DEMONIO DE PLATA

CAPITULO 3. Pesadilla interminable

Este Capi es cortisimo pero espero que les guste, tratare de llevar las cosas a su ritmo pero es que hay tanto en mi cabeza.... 

Disfrutenlo y no dejen de comentar 

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Varios días después diviso un enorme castillo, no sabía cuánto tiempo habían durado en llegar ya que se había dormido en repetidas ocasiones a los largo del camino, el miedo crecía a cada minuto pero no quería preguntar, solo observaba a sus captores se alegraban de llegar eso era seguro, se miraba en sus rostros solo el Draguet que la había capturado no tenía expresión de estar muy contento.

El pueblo era bastante pobre, se miraban chozas desvencijadas y de vez en vez se observaban niños harapientos en los callejones oscuros, uno en especial de ojos marrones, pelo revuelto y  su camisa hecha tiras con  las mangas enrolladas de tal forma que pudiera utilizar sus manitas la observaba con insistencia, sus miradas se cruzaron solo por un momento, no todo el tiempo llegaba una niña cubierta de sangre seca custodiada por seis Tumdras y Cuatro Draguet, poco a poco el niño salió de su campo de visión colocándose a la vista el gran castillo.

Cuando por fin  llegaron a las puertas, uno de los Tumdra aporreó la puerta de entrada, dentro se escucho el movimiento de varias personas seguidamente del sonido de las poleas que abrían las puertas, lentamente sus captores se pusieron en movimiento para entrar en la fortaleza, la niña no podía creer la gran diferencia entre el pequeño poblado que se encontraba dentro de las puertas y el que acababan de pasar, al llegar al castillo principal, las puertas ya se encontraban abiertas para recibirlos, los guardias vestidos con ropas negras y en su cintura una enorme espada, estos  se apartaron para dar paso a los recién llegados, a paso firme entraron al largo  pasillo, habían piedras en las paredes que irradiaban una luz amarillenta que iluminaba los  pasillos de piedra negra, al llegar al final subieron por unas escaleras que dieron lugar a otro pasaje donde al final se encontraba una única puerta abierta con dos enormes Tumdras a los lados, parados como centinelas de piedras, pero sus pequeños ojos observaban cada movimiento de los visitantes.

Cuando entraron la niña pudo ver el gran salón, habían muchos hombres a los costados algunos de estos con enormes túnicas que cubrían sus rostros, al ver el centro del salón Escarleth logro ver a un hombre sentado en un tipo de trono de piedra que tenia vides en oro cubriendo la estructura del mismo, el hombre vestía una túnica de un color rojo profundo casi negro, con extraños grabados en color plata, sus ojos negros como el carbón, el pelo largo y negro, de nariz recta y su boca estaba enmarcada con una barba canosa en forma de candado, sonreía de forma sarcástica, la niña miro a los lados y vio como colgaban de las paredes cabezas de animales extraños que ella nunca había visto excepto uno, un dragón rojo, que había visto en uno de los libros de su madre, además algún tipo de enorme felino con una melena casi dorada entre otros muchos que la observaba, al otro lado las enormes ventanas abiertas dejaban que las luz del atardecer  entrara y el techo de cristal dejaba ver un cielo limpio de nubes, en el fondo habían enormes cortinas cubriendo las paredes, también vio enormes estandartes pero no diviso el símbolo que había grabados en ellos, cuando el Tumdra la tomo y la bajo del Draguet inició una serie de murmuración en la habitación, no cabía duda que hablaban de ella, el enorme animal se sacudió y la empujo con el hocico hacia el hombre, increíblemente no hablo uno de los Tumdras sino que fue el mismo Draguet que tomo la palabra.

–      Aquí esta lo que nos solicitó, el trabajo se termino según sus especificaciones, no quedo nadie con vida el pueblo – dijo el animal con voz rasposa

El hombre del trono se levanto y camino hacia ella observándola con cuidado

–      Es una niña – dijo con voz pasible