DEMONIO DE PLATA

CAPITULO 14. Un aliado inesperado

Este capitulo se lo dedido a nildamoreno, AdriancrCarcedoRoble y villanu por darme tanto animo para continuar con esta historia, espero no decepcionarlos con los siguientes capitulos y siempre esperare sus comentarios.

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Relaje mi cuerpo para que las alas desaparecieran por completo antes de ver como todo terminaba de restablecerse, camine y entre a la cueva ignorando las miradas de miedo y curiosidad que me lanzaban hada y ninfa, sonreí al ver la caverna nuevamente llena de vida pero el sentimiento desapareció al pensar que este lugar jamás volvería a ser igual, di un ligero salto para llegar al enorme sauce.

-       Mektalikg -  ordene al árbol  posando una mano en la madera retorcida

El árbol obedeció invirtiendo el sentido de la madera revelando su tesoro, la vasija con el conjuro de obediencia y el sello del mundo de Darius estaba ahí, la tensión se apodero mi cuerpo al pensar que tenía el futuro de mi amigo en mis manos, lo único que podía hacer para resarcir una milésima parte de lo que mi llegada había provocado era intentar liberarlo.

-       Eres tu… - dijo Gwyllion hablando por primera vez desde que todo regreso a la calma, me acerque a ellas y con delicadeza les retire el collar que las protegía y me lo coloque a mi misma en el cuello -  eres tu el guerrero de la profecía, tu eres quien nos salvara

Les di  la espalda a la muy sonriente hada y la sorprendida ninfa, y tome el camino de vuelta a la aldea, el plan era encaminarlas lo más que se pudiera y buscar una solución a mi problema inmediato. Gwyllion me siguió y revoloteo parloteando tonterías sobre salvar los mundos y la ninfa casi lloraba de alegría al imaginar todo lo que el hada decía, hubiera sido conmovedor el encontrar un héroe con toda la historia que tenía este mundo si no fueran tan irritantes y yo  no estuviera de tan mal humor, no era una heroína y definitivamente no era el guerrero de la profecía, con este pensamiento me gire para encarar al hada.

-       No!- dije harta del parloteo – no soy el guerrero salvador de mundos

-       Si lo eres – respondió el hada indignada señalando la marca – ¡esa es la prueba!

-       Esa marca es una maldición o acaso no lo ves, yo no soy el guerrero legendario de… - guarde silencio por unos segundos y con voz fría termine. – yo no puedo serlo, porque yo soy al que conocen como el demonio de plata.

Gwyllion quedo congelada en el aire con la boca abierta y la ninfa me miraba con renovado temor, casi hubiera reído si no estuviera cansada de las expresiones de la gente, si no me querían matar, me miraban con odio o temor.

-       Eso no es posible – dijo Gwyllion cuando se recupero de la sorpresa. -  es mas eso es imposible. – dijo con renovada seguridad.

Solté un resoplido y seguí mi camino tratando de ignorar a mis protegidas, el hada seguía parloteando y  la ninfa que ahora sabia que se llamaba Darla se le había unido a sus ilusiones o más bien alucinaciones, definitivamente el olor del inframundo les  había soltado un tornillo a ambas. El alivio fue evidente en mi rostro cuando estábamos a tan solo unos metros de la aldea, camine más despacio dejándolas pasar primero  mientras yo me ocultaba entre la vegetación.

Un jaleo llenó la aldea cuando la ninfa y el hada ingresaron, habían ninfas y elfos con armaduras improvisadas dispuestos a ir a una lucha donde sabían que morirían o al menos eso era lo que se mostraba en sus rostros tensos, Darla corrió hacia sus padres una ninfa de cabellos negros y un elfo de nariz puntiaguda que intentaban acomodar sus espadas en la funda de sus cinturones, pero eso a Darla no le importó mientras corría con lagrimas en los ojos hacia ellos, la ninfa levanto al fin la vista y reconociendo a su hija golpeo a su esposo en el hombro para que volviera a ver al mismo tiempo que corría a su encuentro, Oksana salió de la casa de Agnes  y al ver a la ninfa desaparecida se les unió pero para sacar información, a los pocos segundos Holly y Zully salían de su casa con una mirada taciturna, Agnes fue la primera en ir hacia el hada y darle la bienvenida. Todo regreso a la calma y poco a poco los guerreros improvisados se fueron despojando de sus armaduras y armas volviendo felices a sus casas a preparar todo para una gran fiesta, me retire antes de que se percataran de presencia.