3

1.8K 228 119
                                    

Era miércoles por la tarde cuando Eun-ji escuchó el timbre de su casa

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Era miércoles por la tarde cuando Eun-ji escuchó el timbre de su casa. Antes de abrir se miró en el espejo de cuerpo entero que había en la pared como era de costumbre, sacudió con palmaditas suaves sus jeans blancos y acomodó su cárdigan de lana gris. Llevaba el pelo recogido un poco desprolijo pero no le importó mucho, su top azul estaba intacto sin manchas de comida así que le pareció estar presentable para abrir la puerta.

Abrió sus ojos tanto como pudo al ver a su jefe frente a ella, llevaba ambas manos con bolsas de regalos. Al verla sonrió enseñándole su característica sonrisa cuadrada e hizo una leve reverencia que ella imitó sin titubear.

—Señor Kim Tae-hyung, ¿qué lo trae por aquí? —preguntó invitándolo a pasar no muy segura, es decir, no podía dejarlo afuera o sería descortés, pero tampoco quería dejarlo pasar y que viera el alboroto que sus hijos creaban—. Disculpe el desorden, con tres hijos es difícil mantener todo en su lugar. Especialmente cuando juegan y tiran sus juguetes por toda la casa —sonrió apenada, mientras levantaba una manta del suelo y la doblaba dejándola sobre el respaldo del sofá.

—Eun-ji, te he dicho que me digas Tae simplemente, tutéame, estamos en confianza —volvió a sonreír—. Quería saber cómo se encontraba Chae-won y aprovechar a darle unos obsequios....

—¿Obsequios? —preguntó la niña, asomando su rostro por el pasillo.

Los adultos rieron—Chae-won, saluda y da las gracias —le pidió a su pequeña hija.

La niña se acercó tímidamente hacia él y solo bastó que se agachara y extendiera sus brazos para que Chae corriera en su dirección y le diera un fuerte abrazo, comenzando a decirle lo mucho que había extrañado que la visitara.

No era la primera vez que Tae-hyung y Chae-won se veían, cuando ella era más pequeña y a veces no tenía con quien dejarla, ya que Nam estaba de viaje o Ji-min estaba trabajando, Tae-hyung le permitía llevarla al trabajo. Su jefe era bastante considerado; por un lado, respetaba mucho a Eun-ji, era una mujer fuerte e independiente que cada día le demostraba lo buena que era, no solo en su área de trabajo, sino que como madre también. Y por otro lado, ella le gustaba y le gustaba muchísimo, sin embargo; él era consciente de la extensa brecha entre ambos dado a que Eun-ji no correspondía sus sentimientos.

Desde el momento en el que había comenzado a trabajar con ella, le había quedado más que claro que nada sería posible entre ellos, Eun lo veía como a su hermano menor ya que él tenía dos años menos, y también, ella se comportaba reacia a todo lo que llevara la palabra amor.

Y la entendía, le preocupaban más sus hijos que comenzar un simple romance.

Durante varias horas Tae-hyung se vio encantado de pasar tiempo con Chae, que no dejaba de reír con las actuaciones de él en su pequeña fiesta de té improvisada, junto a una gran multitud de peluches nuevos que él le había regalado.

—Oh, está dormida... —murmuró Eun-ji, al asomarse por la puerta de la habitación. Tae-hyung sonrió mientras terminaba de arropar a la niña—... ¿te quedas a cenar? —le preguntó una vez salieron—. Es lo mínimo que puedo ofrecerte por todo lo que has hecho hoy —comentó con una sonrisa tímida.

𝐅𝐀𝐌𝐈𝐋𝐈𝐀 𝐈𝐃𝐄𝐀𝐋 | 𝐊𝐍𝐉Donde viven las historias. Descúbrelo ahora