CAPITULO 15

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Oh, empanada traviesa

Isaac Meyer

Maldita sea, mi ereccion late en mi pantalones cuando slgo del consultorio.

Eso si que estuvo jodido.

Rápidamente me apresuro a mi casa.

Al llegar tomo un baño de agua muy fría para bajar un poco los humos.

Preparo unas cuantas velas aromáticas a mi alrededor para relajarme.

Y una vez que ya estoy en mi tina, comienzo a analizar y a saborear ese momento con Aurora Smith.

Es cuando comienzo a reír, oh pobrecilla Smith, se olvido un poco que es mi psicóloga.

Poco a poco me estoy convirtiendo en un cínico.

¿Pues si ya estoy condenado al infierno por que no disfrutarlo?.

Comienzo a relajar mi cuerpo en la bañera y tomar unas cuantas respiraciones para lograr relajar mi mente.

Qué día tan mas bueno verdaderamente.

Aurora Smith

Después de calmarme un poco, me sigo ocupando de mis distintas actividades diarias.

Aunque ya tengo una forma de vengarme de el hombre bíblico por ahora esperare para llevarlo a cabo.

Aunque dicho plan vaya contra las normas de ética del psicólogo y contra mi propia moral.

Pueden hacerme lo que quieran, excepto en el ámbito sexual.

Eso si que no lo voy a permitir, pero en fin.

Ahora estoy en camino a casa de mis padres para darles una vista.

Hace mucho que no los ve, y sinceramente los extraño.

Después de todo es lo único que me queda.

Llego y puedo ver la fachada de la casa de mi infancia.

Una infancia tan linda hasta que un suceso trágico
nos azoto y a partir de ahí fue tragedia tras tragedia en mi vida.

La casa es de un color rosa pálido, con un gran jardín en el recibidor que mi mamá cuida con su vida, entre el jardín hay un caminito de piedra que te dirige directamente a la puerta, la cual es blanca y esta pintada con diseños garigoleados a libertad de color negro.

Hay un pequeño buzón de hojalata en la parte central de la puerta con el apellido familiar Smith, que sinceramente esta mas de adorno que otra cosa, ya que en estos tiempos muy pocas veces se recibe cartas.

Toco la puerta y escucho detrás de ella la voz de mi madre.

—"¡Oh mi amor!, ¡debe ser mi bebé!".

Es fecha que mi madre me sigue llamando bebé, ella dice que no importa la edad que tenga, siempre voy a ser su pequeña bebé.

Pronto mi madre me abre la puerta y me recibe con un gran y cálido abrazo.

Yo me dejo llevar, ya que es única la sensación que me deja en el pecho cada que mis padres me abrazan.

—¡Pero pasa hija!, ¡pasa!.—me dice con una sonrisa de oreja a oreja.—tu padre y yo te esperábamos con ansias.

Ambas nos dirigimos a la cocina y veo a mi padre sumergido en preparar sus exquisitos platillos.

Así como mi madre es una amante de la jardinería, mi padre es un maestro de la cocina.

TIÉNTAME A PECAR (+21) (LIBRO 1) (SEGUNDA EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora