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Un leve golpe en la puerta sobresaltó a Eun-ji, estaba algo desorientada, no sabía por cuantos minutos había permanecido allí encerrada

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Un leve golpe en la puerta sobresaltó a Eun-ji, estaba algo desorientada, no sabía por cuantos minutos había permanecido allí encerrada. Se levantó de su lugar y caminó hacia la puerta, tres pares de brazos la rodearon rápidamente, eran sus hijos que lloriqueaban y hablaban al mismo tiempo con tono preocupado.

Ella suspiró y mordió el interior de sus mejillas, lamentaba que sus hijos estuvieran pasando por aquella situación, lo único que les generaba era estrés y preocupación, y eso la atormentaba.

—Mami, vámonos a casa... —murmuró Chae-won, rompiendo el abrazo.

Su madre asintió y los cuatro salieron de allí, caminando rápidamente hacia la salida. En el camino se encontraron con Seok-jin, Ji-hyo lo miró unos instantes y frunció el entrecejo; no estaba segura de quién era él y de cuáles eran sus intenciones, pero sabía que no era un simple amigo, porque él no miraba a su madre como Ji-min lo hacía, en los ojos de Jin había algo más.

En cuanto Jin estacionó frente a la casa de Eun-ji, sus hijos bajaron rápidamente y fueron hacia la entrada, pero su madre se quedó.

—Gracias... y perdón por lo que has visto —se disculpó apenada.

Jin sonrió de medio lado y tomó la mano sana de ella, dándole un suave apretón; allí estaba de nuevo esa sensación de calidez que le había agradado—No te preocupes... —le restó importancia, no quería convertir aquel momento en algo incómodo para ella—... sólo recuérdeme no hacerte enojar —se burló.

Eun-ji sonrió al escuchar su estrepitosa risa de limpia vidrios que él poseía y se despidió depositando un corto y rápido pero a la vez tímido beso. Jin se llevó su mano a su mejilla y se quedó perplejo, aquella mujer llevaba sorprendiéndolo más de una vez en tan solo pocas horas.

Mientras él se alejaba, ella entraba en su casa junto a sus hijos y los llevaba a cada uno a sus habitaciones para que pudiesen dormir y descansar finalmente.

Ella se bañó y de nuevo se colocó una de las camisetas de Nam-joon que vagaban en su armario. Usar aquellas camisetas era como sentir la presencia de su ex-esposo, le hacía daño vivir en el pasado pero, ¿cómo se deja atrás al amor de tu vida?, ¿cómo te puedes deshacer del padre de tus hijos?. Para ella era imposible y más cuando él era ambos, pero se prometió a si misma que intentaría sanar su corazón.

A los pocos minutos, recibió una llamada de su amiga, pensó en no contestarle y cuando estuvo a punto de atender, la puerta de su habitación se abrió y por ella pasó su amiga.

Eun-ji miró perpleja a su amiga a punto de reprocharla pero Hyori sacudió su juego de llaves en el aire y tomó algunas prendas del armario de Eun y se marchó al baño. Para cuando terminó de alistarse, se acostó junto a su mejor amiga y la abrazó.

—Gracias... —murmuró Eun. Hyori dejó escapar un sonido de su garganta para darle a entender que la escuchaba atenta—... siempre arruino todo —comentó comenzando a soltar las primeras lágrimas.

𝐅𝐀𝐌𝐈𝐋𝐈𝐀 𝐈𝐃𝐄𝐀𝐋 | 𝐊𝐍𝐉Donde viven las historias. Descúbrelo ahora