Capítulo 12

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Desde aquel día, Seongmin había estado actuando extraño.

Bueno, en realidad él parecía actuar como si lo del baño nunca hubiera ocurrido, como si no lo hubiera jalado del brazo para alejarlo de Wonjin y como si tampoco hubiese mirado al castaño de una manera amenazante. Además, se había pegado a él tal cual haría una garrapata, no había ni un mínimo segundo en el que no estuvieran juntos. Y Minhee comenzaba a creer que Seongmin estaba tratando de que no volviera a hablar con Wonjin, porque el castaño sabía cosas que, al parecer, él no quería que supiera.

Era estresante.

Suspirando, se acomodó en la cama, apoyando su cabeza en el hombro del menor. Eso era lo que más le hacía sentirse... no incómodo, sino que raro. Porque aún sabiendo que Seongmin no era lo que aparentaba, que ocultaba cosas, no quería que se apartara de su lado. Cada día que pasaba ahí, se sentía más encariñado a él. A tal punto en que comenzó a dudar si de verdad quería volver a casa.

— Quiero tener una gema del tiempo. —murmuró Seongmin de la nada, ambos ahora estaban viendo Doctor Strange.

— ¿Por qué? Sería extraño cambiar las cosas.

— Tal vez. —el pelinegro giró un poco su cabeza, para verlo—. Pero podría cambiar algunas para un bien.

De alguna forma, sintió que sus palabras iban más allá de la película. Minhee lo observó de vuelta, tratando de descifrar lo que sus ojitos expresaban. Había algo ahí que él no sabía, pero que anhelaba entender.

— ¿Está mal querer cambiar algo que te hace daño? —un brillito nació en los ojos de Seongmin. El alto creyó que lloraría, pero éste nunca lo hizo. En cambio, esbozó una sonrisa algo triste—. Minhee, ¿no quisiste cambiar algo cuando viniste aquí?

Ahí, en ese exacto momento, el corazón de Minhee se saltó unos latidos. Sintió como si su boca se hubiera secado y el tiempo se hubiese detenido. La forma en que Seongmin lo miraba, como si estuviera viéndose a sí mismo reflejado en él, le hacía revolver el estómago en mil emociones. Sus pensamientos se dispararon en mil direcciones, cada uno de ellos gritando diferentes cosas en tonos uno más fuerte que el otro. Pero había uno ahí que sobresalía, que era más poderoso y que le hacía mantener su mirada en esos ojitos que le miraban atento, tal vez esperando su respuesta.

Ahn Seongmin siempre supo que él no era el Kang Minhee verdadero.

El menor le sonrió, tan radiante como siempre. Se inclinó un poco en su dirección y le dejó un sonoro beso en su mejilla, brindándole una dulce caricia después. Así, él volvió a prestar atención a la película, dejando a un Minhee lleno de confusión y dudas.

Una vez más, el chico de baja estatura actuó como si nada hubiese pasado, como si sus palabras no hubieran dejado a Minhee plasmado. Él tampoco se animó a tocar el tema otra vez, porque en sí no tenía una respuesta clara que darle. Había viajado a esa realidad por voluntad propia, sí, pero cómo le explicaba que fue porque lo vió gracias a un espejo y deseaba como nada en el mundo el encontrarlo.

Seongmin se fue temprano el domingo, se despidió dejándole otro beso en la mejilla y luego se marchó tranquilamente. Pero, si hablamos de los pensamientos de Minhee, el chico pelinegro nunca dejó su cabeza. Se mantuvo allí, metido en sus pensamientos con un sin fin de dudas que no eran resueltas.

(......)

El lunes a primera hora, Minhee buscó por todas partes a Wonjin. También pensó que sería buena idea buscar a Woobin, sin embargo, al mayor pareciera que la tierra se lo hubiera tragado, lo cual le frustró en demasía. De todas formas, encontró a Ham Wonjin en el mismo lugar que la vez pasada: el baño.

