CAPITULO 13

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Ética

Isaac Meyer

A partir de que yo tome la pipa son recuerdos vagos y lagunas mentales las que vienen a mi mente.

Fue un buen viaje por lo que analizo.

Y afortunadamente nunca nos descubrieron, eso si, se dieron cuenta que nos ausentamos y nos castigaron, pero no que fumamos hierba.

Nos hubiera ido mil veces peor.

—¿ Y bien Isaac ?. —es Christian quien me saca de mi letargo.

—¿De qué?. —enarco una ceja.

—¿Qué vas a hacer?.

—¿Pues que?, resistir y aguantar como siempre, a esta religión he dedicado mi vida.

—Pero puedes cambiar tu destino Isaac, depende de ti y solo de ti, que te importe una mierda lo que piensen tus padres o no, ya están a un paso de la muerte.

Lo se, se que mi destino esta en mis manos y ya no puedo hacer responsables a mis padres por mis decisiones pero...

Hay ocasiones que recuerdo todo el daño que me causaron, el dolor y la decepción de que las personas que me concibieron y que según la sociedad y el mundo me deberían de amar, me aborrecían.

No le hicieron daño al Isaac de 30 años, le hicieron daño al pequeño Isaac que no quería ser fuerte, quería protección.

—Bueno Isaac, me tengo que ir, ya sabes que cualquier cosa estoy para lo que necesites.

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Son las 8 pm y los nudillos me arden y mis brazos me duelen, pero aun así sigo tirando golpes uno tras otro al costal que esta al frente mío.

Mis manos están cubiertas por vendas.

A veces cuando me siento frustrado me gusta entrenar boxeo para sacar mi ira y enojo de una manera práctica.

Me gusta el deporte, soy un apasionado en ello.

Es como si de alguna manera mi cuerpo pudiera hablar a través de dichas actividades.

Sinceramente tengo un cuerpo bien esculpido y siempre lo he admitido.

Mas de una vez me he dado cuenta de las miradas morbosas hacia mi, de tanto hombre como mujeres.

Y joder, como me llena el ego, tal vez sea una parte tóxica de mi pero no me importa.

Conozco lo que soy y se lo que tengo.

Al final termino sudado, exhausto y un poco somnoliento, la playera se me pega debido al sudor.

Tomo mi botella de agua y le doy un gran sorbo.

Reviso mis manos y me doy cuenta que han sangrado mis nudillos.

Hum, gajes del oficio.

Tomo mis cosas y camino hacia mi casa.

Al llegar me doy una larga y relajante ducha.

Me coloco unos joggers y me mantengo con el torso desnudo.

Me preparo la cena y al momento de sentarme en la mesa comienzo a ver los estados de Instagram de la gente.

Recientemente he agregado a mi psicóloga, tiene un nombre extraño en su perfil la verdad, aun no lo entiendo.

Veo que a subido una foto a su historia.

Le respondo la historia con un comentario, "que linda lic".

Tarda unos cuantos minutos en contestarme.

"Gracias, muy amable Meyer".

"Vaya, que formal".

"No te puedo responder de otra manera Meyer, va en contra de mi ética ;).

"¿Y no podemos romper un poco las reglas? ;)".

"Tal vez, en algún momento"... ;).

Sonrío y apago el celular.

Bueno, es un avance.

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Ha llegado el día de mi cita con la psicóloga Smith.

Me encuentro frente al consultorio nuevamente, con por supuesto su secretaria al frente.

—Pase usted, señor Meyer.

—Gracias.

Entro al consultorio y veo a la señorita Smith sentada leyendo un libro.

Ella al verme centra su mirada en mi, cierra el libro y se levanta.

—Isaac, bienvenido nuevamente.

Me doy el lujo de volverla a repasar, tratando de ser lo mas discreto posible.

Lleva un precioso corset negro com transparencia, junto con unos pantalones acampanados que le dan esa figura de reloj de arena y realza sus curvas y sobre todo sus pechos.

Lleva un collar y un par de pulseras a juego, el collar adorna su hermoso cuello de una manera exquisita.

Tienen unas muñecas tan fragiles y tan pequeñas que podría sujetarla con una sola mano y hacer lo que se me venga en gana.

La misión de repasarla discretamente falla, al que la señorita Smith carraspee.

—¿Se le perdió algo señor Meyer?.

Y todavía nada de hombre bíblico.

Disculpe si la incomode y perdone el atrevimiento, pero esta usted preciosa, se que no justifica que la repase sin su consentimiento, no lo volveré a hacer.

—No, sígalo haciendo por favor, que no me molesta, me halaga. Su mirada mas que ser acosadora es admiradora. No intimida tienta.

Nos quedamos en silencio durante un momento.

—Bueno, sigamos en lo que nos habíamos quedado en la anterior sesión, nos habíamos quedado en la mala relación que lleva con sus padres y como estos lo han reprimido en diversos ámbitos. Sobre todo en el sexual.

—Si.

—Señor Isaac, podría extenderse mas en ese tema.

—Claro, hum... bueno, mi mente al reprimir tanto mi lado sexual, se la pasa todo el día en pensamientos intrusivos, día y noche, hay ocasiones en las que solo pienso en sexo.

—¿Podría describir esos pensamientos?.

—Si, aunque temo lo que usted vaya a pensar.

—Señor Meyer, aqui puede ser un libro abierto, nadie lo va a juzgar.

Suspiro.

—Esta bien.

—Esta bien

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TIÉNTAME A PECAR (+21) (LIBRO 1) (SEGUNDA EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora