¿Que ganas?

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Después de salir de su casa totalmente enojado con su madre, Martín se dirigió hacia la casa de Isaza, optó por tomar un taxi, llegar caminando le llevaría una vida y lo último que quería era que lo asaltaran de nuevo, el camino lo hizo reflexionar, reflexionar demasiado, y como todos sabemos, es malo hacerlo, llegando a la casa, tocó el timbre y apenas la puerta se abrió, se desmoronó frente al hombre, como si todo el tiempo hubiera esperado solo para que sus brazos lo rodearan - qué pasó, pequeño? - fue lo único que atinó a decir.

-Tuve una pelea con mamá - respingó un par de veces - No quería estar ahí - se aferró mas fuerte - te necesitaba - dijo restregando su mejilla en la camisa ajena.

-Ay, Marto, quieres contarme qué pasó? - eran esta clase de cosas las que derretían a Martín por dentro.

El solo asintió sin soltar su agarre, como pudo, Isaza los hizo entrar y cerró la puerta, Martín se separó y ambos fueron a la sala, Martín contó su relato, todo el tiempo abrazado de Isaza, terminó seco de tanto llorar, respiraba el olor en la camisa mezclado con sus lagrimas, se sentía seguro, se sentía amado y valorado por lo que era, por ser Martín, no como con su madre donde el cariño iba de promedio por el simple hecho de ser su hijo. 

-Y vas a hablar con ella? - Martín negó aún aferrándose a su cuerpo - Martín... - le regañó suavemente, este negó de nuevo - sabes que no tiene la culpa, verdad?

-Tu dijiste que mamá era una mierda de persona - su voz imitando a la de un bebé.

-Ok... lo dije, pero no por eso es verdad - justificó- no puedo juzgarla sin conocerla, y lo mejor es hacer las pases, ni ella es perfecta, ni tú eres perfecto - le levantó la barbilla para poder ver sus ojos.

-Eso no lo decías ayer - hizo un puchero.

-Eres perfecto para mi, no para todo el mundo, y deberías arreglar las cosas con tu mamá, no me cambies el tema - le dio un chasquido en la frente.

-Ella no va a querer ni hablarme - se excusó.

-Como lo sabes?

-Solo lo sé.

-Ajá.

-Si.

-No lo creo - Martín se quedó en silencio - si la conoces tanto como ella a ti, no creo que estés tan seguro de tu respuesta.

-Que ganaría de todos modos?

-La pregunta correcta, es: Que perderías?

-Emm, nada?

-Exacto, no vas a perder más de lo que ganas...

-Quizá tienes razón.

-Yo siempre tengo razón - se acomodo en el sofá - salvo cuando pones tú legua en mi boca, en esos momentos mi razón se va al carajo - recibió un golpe en el brazo de parte de Martín.

-No digas eso, se escucha raro - sus manos cubriendo su sonrojado rostro.

-Yo solo digo la verdad - lo abrazó ocultándole el rostro en su pecho - y tú legua no me deja pensar - bromeó sintiendo a Martín retorcerse de vergüenza entre sus brazos.

-Te odio - le dijo aún con el rostro oculto.

-Si si, yo también, ahora ven, te llevaré a casa a que te arregles con tu madre - lo hizo levantarse.

-Si la casa explota, te culpare a ti.

-Nada va a explotar, tranquilo.

-Eso espero - dijo abrochándose el cinturón.

Cuando llegó a casa se encontró con su madre en su habitación, ella se levantó y lo recibió con un abrazo "Quizá después de todo no tenia nada que perder" se dijo mientras su madre empezaba a disculparse.

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