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La esposa de Ji-min miró de reojo a Nam-joon y luego a su esposo mientras tomaba a su pequeño hijo que tenía poco más de un año, se despidió de ambos y se marchó a la casa de su madre para dejarlos en absoluta privacidad

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La esposa de Ji-min miró de reojo a Nam-joon y luego a su esposo mientras tomaba a su pequeño hijo que tenía poco más de un año, se despidió de ambos y se marchó a la casa de su madre para dejarlos en absoluta privacidad.

—Mochi... —murmuró Nam—... estoy en la completa ruina —comenzó a reír y se llevó una mano a la cara para cubrirsela.

—¿Qué fue lo que pasó, Namjoonie? —preguntó ofreciéndole una lata de cerveza—. Hasta dónde sé, estabas a punto de casarte hace un momento.

Nam dejó escapar un suspiro mientras aceptaba la lata y lo observó con una leve mueca—Todo era un acuerdo con el padre de Tae-hee. ¿Recuerdas esa vez que Ji-hyo se enfermó a causa de las pésimas condiciones del departamento que rentábamos? —preguntó—, nunca me había sentido tan desesperado como ese día, tenía miedo de perderla por no tener dinero. No tenía nada que ofrecerles, Mochi —una lágrima cayó por su rostro mientras el menor hacia una mueca al verlo en ese estado—. El padre de Tae-hee se me acercó, el viejo sabía de que familia provenía y me ofreció un contrato para sacarme de apuros. Él quería tener más poder y dinero, quería pasar por sobre mi padre y yo solo quería que mi hija pudiera recibir un buen tratamiento, no me importaba entregarle a mi padre en bandeja de oro.

—Hiciste lo que pudiste por tu hija y por Eun-ji, no te culpes de ello... —lo interrumpió con suavidad.

Sabía que Nam-joon era un patán, pero siempre supo que detrás de todas sus acciones debía de haber un motivo que lo incitara a alejarse de su familia. Ji-min sabía mejor que nadie cuanto se aman sus amigos, porque a pesar de que estuvieran separados y pelearan o se lastimaran mutuamente, ambos seguían pensando en el otro y preferían sufrir en silencio en vez de hablar por aquello que los lastimaba.

Prefirió no seguir preguntando e internamente Nam-joon lo agradeció, tener que contar la historia otra vez le costaba porque recordaba todo lo que había hecho, el como se había alejado de su familia por la cual hizo todo lo que hizo y eso le dolía.

Los había alejado porque no quería que resultaran heridos en aquel juego que él y el señor Yoon jugaban, pero alejarse también los dañó y dividió una familia que desde un principio debió permanecer unida.

Con más frustración que antes, se dejó caer de espaldas sobre el sillon y largó un quejido como un niño pequeño, Ji-min lo observó y comenzó a reír para luego ponerse en pie y darle un golpe en la pierna.

—Ánimo, no soy un desalmado, quédate aquí —ofreció—. Tenemos una habitación extra, la puedes usar hasta que consigas donde irte.

—Tengo un lugar a donde ir, pero tengo que esperar a que los muebles lleguen en la próxima semana —comentó—. El señor Yoon no tiene ni idea de que ese lugar existe, es perfecto.

—No me digas que es la casa de verano... —habló despacio girando su cuerpo para verlo, pero el mayor sonrió y cubrió su rostro con uno de sus brazos—... sabías que le gustaba, ¿cuando la remodelaste?, ¿ya lo sabe?. Nam-joon —llamó firme—, ¿Eun-ji sabe que no la demolieron como pensaban? —insistió con sus preguntas.

𝐅𝐀𝐌𝐈𝐋𝐈𝐀 𝐈𝐃𝐄𝐀𝐋 | 𝐊𝐍𝐉Donde viven las historias. Descúbrelo ahora