Capítulo 2

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Esos últimos días se la pasó investigando sobre su espejo y ese chico en su reflejo.

Había algo. Muchos aseguraban que los espejos eran un portal hacía el infierno, pero Minhee no creía que eso fuese una verdad absoluta. Es decir, un ser proveniente del infierno no se vería como ese chico pelinegro. Se suponía que los seres del infierno se veían horribles, sedientos de carne humana.

Agh.

Ya comenzaba a decir las idioteces que leyó en internet.

Dejando caer su cabeza contra la mesa, soltó un suspiro dramático que hizo a Younghoon alzar una ceja mientras llevaba su taza llena de café a sus labios. El mayor no entendía en qué clase de aventura extraña se estaba metiendo su hijo esos días, ni tampoco se veía capaz de juzgarlo del todo. La única vez que se animó a tener una aventura terminó por tener una cría.

Esa misma cría que se estaba dando golpecitos en la cabeza contra la madera de la mesa, esperando a que su padre le preguntara de una vez qué le pasaba.

— Yah. —se quejó Younghoon, dejando la taza sobre su mesa. Minhee puchereó alzando su cabeza—. ¿Qué te sucede, niño raro?

— ¿Crees que los espejos nos transportan al infierno? —preguntó, viéndole esperanzado por una respuesta positiva.

Younghoon volvió a darle un sorbo a su café. Sí, debió haber usado condón.

— ¿La verdad? —preguntó, recibiendo un efusivo asentimiento por parte de su hijo—. Creo que si ese día no hubiese aceptado la invitación de Hyunjae, ahora mismo estaría en Europa.

Minhee tardó en comprender a lo que se refería su padre. Soltando un quejido molesto le tiró con un pedacito de pan.

— Eres un padre malo. —le recriminó, haciendo que su progenitor se riera.

En la tarde, Minhee salió junto a sus tres nuevos amigos a pasear por un parque por ahí cerca. Agradeció que Hyeongjun haya llegado a su puerta a invitarlo, de otra forma se habría quedado todo el día encerrado en su habitación leyendo teorías tontas que a las personas se le cruzaban por la cabeza y decidían publicarlo por ahí.

Se terminaría por volver loco de verdad.

En el parque no habían muchas personas, así que aprovecharon ésto para sentarse sobre los columpios del lugar. Hyeongjun fue quién se sentó en la arena para jugar con ésta mientras hablaban de cosas randoms.

— ¿No irás a nuestra escuela, Minhee? —le preguntó Jungmo, arrastrando sus pies en la arena.

— Nop, mis clases son virtuales. —respondió, comenzando a contarles las razones del por qué terminaron tomando esa decisión junto a su padre.

A unos metros suyos pudieron ver a un chico de baja estatura corriendo, lo cual irrumpió la conversación que estaban teniendo. Minhee desvió su mirada solo para ver al resto, sin entender quién era y por qué corría.

Woobin estaba demasiado centrado en él, sus ojos brillaron en algo indescriptible para Minhee. Y de momento a otro, la tristeza brilló en sus ojos marrones. Haciéndole volver a mirar en esa dirección.

Se topó con otro chico, no era tan alto pero sí le sacaba diferencia al chico que corría anteriormente. El más bajito llegó corriendo a él y se tiró contra su cuerpo, ambos cayendo contra el césped y riéndose de su torpeza.

— ¿Deberíamos ir a merendar algo? —se apresuró a decir Hyeongjun, parándose justo en frente de Woobin y tapándole la vista, mientras sacudía sus pantalones.

— Si haces esas galletas que te salen deliciosas entonces acepto. —contestó Jungmo, haciendo que el pelinaranja sonriera.

Sin entender el cambio repentino en el grupo, Minhee miró a Hyeongjun quien le devolvía la mirada, esperando ansioso a que dijera algo.

— Oh... eh.. sí, me encantaría probarlas también. —dijo torpemente. Los tres escuchando la risa de su amigo que no había emitido palabra alguna hasta entonces

— Gracias chicos, pero está bien. Ya lo superé. —dijo, sonriéndoles, esperando de esa forma convencerlos. Y luego miró a Minhee—. Esos dos chicos son Allen Ma y Park Serim, eran amigos nuestros pero... Allen comenzó a gustarme a principio de año, ellos recién estaban dándose cuenta de los sentimientos que se tenían mutuamente, pero yo no lo sabía así que me confesé. Supongo que sabrás cómo terminó todo.

Minhee susurró un pequeño "oh" en respuesta y luego el tema quedó en el olvido.

Los cuatro se dirigieron a la casa de Hyeongjun mientras los mayores le contaban a Minhee lo deliciosas que eran sus galletas con chispas de chocolate, lo cual lo emocionó un poco mucho. No probaba galletitas caseras desde hace mucho tiempo, más bien desde la última vez que fueron de visita a la casa de su abuela por parte materna. Y no lo iba a negar, extrañaba comer esas galletas. Las del supermercado a veces eran horribles.

Estaban en la habitación de Hyeongjun esperando por éste mientras jugaban videojuegos, cuando el turno de Minhee finalizó y le tocó jugar a Jungmo. Su mirada se distrajo por toda la habitación.

Un pequeño cartel le llamó la atención, estaba colgado en la puerta de la habitación y estaba escrito con letras llamativas. Parándose de la cama, caminó hacia la puerta y tomó, solo un poco, el cartelito entre sus manos.

"¿Dónde está Ahn Seongmin?". Decía el título, en letras grandes. Recién percatándose que se trataba de un periódico. En la parte superior se podía leer el nombre de la escuela donde suponía todos ellos asistían junto a un "club de periodismo". Había una pequeña información debajo del texto que probablemente explicaba su título, sin embargo algo más le llamó la atención.

Cuando pretendía bajar su mirada hacia la fotografía que estaba incluida en la nota, la puerta se abrió golpeándole justo en la nariz.

— ¡Oh, dios, Minhee! —Hyeongjun soltó con voz chillona, apresurándose en dejar la bandeja con las galletas y el té sobre su escritorio—. ¡Lo siento, no te vi!

MIRROR.          minijeuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora