- No... mantén tu respiración – le dijo a su hija menor, de ya 11 años. Le enseñaba el estilo de respiración que él mismo había desarrollado así que, con fuerza, pero sin llegar a lastimarla, le golpeo el estómago. Ella sin poder mantener el aire lo soltó de golpe.
- ¡¡Eso dolió!! – se quejó con el ceño fruncido.
- ¡No mientas! si no lo logras no mejoraras – explico ayudándola a volver a la postura, de pronto sintió una presencia conocida y le tiro una toalla encima para tapar su cara - ¡Ahora! ¡¿Quién viene?!
Ella entendiendo en seguida jalo sus mangas hacia arriba e hizo la postura para la percepción espacial y luego de unos segundos abrió los ojos con fuerza para salir corriendo en la dirección que venía su hermana mayor.
- ¡¡Nee-san!! – le grito mientras corría y la abrazo con fuerza.
- Misaki ¡que grandes estas! – le dijo palmando su cabeza, unos instantes después llego Inosuke quien abrazo a su primogénita de 21 años y a su primer nieto con cariño.
- Yuki-kun vamos a jugar – tomo al niño de 2 años de la mano y se lo llevo a paso rápido.
- Cuidado... que viene cansado – le dijo a su hermana, pero ya se había llevado lejos a su hijo. Haruko se volteo para ver a su padre quien la ayudo con la bolsa que cargaba en la espalda. Ambos se sonrieron con tristeza.
- Tu madre me conto lo que paso... - le dijo abrazándola con fuerza.
Haruko se había casado con un joven soldado que conoció en el pueblo vecino, ella se mudó con él luego de la boda, donde vivían con sus suegros.
Aquel joven venía de una buena familia y ella solo era la "hermosa hija de la familia extraña de la montaña", por lo que su suegra nunca la considero digna de pertenecer a su familia y por lo tanto nunca la quiso como nuera.
Un año después de su boda dio a luz a su primer hijo y solo un año más tarde su esposo, a quien amaba con todo el corazón, había tenido que marcharse a un destino incierto por las guerras que se avecinaban.
Mantenían correspondencia por carta con frecuencia, pero hace 6 meses no recibía ninguna de él y las que ella enviaba habían sido enviadas de vuelta. Con eso la relación con su suegra se había vuelto insostenible, por lo que, temiendo lo peor, volvió a la casa de sus padres donde podría criar a su hijo con tranquilidad.
- Espero no molestar – le dijo con lágrimas en los ojos.
- Sabes que no lo haces, bienvenida a casa – dijo secando sus lágrimas y volviéndola a abrazar.
- ¿Y mamá? – pregunto luego de unos minutos, cuando ya iban de camino a la casa.
- Esta en el pueblo con Daisuke, iban a ayudar con unos heridos por un incendio – su hijo de 15 años había heredado de su madre la habilidad para curar, aspiraba a ser un gran medico algún día.
Una vez que llego Aoi, pudieron hablar con su hija, quien había vuelto a casa indefinidamente. Le prepararon una habitación e hicieron todos los preparativos para que ella se sintiera como en casa para luego cenar con tranquilidad, era pleno verano y a pesar de que ya había anochecido hacia un calor terrible.
Estaba toda la familia reunida en la entrada de la casa, descansado luego de un día agotador para todos.
Inosuke estaba con toda la parte superior del kimono colgando, seguía odiando usar ropa de la misma manera que cuando era joven, a pesar de que ya casi cumplía 40 años y jugaba feliz con su nieto que llevaba un tiempo sin ver.
- Abuelo... ¿te duele? – le pregunto tocando la gran cicatriz en forma de cruz que tenía en el pecho.
- Claro que no ¡Esta la gane peleando contra un gran demonio! – le contó inflando el pecho, mostrándola aún más.
- Los demonios dan miedo – dijo mientras se ocultaba debajo de su brazo, él lo miro sonriendo y lo abrazo con cariño.
- No tienes nada que temer, ellos ya no existen, gracias a que tu abuelo lucho contra ellos – le explico Haruko a su hijo para que no tuviera pesadillas en la noche y poco a poco el niño se tranquilizó.
- Tienes muchas cicatrices – le dijo Misaki revisando su pecho, brazos y espalda.
