Capítulo 14

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SEO WOOBIN
16 de Octubre de 2000 — 23 de Marzo de 2019.
QEPD, querido hijo, amigo y pareja.

Aquella tumba grisácea se mantenía intacta pese al tiempo ya transcurrido desde el día en que fue instalada, encontró la diferencia de que mantenía unas flores blancas delante de ella. Fue un poco sorprendente, puesto que nadie se acordaba de él ni de que en algún momento falleció. Para todo el mundo Seo Woobin era un adolescente con excelente salud.

Sentir melancolía respecto a su vida mundana no era algo que le sucedía con frecuencia, en realidad, mantenía su mente solo en cuidar lo que se le asignó. No obstante, a veces necesitaba observar su propia tumba para recordarse a sí mismo cómo eran las cosas ahora.

Recordaba la última vez donde sus ojos observaron ese —lo que en ese tiempo él consideraba— único mundo con la vista de un humano, tenía diecinueve años. Lo único que aún no llegaba a comprender era la manera en que perdió su vida, era un recuerdo borroso, una laguna vacía que se mantenía dentro de su mente. Hubieron ocasiones en donde perdió su propio control, donde gritó lleno de angustia, donde las lágrimas le mojaron cada extensión de sus mejillas, solo porque no tenía idea de qué fue lo que le arrebató su humanidad. Aunque Taeyoung, ese chico de piel morena, le contó cómo fueron las cosas, para Woobin se mantenían siendo la tragedia de alguien más.

Cuando despertó después de haber muerto, lleno de terror, buscando llenarse los pulmones de aire tanto como pudiera, un hombre de altura prominente le recibió. Le observó desde el marco de la puerta, atento a como Woobin se sentaba en la cama llevándose las manos a la cabeza, obteniendo de forma veloz las memorias de la que fue su vida en la tierra.

“Eres un guardián de realidades, la deidad superior así lo ordenó”. Le mencionó aquel hombre, sin darle mucha más explicación a sus propias palabras. Woobin estuvo confundido, pero, aún así, su cuerpo pareció haber estado esperando esa frase para ponerse en marcha.

Al principio, todo fue una completa locura, no sabía cómo moverse de una realidad a otra. Tampoco sabía cómo controlar a los humanos cuando éstos pretendían descubrir lo que eran los mundos paralelos, o cuando pretendían romper el mismo tiempo utilizandolos. Se estaba volviendo loco cumpliendo lo que se le ordenó, ni siquiera había conseguido una mínima ayuda u guía con respecto a ser un guardián. En ese tiempo de novato, Woobin aprendió a cómo desplazarse entre realidades: creando dos espejos, unos que fuesen capaz de soportar un poder como tal. Uno lo dejó en una realidad exacta, otro en una realidad diferente. Tal vez el crearlos fue su peor error, porque ahora estaban en esa situación que le ponía los pelos de punta.

— Vi a Minhee yendo a la casa de Seongmin. —no fue consciente de cuándo Taeyoung llegó a su lado. Mas nunca se volteó a mirarlo—. ¿Qué crees que hará?

No respondió.

Minhee y Seongmin. ¿Qué debía hacer con ellos dos? Uno siendo su error, otro el encargado de arreglarlo todo.

(......)

La tarea de Woobin era encontrar a un tal Ahn Seongmin, un chico que comenzó a interesarse en los mundos paralelos. Los altos mandos le aseguraron que estaba a punto de descubrirlos, sin embargo, él estaba lejos de encontrar una forma de transportarse a uno diferente a la que pertenecía. De todas formas, evitar que siguiera con esa obsesión era la misión que le otorgaron siendo él un guardián.

Viajó de una realidad cercana hacia la de Ahn Seongmin, llevándose uno de los espejos con él. No porque no supiera viajar sin el, más bien solo por costumbre de mantenerlo a su lado.

El problema comenzó cuando cayó rendido a los pies de Allen Ma, centrándose solo en el chico de nacionalidad extranjera, olvidándose por completo de su misión. Incluso dejó de prestar atención a las cosas que en el club se hacían, —esas que debían interesarle porque ellos buscaban mucha información sobre otras realidades—, solo pudiendo tener tiempo para Allen y nadie más que él. Solo fue capaz de darse cuenta que estaba olvidando la razón principal por la que estaba ahí porque Allen le rechazó, diciéndole que amaba a alguien más.

Entonces, finalmente, se centró en el chiquillo obsesivo.

Volverse cercano a Seongmin no le resultó difícil, ambos hablaban horas sobre las realidades, Woobin tratando de mentirle respecto a éstas para que no estuviera ni siquiera cerca de descubrir la verdad. Sin tener ningún tipo de éxito, porque, repetimos, Seongmin estaba demasiado obsesionado con ello.

Woobin no pretendía, ni tampoco jamás se le cruzó por la mente, ayudarle a irse a otra realidad. No obstante, ese día donde se colgó en las ramas de un árbol para meterse a la habitación del menor, observó como sus padres le golpearon, y su idea desistió. Lo consoló lo más que pudo, diciéndole que todo estaría bien, que tal vez había sido la calentura del momento y que sus padres volverían solo para disculparse con él. Pero los Ahn nunca volvieron a abrir esa puerta. Y ver lo destrozado que se encontraba Seongmin le partió el corazón.

Seongmin se había quedado dormido luego de haber llorado hasta tarde, de haber rogado irse en busca de su “hogar”. Woobin solo lo observó sentado en el suelo, pensando si estaría bien cumplirle ese deseo suyo, al menos un corto tiempo en el que pudiera olvidar lo mierda que eran sus padres —porque, claro, él creía que siempre lo golpeaban—. Convenciendose cuando escuchó a Min pedir irse de ahí entre sueños.

Seo Woobin utilizó sus poderes para mover a Ahn Seongmin a una nueva realidad, encargándose de enviar a una especie de Limbo al verdadero Seongmin de esa realidad.

Pero, diferente a cómo creyó que saldrían las cosas, Ahn nunca más quiso volver a su verdadero hogar.

— ¡Por favor, hyung! ¡Déjeme quedarme un poco más aquí! —le había pedido en ruegos, negándose a que su mayor lo llevara a su mundo.

— No puedes, Seongmin. —musitó, recalcandole las mismas palabras que llevaba diciendo más de media hora—. Debes volver a tu realidad, o de lo contrario...

— No voy a volver. —la voz de Seongmin dejó de ser tierna, ya no había nada de ruego en ella. Aquel pelinegro se levantó del piso, mirándole—. No me importa lo que le pase a él, voy a poner mi felicidad primero.

— ¿No lo entiendes? El Seongmin de aquí volverá mañana, cuando eso pase van a encontrarse si no te llevo conmigo. Y entonces el tiempo va a romperse. No pueden verse, Seongmin.

— No volverá. —murmuró el menor, una leve sonrisa pintandole los labios—. Porque lo encerré.

— ¿Qué?

No había obtenido una respuesta, el pelinegro se marchó de ese lugar, con un aura victoriosa a su alrededor.

Poco después, Woobin se enteró que Seongmin tenía uno de sus espejos.

MIRROR.          minijeuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora