Capítulo 9

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La curiosidad era algo que Minhee odiaba, le hacía sentir ansioso cuando no sabía algo que él quería saber.

Pasaron un par de días desde que conoció a ese bonito chico que iba a su misma escuela, el mismo que andaba rondando en su cabeza desde ese primer momento donde se ‘conocieron’. Aún no sabía su nombre, tampoco en qué año iba, ni su edad, no tenía ni una mínima idea sobre él. Y eso le inquietaba por completo, quería conocerlo, pero Minhee no se atrevía a acercarse.

Le había sucedido un millón de veces intentar acercarse a alguien y mantener una conversación, porque él no era de hablar mucho, sin embargo al no tener idea de cómo hacerlo solo se callaba y las otras personas terminaban por alejarse. Además, aquellas personas terminaban por tildarlo como alguien ‘raro’. Él no se veía como alguien raro, ¿acaso no era normal no saber cómo iniciar una conversación? Estaba seguro de que habrían muchas personas en el mundo que tampoco sabían hacerlo.

Era la hora del almuerzo, Minhee se sentó en una de las mesas vacías en el fondo del gran comedor. Estaba con su mirada centrada en la comida que su madre le había hecho con mucho cariño esa mañana. Y entonces observó una bandeja ajena a la suya posarse en el lugar frente al suyo.

Alzó su mirada encontrándose con esos ojitos bonitos que había visto más de cerca en la azotea de la escuela, el chico esbozó una pequeña sonrisa mientras tomaba asiento en la silla libre.

— ¿Está bien si me siento aquí, cierto? —preguntó en un tono de voz tan dulce que Minhee se sintió cayendo en un encanto.

— S-sí. —susurró, volviendo a mirar su comida.

— Me llamo Ahn Seongmin. —se presentó el chico, Minhee asintió con su cabeza.

— Kang Minhee. —respondió, sin mirarle.

Fueron unos largos minutos en silencio, ambos centrados en sus comidas. Minhee no podía evitar verlo de reojo, notando así un pequeño lunarcito que el chico traía en su nariz. Por alguna razón, aquel lunar le resultó algo familiar, como si lo hubiese visto en algún otro momento. Pero estaba seguro de no haberlo notado hasta entonces y le extrañó.

Escuchó el ruido de unos palillos siendo dejados sobre la bandeja así que su mirada curiosa se alzó hacia el chico pelinegro, éste ya lo había estado viendo desde antes y le tomó tan por sorpresa que no pudo evitar un ligero sonrojo.

— Dime por favor que no soy el único que siente que nos conocemos desde antes. —habló rápidamente Seongmin.

Fue tan inesperado que Minhee tardó en reaccionar ante sus palabras pero luego se rió, porque antes pensó en que estaba volviéndose loco solo por querer hablar con él y por eso aquella familiaridad.

— No, Dios. —respondió, viéndole directo a los ojos—. Realmente siento que te vi en alguna otra parte, desde el primer momento. —confesó.

Seongmin suspiró, riendo un poco también.

— Me alegra saberlo. —respondió, mordiendo un poco su labio inferior—. ¿No nos hemos visto casualmente en otro lugar o algo así?

— No, no creo. De ser así lo recordaría. —Te recordaría quiso decir, pero se tragó sus propias palabras.

— Oh... entonces supongo que somos almas gemelas, nuestras almas se reconocieron. —sonriendo con burla, Seongmin volvió a mirar su bandeja.

Minhee también sonrió, manteniendo su mirada en el chico mientras volvía a sentir aquel sentimiento de familiaridad llenarle el cuerpo.

Seongmin era alguien muy charlatán, pero Minhee se dió cuenta de que ésto era solo cuando hablaba de cosas que realmente le gustaban o interesaban. Le habló sobre cuánto amaba el universo, las estrellas, la luna, el sol, los planetas, todo aquello que hubiera en aquel enorme espacio. También le contó sobre lo mucho que le interesaba la tecnología, que le gustaría en algún momento crear algo nuevo para que todo el mundo lo usase en algún futuro. Minhee se perdió en el brillo de sus ojos cuando hablaba, le sonreía de vez en cuando y respondía cuando era necesario.

Se perdieron en su pequeña burbuja que cuando se dieron cuenta el timbre indicando el cambio de clases sonó y debieron despedirse. Aún pese a ésto, Minhee estaba feliz por haber logrado hablar con él.

Al llegar a casa le contó con felicidad a su madre que había hecho un amigo y ella se emocionó incluso más que él, diciéndole que debería de invitarlo a casa algún fin de semana para que pudiera conocerlo.

Todo estaba de maravilla para Minhee, cuando la hora de dormir llegó se acostó emocionado porque un nuevo día llegase y pudiera estar con Seongmin una vez más, poder hablar con él, estar juntos.

Cerró sus ojos acomodándose mejor en su cama, y entonces comenzó a soñar.

Un hombre alto y de cabellos negros estaba viéndole con una sonrisa, lo llamaba por su nombre mientras su mano le indicaba se acercara hasta él. Minhee sentía sus piernas moviéndose hacia aquel hombre, llamándole de una manera que le hizo sentir extraño.

“Papá”, dijo. Estaba confundido, también enojado. No quería acercarse a ese hombre. Había dañado a su mamá, él lo sabía. La había dejado, los había dejado. Pero, ¿por qué iba hacia él? No quería hacerlo. Quería detenerse en su lugar, pero sus piernas parecían no querer acatar sus órdenes y seguían avanzado. Hasta que llegó a su lado y el hombre alto envolvió su hombro con su brazo derecho, su mano izquierda desparramandole el cabello.

“Pero mira que guapo está tu niño hoy, Sana”. Un sentimiento de tristeza le invadió el cuerpo, Minhee quiso llorar y el hombre siguió hablando. “Se vistió así de guapo para venir a visitar a su mamá, Kim Minhee está hecho todo hombre, ¿no crees?”

Bajando su mirada, Minhee se encontró con una tumba que traía escrito el nombre de su madre. Su pecho se llenó de angustia, las lágrimas se deslizaron por sus mejillas.

Y Minhee despertó.

Woobin estaba sentado en la cama de esa habitación que sabía no era la suya, sabía que era de otro Minhee con una vida diferente a la suya.

— Creí que tardarías más tiempo en recordar tu vida allá, Minhee. —le dijo.

— ¿Quién eres tú, Seo Woobin? —preguntó directo.

Esbozando una sonrisa, Woobin corrió su mirada hacia el frente.

— Es linda la habitación de Kang Minhee, ¿no crees? Muy ordenado todo.

— No me cambies de tema. ¿Quién eres, Seo Woobin? ¿Cómo hiciste para que pueda estar aquí con Seongmin?

Suspirando, Woobin se giró a verlo.

— Yo no hice nada. —respondió, su voz cargada de sinceridad—. El espejo, ¿lo recuerdas, cierto? —confundido, Minhee asintió y Woobin estiró su mano para tocarle la frente con su dedo índice—. Lo tocaste cuando te enseñaba esa realidad, donde Seongmin estaba. Así que el espejo solo cumplió tu deseo, viajaste a un universo diferente al tuyo.













saben tenía algo muy diferente escrito para este capítulo pero la cosa se me fue d las manos y bueno acá tamos

disculpen si hay algún error

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