— Wonjin. —musitó, observándolo como si el castaño supiera el secreto de las Cangreburguers mismas.

— ¿Uh? —tal mencionado se volteó, sus miradas encontrándose entonces. Lo visualizó desde el cabello que estaba parado de forma rebelde en su cabeza hasta la punta de sus zapatillas, hasta volver a subir a su rostro, él pareció recordarlo—. Ah, tú. ¿Te envió él, cierto? ¿Qué me harás? ¿Golpearme?

— No voy a hacerte nada. ¿Por qué lo haría? Solo quiero hablar contigo.

Una vez más, el mayor lo analizó con la mirada de pies a cabeza, como si estuviera pensando bien si sería buena idea hablar con él o no. Fueron segundos lo que avanzaron de esa manera, sin embargo, aquello comenzaba a estresar a Minhee. Al parecer, últimamente, sufrir de estrés le era común. Si era sincero, extrañaba un poco sentir la tranquilidad en su vida. ¿Faltaba mucho para que ella pudiera llegarle? Porque él estaba esperándola con los brazos super abiertos.

— ¿De qué quieres hablar con exactitud? —le preguntó con un tono de voz cauteloso, como si estuviera probándolo antes de decirle algo que él considerara con valor.

— Seongmin. —avanzando unos pasos, Minhee prosiguió—. Dijiste “extraño a Seongminnie, lo quiero de vuelta conmigo”. ¿Qué significa eso?

El otro tragó saliva, su mirada oscureciendose. Pareció estar molesto por sus palabras, pero, contrario a como se veía, Wonjin le respondió de forma pacífica. No inmutandose ante su cercanía ni a su altura que a veces podría llegar a ser intimidadora.

— ¿Por qué no se lo preguntas? Él sabe bien lo que le hizo a mi Seongminnie. —manteniéndose en silencio un corto momento, Wonjin pareció recordar algo—. Seo Woobin y Kim Taeyoung también lo saben, ve con ellos si quieres saber. A mí no me busques... —haciendo una pausa, el castaño lo miró desde abajo y agregó—... a menos que quieras decirme que Seongmin está de vuelta.

Sin más que agregar, Ham pasó por su lado y salió del baño.

Minhee suspiró, avanzando hasta llegar a los lavabos. Abrió la canilla, manteniendo su mirada enfocada en el agua cayendo de forma veloz. El nombre de Woobin siendo mencionado no le sorprendió de nada, es decir, él parecía estar metido en todas partes. Estaba seguro que no habría nada que el rubio no supiera. Ahora, el nombre <Kim Taeyoung>, en definitiva, era nuevo. No lo había escuchado ser mencionado antes en ningún lado hasta ese momento. ¿Acaso ese chico sabía las misma cosas que Woobin o, tal vez, más que él?

— Estás desperdiciando agua de esta manera.

Una mano delgada, de un tono moreno, se atravesó por su mirada. La observó atento, como se encargaba de cerrar la canilla hasta volver a su dueño. Minhee tragó saliva, alzando su mirada hacia los ojos gatunos de un chico que él ya había visto desde la lejanía, la diversión mezclada con travesía en su mirada.

Debió de suponer que el chico mencionado por Ham sería el que más de una vez vió charlando con Woobin, ellos parecían ser los dos únicos que sabían de un secreto místico que el resto no. A Minhee, quien solía observarlos desde la lejanía con sospecha, le hacían sentir inferior. Como si ellos fueran los tipos más inteligentes del mundo mientras el resto fuera solo simples mortales idiotas sin idea de nada. Tal vez Minhee sí lo era, un idiota que no comprendía nada de ese mundo. Es decir, a veces ni siquiera caía en cuenta de que estaba en una realidad paralela, hasta que salía de su cuarto y se topaba con su madre que le sonreía con todo el cariño que pudiera existir en el universo entero.

— ¿Kang Minhee, cierto? —una sonrisa con dientes brillantes le fue enseñada—. Kim Taeyoung, un gusto conocerte.

MIRROR.          minijeuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora