⪼Capítulo 3⪻

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Irlanda, tres años después.

—Despacio —advirtió Louis en voz baja, después de haber forzado el picaporte de la puerta trasera de aquel viejo hospital—. Las reservas de sangre están en las cámaras de la morgue. Ya saben lo que deben hacer, nada de distracciones ordenó.

Luego de aquella fatídica noche donde todo había cambiado entre Lilith y Louis, habían comenzado a idear el plan para llegar hasta aquel preciado tesoro: el cáliz que les permitiría caminar bajo el sol. Décadas buscándolo sin dar con él, hasta que aquella noche, gracias a que Lilith había logrado embaucar a Dimitri Bagarella, para que confusamente confesara la ubicación del tan anhelado grial.

Luego de obtener esa información, viajaron a Hungría, más precisamente a Budapest, donde se encontraba el castillo de uno de los vampiros más ricos del país. Allí, según Dimitri, descansaba el cáliz. El lugar era custodiado por el vampiro húngaro, el respetado y envidiado Dominic Majoros. Su riqueza era incontable y su influencia entre los de su especie, totalmente destacable.

No fue difícil para Lilith entrar al castillo de Majoros. Había tenido algunos encuentros subidos de tono con él en algunas ocasiones, por lo que solo le llevó unos pocos minutos ser dirigida con el húngaro, que al saber que ella se encontraba en el castillo, no dudó en recibirla en sus aposentos.

Luego de una larga sesión de sexo, de embriagar al vampiro con su sangre y encantarlo con su don, había logrado que el húngaro la llevara a recorrer todo el castillo. Este se regodeó en su riqueza y embelesado por su propio poder, le ofreció a la vampira su morada en bandeja, desplegándola como si de un mapa se tratase, sin sospechar que Lilith se esmeraba en memorizar todo con lujo de detalle.

No había confirmado la ubicación de su tesoro hasta que Dimitri evitó pasearse por un sector en particular. El sector que contaba con más guardias, ubicado en el ala este del castillo, junto al mar.

Al ratificar toda la información que Dimitri le había proporcionado sin saberlo, comenzaron a idear un plan. Uno que no tuviera fallas, sin puntos ciegos, un plan perfecto que con la perspicacia de Lilith y la inteligencia de Louis, sería posible de llevar a cabo. Sin embargo, sabían que un plan de esa magnitud les llevaría varias primaveras, aún así, nada los detendría.

Llevaban tres años desde el inicio de aquel codicioso plan y un aquelarre de cinco vampiros incluyendo a Lilith y a Louis, cuando aquel barco zarpó desde Londres hacia Irlanda, donde recolectarían sangre. De esa manera, bebiendo sangre humana, permanecerían fuertes para el atraco. Irlanda junto con Inglaterra eran de los pocos países que habían comenzado a practicar las transfusiones de sangre, y ese fue el motivo que los llevaba a asentarse en esas tierras, más precisamente en Wicklow. No llamarían la atención, se dedicarían a atiborrar la mayor cantidad de sangre en bolsas que fuera posible, hasta que fuera el momento de viajar a Budapest.

Consideraban completo a su aquelarre, no necesitaban más. No debían sumar a nadie más, de lo contrario levantarían sospechas. Los de su especie no solían formar aquelarres. La unión de tres vampiros se consideraba como una extrañeza, ya que su salvajismo e individualismo se lo impedirían. Si lo hacían, sería evidente de que algo más estaban tramando; un gran robo hacia la élite o un ejército de vampiros.

Habían sido precavidos en reclutar hombres y mujeres a lo largo de los últimos tres años. Se habían mantenido fuera de la mira de cualquier curioso gracias a la imperiosa condición que Louis había impuesto para la creación del aquelarre: únicamente serían transformados humanos al borde de la muerte.

De alguna manera, Louis había recuperado parte de su humanidad cuando dejó de beber de la sangre de Lilith. Después de aquella concluyente noche, se había rehusado siquiera volver a morderla. En consecuencia, había dejado de beber también sangre directamente de un humano. Descubrió que podía alimentarse de animales, lo mantenía fuerte, por lo tanto, alimentaba de igual manera al resto del aquelarre. De esa manera, eran más controlables, a pesar de que Louis, gracias a su don, tenía siempre una gran ventaja. Sin embargo, Lilith se había negado por completo a ese sacrilegio de alimentación, e insistía que para mantenerse fuertes para el atraco, debían beber sangre humana. Razón por la cual, comenzaron a vivir como nómades a causa de tan ansiado líquido bermejo.

Fire on Fire [Larry Stylinson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora