⪼Capítulo 27⪻

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Newcastleton, cuarto día después de la desaparición.

—Liam... —Llamó suavemente cerca de su oído—. Cachorro.

—Intentó nuevamente, zarandeando despacio su brazo, logrando que apenas abriera los ojos.

—¿Regresó Harry?

Fueron las primeras adormiladas palabras que pronunció Liam.

—No hijo—respondió tristemente—, partiremos ahora hacia el norte, pero regresaré con él, lo traeré a casa, te lo prometo, cachorro.

Le besó la frente y se levantó de la cama con rapidez, había llegado la hora que estuvo esperando toda la noche. Se había ido a la cama con la intención de descansar aunque fuera por unas horas pero en vano fue el intento. La cabeza no le dejó de dar vueltas ni por un minuto. ¿Dónde estaría su cachorro? ¿Estaba bien? ¿En qué situación lo encontraría?. La incertidumbre calaba profundo en su corazón, deseaba tanto poder cumplir con la promesa que acababa de hacerle a su otro hijo.

Liam se levantó de la cama con rapidez, siguiendo los pasos de su padre. Muy lejos estaba de sentirse descansado, mucho menos sereno. Necesitaba saber que su hermano estaba bien, volverlo a ver, tenerlo bajo la seguridad de su techo. Lo cuidaría, lo protegería, porque estaba seguro de que si estaba sucediendo lo que suponía, Harry no estaba para nada bien.

Antes de que su padre cruzara la puerta de la casa, se acercó a él, apoyando la mano en su brazo.

—Ten cuidado, papá. Por favor.

Su padre y Harry eran todo lo que tenía.

Fueron las últimas palabras que Jay escuchó de Liam antes de salir de la casa. Se detuvo en el jardín cuando observó los lobos en la calle frente a la entrada. Cuatro lobos, dos más jóvenes, los cuales habían sido seleccionados para las expediciones por ser los mejores instruidos por Harry en sus clases de entrenamiento de los últimos meses, además de ser los más valientes y rápidos. También contaba con la presencia y la experiencia de Barak, y el Beta de la manada, su amigo del alma, su hermano.

Sus pechos estaban pegados a la tierra y la cabeza gacha en señal de sumisión y respeto hacia el Alfa, que no dudó en transformarse de inmediato para comenzar así la comunicación con ellos, percibiendo el primer pensamiento unísono de su manada.

"Encontraremos al futuro Alfa"

Prometían las voces de los lobos, atravesando con esas palabras el corazón del gran lobo negro, que levantó el mentón con suficiencia, tragando el nudo que en su garganta habitaba desde que su hijo había desaparecido, porque no podía evitar el miedo de no encontrarlo, no podía disuadir el pánico que sentía de solo pensar que pudo haberlo perdido a él también. Dió dos pasos seguros hacia adelante, rebosando poder y autoridad mientras caminaba en medio de los lobos, con la cabeza en alto a pesar de sentirse arrastrarse, a causa de la incertidumbre.

"Regresaremos con Harry, y festejaremos su consagración. Le daremos honra al próximo Alfa"

Comenzó a correr hacia el norte, guiando a los demás, en busca de su primogénito, el futuro Alfa de la tribu de Zabulón.

֎֎֎

Habían partido temprano por la madrugada, antes de que el sol se asomara en el horizonte, a pesar de ello, cuando Jay alzó el rostro hacia arriba, el sol brillaba en lo alto del cielo y aún no habían vuelto a encontrar ningún indicio del cachorro. El único rastro que habían podido olfatear, se encontraba muchos kilómetros al sur de donde estaban, sin embargo lo habían perdido luego de toparse con un gran oso que los desvió algunos kilómetros al este.

Fire on Fire [Larry Stylinson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora