¿Etica?
Aurora Smith.
El señor Isaac exhala antes de comenzar.
—En muchas ocasiones en medio de la misa me imagino escenarios obscenos, donde se incluye la penetracion, el coito, a veces observo los cuerpos de las mujeres que asisten a misa, trato de no incomodarlas pero... hay veces que mi mente vuela, divaga entre todas las posibilidades sexuales.
Hago mis anotaciones y al subir la mirada veo como pasa saliva y su manzana de Adán sube y baja lentamente.
—He tenido sueños sumamente explícitos, sobre todo el mas reciente que tuve con una mujer que me utilizaba para complacerse. —suspira.—perdone por lo que voy a decir, pero usted me dijo que fuera un libro abierto así que...
Antes de que vuelva a empezar tomo asiento nuevamente, me siento encima del escritorio y doblo mis piernas una encima de la otra.
—Últimamente he pensado mucho en usted de formal sexual.
Me quedo en silencio, sinceramente el hecho que piense en mi de esa manera me intriga demasiado.
—He pensado en todas las posiciones en las que podría ponerla, lo que podría hacer con su pequeño cuerpo.
Con sus palabras comienzo a sentir un pequeño cosquilleo en el bajo vientre.
—Usted es una mujer muy atractiva señorita Smith, goza de una pequeña cintura en la cual podría posar mis manos y moverla a mi antojo.
Veo como el se levanta de su asiento y se acerca poco a poco a mi.
Yo permanezco impasible y expectante a lo que pueda hacer.
El se coloca frente a mi muy cerca, y yo por mero impulso abro las piernas y dejo que se ahueque entre ellas.
La tensión entre nosotros es cada vez mas palpable.
—Tomar esas pequeñas muñecas.—el toma con suavidad mis manos y hace un pequeño deslizamiento hasta que toma mis muñecas.—y sujetarlas con fuerza para que usted no sea capaz de moverse, esa piel tan blanca y tersa debe de marcarse fácil.
Suspiro, comienzo a sentir como mi entrepierna se esta acalorando cada vez más.
—Señor Meyer...—digo como si de un susurro se tratase, coloco una mano en su pecho para tratar de alejarlo, es entonces que bajo mi tacto se sienten grandes biceps que se contraen ante mi toque.—no esta bien, deberíamos mantener distancia.
—Pero si todavía no he terminado señorita Smith.—dice cada vez mas cerca de mi boca, me doy a la tarea de observar cada una de sus facciones extremadamente masculinas, una barba de candado perfectamente delineada y unos ojos de color azul los cuales cubren unas espesas cejas y pestañas. —cuando veo su delicado y elegante cuello me imagino como se vería con una correa, o mejor aun, como se teñiría desde su escote hasta sus mejillas mientras la penetro una y otra vez hasta que llegue a lagrimar.
Dios mio, no se por que el solo la idea me hace salivar.
Imaginarme a el, con eso grandes brazos tomándome con fuerza bruta y penetrándome sin piedad.
El ya no dice nada, simplemente se acerca a mi boca. Y pienso que me va a besar, pero no.
Su boca me da un pequeño beso en la comisura izquierda y va bajando poco a poco.
Pasa por mi mejilla y baja hasta mi cuello, a partir de ahí da pequeñas succiones con los labios, lo hace lento, sutil.
Yo comienzo a apretar las piernas a sus costados, mi entrepierna ha empezado a latir con fuerza.
Busco alguna manera de aliviar un poco el pequeño dolorcito delicioso que ha provocado.
Así que hecho para atrás mi culo y me pongo de tal forma que su creciente ereccion acuna mi entrepierna.
Trato de frotarme pero el me lo impide tomándome con fuerza de la parte trasera de mi muslo evitando que me mueva.
El sigue dándome besos, pasando por mi clavícula hasta que baja hasta mi escote, su barba me hace pequeñas y deliciosas cosquillas en la piel.
El corset al tener transparencia delata mis duros y excitados pezones.
El solo se limita a acariciarlos suavemente con los nudillos sobre la tela.
Quiero, no. Necesito que haga más, mucho más.
Y es entonces que el timbre que avisa que se ha terminado la sesión suena.
El rápidamente se separa de mi, y me sonríe con picardía y suficiencia.
—Que rápido nos olvidamos de la ética señorita Smith, pero no me quejo.—sonríe.— que tenga buena tarde, nos vemos la próxima semana.
Y sale del consultorio dejándome a medias, y como una maldita adolescente hormonal.
Hijo de perra.
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Al llegar a mi casa sigo afectada por el suceso con Isaac, me dejo a medias y ahora tengo que terminar el maldito trabajo que el inicio.
Es entonces que me postro sobre mi cama, me bajo los pantalones quedando solamente con mi corset y mi tanga de encaje negro.
Abro mis piernas y me acomodo, hago hacia a un lado mi tanga y con mi dedo anular y corazón comienzo a acariciar mi clitoris y mi entrada.
Maldito Meyer hijo de perra.
Dios me perdone, pero es su rostro el que me viene a la mente cuando acaricio de forma frenética mi clitoris.
Siento como una burbuja en mi bajo vientre se empieza a inflar.
Meto mis dedo en mi entrada y me penetro una y otra vez.
Comienzo a soltar pequeños gemidos, con lo mojada que estoy el penetrarme es muy fácil.
Siento como mis paredes se contraen alrededor de mis dedos.
Y pienso en su maldita sonrisa picara, en sus besos sobre mi cuello.
Y entonces llega el clímax.
Gimo fuertemente y mis muslos se aprietan, siento como la vista se me nubla y suspiro de satisfacción.
Siento como el sudor me recorre las sienes y maldigo.
Maldito seas hombre bíblico.
Pero me vengare, esto no se va a quedar así, al diablo la jodida ética. A mi nadie me deja con las ganas, yo dejo con las ganas.
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TIÉNTAME A PECAR (+21) (LIBRO 1) (SEGUNDA EDICIÓN)
Short StoryLujuria... ¿Qué es la lujuria?. Depende de qué punto de vista lo veamos, algunos lo ven como aquel deseo aquel arrebato o aquella furia que desata los instintos más primitivos del ser humano convirtiéndose en un personaje sin raciocinio. Otros lo ve...