- Las cicatrices cuentan historias – explico Inosuke levantándose de hombros, mientras se estremecía por el contacto de los pequeños dedos de los niños en las cicatrices que encontraban.
- Creo que tu cuerpo cuenta demasiadas historias – le respondió Aoi con desdén, ella sabía perfectamente lo descuidado que era cuando joven y muchas de esas heridas las había cocido ella misma.
- ¿Y esta papá? – pregunto la niña mientras le alzaba la mano para mostrar la cicatriz en su palma.
- Esa también la tiene mamá – comento Daisuke, revisando la mano de su madre.
- ¿Quieren escuchar esa historia? – les pregunto ella, sonriendo por el recuerdo.
- Sii mamá siii – gritaba la niña que era igual de ruidosa que el padre.
- Yo trabajaba como enfermera en la Finca Mariposa, junto con mis hermanas, cuando un cazador de demonios muy extraño y loco, con una horrorosa mascara de jabalí llego herido de una misión muy difícil junto a sus amigos.
- Pfff, ese eres tú papá – le dijo su hija menor reprimiendo la risa con su mano, ella había visto fotografías de sus padres cuando jóvenes, mientras que Haruko se estremeció por el recuerdo de esa fea máscara que tantas pesadillas le dio de pequeña.
- Cuando su mejor amigo, el tío Tanjiro, despertó luego de dos meses en los que había estado inconsciente, ¡este lunático se colgó del techo! Esta cicatriz es de esa pelea... - conto acercándose a su esposo para mostrar la cicatriz larga en la mitad de su pecho.
- ¿Como se colgó del techo? – pregunto su hijo extrañado, tenía mucha más conciencia de las capacidades que tenía un cuerpo humano, pero su padre siempre lo sorprendía con lo que era capaz de hacer.
- Ya no lo recuerdo, pero estoy seguro de que podría hacerlo todavía – respondió él despreocupado. Su hija mayor y su esposa lo miraron rodando los ojos mientras que todos los demás lo miraban entusiasmados por verlo intentar esa hazaña.
- Entonces... - continuo Aoi – Tuve que llevarlo a rastras a su habitación mientras me forcejeaba para liberarse, entonces caímos sobre una mesa y nos cortamos la mano con un florero que se rompió.
- Wooooa... ¿ahí fue cuando se enamoraron?
- ¿Creo que eso fue más adelante no? – le pregunto Aoi a su esposo.
- Supongo que sí – dijo dándole una sonrisa mientras se levantaba de hombros.
- A mí me contaron que se confesaron en un viaje al mar – les dijo su hija mayor quien al ser la primera hija del grupo de amigos de sus padres se crio escuchando las historias de sus aventuras, sobre todo cuando era más pequeña e iban a la Finca Mariposa o a la casa de la tía Nezuko.
- Así fue, unos años más tarde – explico Aoi tomándose del mentón.
- ¿Y no han vuelto a ir? – pregunto Haruko tratando de recordar algunas vacaciones en la que quizás habían ido.
- Quisimos ir con todos ustedes, pero preferimos conocer nuevos lugares, finalmente nunca volvimos.
- Podrían ir ahora, ya que estoy aquí – les propuso y sus dos padres la miraron.
- Pero... - Aoi pensaba que era pronto para dejarla sola, su hija creía que su esposo había muerto, probablemente tenía el corazón roto y quería estar ahí para apoyarla.
- Se merecen un tiempo a solas ¿no? – insistió.
- No es mala idea, me gustaría ver como esta ese lugar ahora – respondió Inosuke y cuando Aoi lo miro con cara de querer matarlo él solo tomo su mano y la apretó con suavidad, él se había dado cuenta de que su hija necesitaba tiempo a solas para pensar.
- Pero Haruko... Yuki-kun y tú acaban de llegar... - le decía apenada, aunque con el gesto de su esposo entendió lo que él pensaba.
- Y nos quedaremos por un tiempo – dijo levantándose de hombros, restándole importancia, mientras sus padres la miraban con tristeza.
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Somos familia || InoAoi
FanficLuego de que los chicos se fueran en busca de Rengoku, Aoi no podía dejar de pensar en las últimas palabras que le dijo Tanjiro antes de irse y esperaba ansiosa su regreso... Entonces ¿Como fue que se enamoró de Inosuke? Seguimos los acontecimientos...