajo que apenas fue audible.

-Entonces dónde planeas que te lleve?

Martín alzó los hombros.

-A donde ibas antes de que todo esto pasara?

-Al centro.

-Mientes.

-No, es verdad.

-Porqué?

-Quería un helado.

-Puedo llevarte por un helado.

-En serio?

-O puedo llevarte a tu casa

-Aceptaré el helado.

-Algún lugar que tuvieras en mente?

-Angela me dijo que usted es conocedor de buenos helados.

-Angela tiene razón.

-Bien, entonces lo dejare elegir.

-Un honor... Pero límpiate esas lagrimas, no quiero que piensen que te hice llorar.

Martín sonrió de lado y se pasó la manga por la cara.

Salieron del hospital, Martín solo caminaba algo lento, pero no necesitaba ayuda para moverse.

Isaza fue a sacar algo de la cajuela.

-Ten - Dijo lanzándole algo a la cara.

-Qué es?

-Tu camisa aún está manchada de sangre, no quiero que espantes a los clientes.

-Usted trae camisas de repuesto en su auto solo porque sí?

-Te sorprendería la cantidad de veces que me tiro el café encima, y la cantidad de veces que el Director Simón me ha regañado por lo mismo - sonrió recordando uno de los tanto regaños.

-Debería comprar de esos anti manchas que anuncian en la televisión.

-Lo hice, no funcionan - se rio - fui victima de mercadotecnia barata.

Martín se rió, pero se obligó a detenerse - deje de decir cosas así, me duele cuando me rio - se quejó.

-Pero si no siquiera fue gracioso - se defendió, y era cierto, quizá no fue lo que dijo, sino simplemente el sonido de su risa.

Ya no le argumento nada, solo lo miró examinándolo, el sol entrando por la ventana dándole brillo a sus ojos y cabello, la forma en que cómoda a sus dedos en el volante, la posición de sus dientes asomándose entre sus labios.

El vehículo se detuvo, se sostuvieron la mirada por un par de segundos - Llegamos - le dijo Isaza dirigiendo su mirada al cinturón para poder desabrocharlo, salió y dio la vuelta para abrirle la puerta a Martín que intentando no hacer mucha fuerza, se bajo y lo siguió dentro.

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