Capítulo 17

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Un tiempo atrás... 

La mochila chocó brutalmente contra el espejo haciendo que sus pedazos se volvieran trocitos de inmediato. Sentía tanta furia, no quería que el Ham Wonjin de esa realidad se entrometiera en su asunto. Sabía que ese tipo quería al otro de vuelta, lo había confrontado millones de veces en los baños, amenazándole para que el otro volviera a la realidad que le pertenecía.

No soy malo, quiero mi vida feliz se repetía en su cabeza, con lágrimas derramadas en sus mejillas. No quería volver a su realidad, no quería sufrir. Era consciente que estaba arrebatándole la felicidad a alguien más, a otro él, pero si se la devolvía, entonces, ¿qué le quedaba él?

Minhee... no quería perderle. Su alto amigo se había ganado su corazón de una manera que jamás nadie había logrado antes, ni siquiera Wonjin quien era su amigo de años, con quien se sentía por mucho cómodo. Dejar que el otro volviera significaba tener que regresar a su realidad, al lugar donde no era su hogar

¡Seongmin, baja a cenar cariño! —gritó su madre desde planta baja.

La madre que siempre fantaseo tener, una que lo abrazara antes y después de llegar de la escuela, la que estuviera ahí para él en los días grises. Y su padre, el que sí estuviera interesado en escuchar cómo le fue en el día, el mismo que estaba dispuesto a ayudarle con sus tareas. A ellos tampoco quería perder. 

Se tiró a la cama, escondiendo su cara en la almohada. Quiso gritar de la frustración, enojado porque querían quitarle su felicidad. Estaba todo yendo mas que bien, ¿por qué debían arruinarlo todo ahora? ¿No merecía ser feliz también? ¿Acaso se merecía ser infeliz para siempre? 

No. La vida ya había sido lo suficientemente mala con él, le dió una donde llorar se convirtió en una costumbre. Merecía un final feliz, así como existían en los cuentos de niños. Si la vida misma se negaba a dárselo, entonces Seongmin lucharía con cualquiera para poder obtenerlo. Para tener lo que se merecía. Incluso si debía hacer que su otro yo sufriera. Pondría a su felicidad por sobre el resto. Ya se había cansado de intentar que los demás lo quisieran.

Ruido de vidrio siendo corrido le hicieron alzar la cabeza, unos pasos lentos a sus espaldas retumbando en sus tímpanos. Seongmin se corrió en el momento que un pedazo de vidrio voló destinado a su cabeza. Las lágrimas aún borroneaban su vista, pero sabía más que bien que sus padres no serían capaz de hacerle algo así, sobre todo porque ellos no tenían idea que él en realidad no era su hijo. Al menos no el de ese universo. 

— Voy a matarte. Voy a matarte de la manera más dolorosa del mundo. —Seongmin de aquella realidad le dijo.

Él se quedó plasmado viéndose a sí mismo con sangre goteando de sus dos manos, causada por los pedazos de vidrio que cada una mantenía encerrados en puños, la expresión que cargaba estaba llena de puro odio y resentimiento. No pudo reconocerse a sí mismo en aquella mirada, una que le congeló todo el cuerpo, sintió tanto terror que lo único en lo que pudo pensar fue en correr lejos, alejarse de su otro yo que parecía haber perdido la cordura el tiempo en que estuvo encerrado dentro del espejo. Pero no llegó a siquiera rozar la manija de la puerta con sus dedos, el otro Seongmin jaló su cabello con tanta fuerza que sintió algunos mechones despegándose de su cuero cabelludo. 

Su grito de auxilio quedándose ahogado en su garganta, sintió la punta de un vidrio rozándole la piel expuesta de su cuello, siendo un claro mensaje de será mejor que hagas silencio. Fue empujado hacia el suelo con tal fuerza que creyó no tendría jamás, pero ahí estaba su reflejo para hacerle ver que no eran iguales. Seongmin se cortó las palmas de las manos también por intentar evitar un fuerte golpe, mordió sus labios ahogando los sollozos, sus ojitos ya estando cargados de lágrimas una vez más.

— ¿Pretendías quedarte con mi vida, jodido impostor? —le cuestionó, riéndose después. Una risa tan cínica que le revolvió el estomago—. Eres un idiota, de verdad eres un idiota. ¿Creíste que no volvería? ¡Esta es mi vida, me pertenece a mí!

El Seongmin de aquella realidad comenzó a acercarse, aún amenazándole con el trozo de vidrio. Y el otro no pudo hacer más nada que arrastrarse, tratando de alejarse de él. Estaba aterrado, era una versión suya que jamás creyó podría tener viviendo dentro suyo.

— ¿Has oído de esa teoría que dice que si ves a tu otro yo deberías correr lejos? —cuestionó, acercando su mano a su rostro, corriendole los mechones con tanta calma que Seongmin creyó era la misma que se vería antes de una gran tormenta—. Dicen que es porque ambos se volverán locos e intentarán matarse el uno al otro. ¿Quién de los dos crees que sobrevivirá?

Seongmin sollozó, cerrando los ojos. La fría temperatura del vidrio rozandole la piel pálida, pero él no le hizo el daño que esperaba. Fue levantado de un jalón, obligandole a caminar hacia aquel espejo roto. Se sorprendió de verlo arreglarse por sí solo, como si se estuviera tratando de un show de magia.

Fue empujado dentro sin ningún tipo de cuidado, cayendo de cara al suelo, intentó—una vez más— sostenerse con sus manos pero terminó por hundir más los pedacitos de vidrio en las palmas de sus manos, le dolió horrores. La frialdad de aquel reflejo le envolvió, su habitación ya no recibía luz en absoluto, estaba en completa oscuridad. Lo vió sonreírle una vez más de aquella forma que le sacaba escalofríos antes de que se volteara y caminara en saltitos hacia la salida del cuarto.

Entonces Ahn Seongmin se dió por muerto.

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⏰ Última actualización: Nov 15, 2022 ⏰

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