CAPITULO 8. Impotencia

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Se que ha pasado mucho desde la ultima vez que actualice, pero es que mi tiempo ha estado mas enrredado y estoy sacandolo a ratitos, si ven algun error favor avisarme  que muchas veces por estar a ratitos nada mas... se me van algunos errores 

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Mónica

Durante años intenté explicarle a Escarleth lo que estaba ocurriendo cada vez que se dirigía a una batalla y el daño que ocasionaba, pero a sabiendas del conjuro de obediencia que cargaba, sabía que no era el momento, desee  que luchara contra el hechizo de Marlock pero eso no sucedió y ya era hora de que la matanza terminara y darle la carta que el Mago Cornelius dejo para el guerrero legendario, la espera para que el mago estuviera débil y no la lograra detectar por fin había llegado y no desperdiciaría la oportunidad. La nieve caía sin misericordia en forma de pequeños copos  cubriéndome por completo  en el largo lapso que  tenía esperando su llegada.

En un momento estaba sola y al otro el túnel se abrió con furia dejando pasar a guerreros cansados y heridos caminando a mi lado, empujándome e ignorándome mientras que buscaba a Escarleth,  guerreros de todas  las especies fueron desapareciendo, unos refugiándose del clima  y otros en busca de los médicos para ser sanados dejándome nuevamente sola en el frio, esperando y  solo cuando ya no sentía mis extremidades que se congelaban ,decidí regresar sola al castillo sin haber cumplido mi meta..

Recorrí con rapidez los múltiples pasillos del castillos y desviándome a la cocina para entrar a mi habitación que se encontraba unida a esta, deje el abrigo en un gancho de la pared cerca del fuego para que se secara y cambie mi  ropa, sentándome frente a la cama observe distraídamente mi habitación, la cama era más bien un viejo cajón con un suave colchón hecho de paja cubierto de un edredón con diseño realizado con telas de varios colores, representando un amanecer, disponía de una mesa cerca del fuego para escribir y un viejo baúl al pie de la cama, mi vista quedo prendada del telar con la capa que le tejía actualmente  a Escarleth y  casi terminaba, una fuerza nueva me entro al dirigirme a él y sentarse en el pequeño banco de madera.

Cuando comencé a tejer el abrigo a Escarleth no sabía muy bien que colores escoger y los materiales, eligiendo al final un color rojo tan oscuro que casi parecía negro, el hilo dejaba un tacto aterciopelado para mantener el calor corporal aunque ella no lo necesitara.

Mi habilidad natural era que las plantas florecieran cuando yo lo deseaba y lo ponía en uso cuando mi amado abuelo Cornelius vivía mantenía su habitación llena de flores frescas pero después de que murió no era muy útil por lo que me esforcé en aprender a cocinar y tejer, cuando Escarleth llego me dio  la oportunidad de cuidarla. Terminaría la capa y se la daría a Escarleth cuando volviera, después de todo ella lo prometió.

Hacía mucho que no recordaba a Cornelius evitando el dolor de su perdida, antes de morir me había dado una carta para el elegido y un collar que me protegería, mismo collar que me mantenía joven, pero solo yo sabía lo vieja que me sentía por dentro.

No dormí esta noche ni la siguiente esperando a que Escarleth llegara, cuando termine la capa la deje sobre el telar y fui a buscarla a su habitación pero Darius me menciono que recupero la conciencia en medio de  la batalla y después de que regresaron alzo el vuelo y no apareció desde entonces, regrese a mi propio cuarto  algo desanimada y preocupada por el estado anímico de la Escarleth, todo se borro de mi mente al entrar y encontrar todo revuelto y destrozado en cuarto, el colchón de paja lo abrieron y ahora estaba cubriendo el suelo y el edredón completamente desgarrado,  al pequeño escritorio las llamas lo devoraban al igual que las cortinas, muy tarde me di cuenta de que los que habían entrado aún estaban ahí cuando apareció Patrick, el lacayo del rey salir de mi cuarto de baño con cara de frustración.

DEMONIO DE PLATADonde viven las historias. Descúbrelo ahora