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Alrededor de las tres de la mañana, cuando el cielo aún permanecía con una tonalidad infinita y la luz de los edificios adornaba la ciudad, Eun-ji se encontraba en el techo de la discoteca junto a Seok-jin

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Alrededor de las tres de la mañana, cuando el cielo aún permanecía con una tonalidad infinita y la luz de los edificios adornaba la ciudad, Eun-ji se encontraba en el techo de la discoteca junto a Seok-jin. Ambos habían decidido salir por un poco de aire, además de dejar atrás toda la ola de personas sudadas y energéticas que bailaban en medio del humo de los cigarros y del efecto en si, como si se acabara el mundo luego de aquella noche.

El olor a alcohol, sudor y el humo de los cigarros, le recordaba a Eun-ji la razón por la cual no volvió a salir de fiesta en sus años de plenitud juvenil, simplemente detestaba aquel ambiente.

—Creí que eras la clase de hombre narcisista que sabe que tiene un cuerpo de infarto y no deja de presumirlo... —comentó ella, dándole un último sorbo a su botella de agua, mirando hacia el frente.

Aquel comentario lo había dicho sin pensar mucho, Jin, de cierta forma, le transmitía un aura de confianza que no cualquier persona le brindaba tan de repente y mucho menos si se trataba de un hombre. Él podría ser un asesino, pero sin embargo, se encontraban juntos dirigiéndose miradas lascivas y sonrisas coquetas.

Jin sonrió y posicionó su cuerpo de lado mirándola divertido—¿Crees que tengo un cuerpo de infarto? —preguntó coqueto, con algo se gracia al hablar.

Eun-ji sonrió levemente e imitó su posición de lado, mirándolo fijamente—No pienses en que lo diré de nuevo, Jin —extendió su mano e intentó empujarlo pero este fue más rápido y la detuvo, atrayendo su pequeño cuerpo, al suyo.

Ambos permanecieron así por varios minutos, su aliento chocando en el rostro del otro, con miradas cruzadas que iban de los labios a los ojos en un vaivén constante.

Jin apartó un mechón de cabello de Eun y lo colocó detrás de su pequeña oreja, recibiendo una sonrisa tímida por su parte, habían pasado años desde la última vez que alguien había hecho algo así por ella, simplemente permaneciendo en silencio, observando su belleza.

Para ella, aquel hombre le generaba una serie de nuevas sensaciones, leves y casi inexistentes pero que permanecían allí cuando sus ojos se miraban profundamente, como si pudiesen comunicarse de aquella forma, con tan solo una mirada. Y se le hacía extraño e incluso temía del poder sentir algo tan pronto por una persona que a penas y estaba conociendo.

Él no parecía ser malo, tenía una mirada brillante y su sonrisa solo lo hacía ver más inocente y dulce.

Los labios de él buscaron los suyos pero esta apartó el rostro de inmediato, alejándose para contestar la llamada telefónica que le habían hecho.

Jin apretó los puños y apoyó los antebrazos sobre el barandal que impedía que su cuerpo cayera, sonrió e incluso se rio de sí mismo mientras miraba los grandes edificios frente a su nariz, a la espera de que ella terminara. Había estado tan cerca y a la vez tan lejos.

Eun-ji se aproximó rápidamente a él y lo tomó del brazo con sus ojos exaltados—¿Tienes vehículo? —preguntó, él asintió confuso—. Genial, ¿puedes llevarme a un lugar? —insistió.

𝐅𝐀𝐌𝐈𝐋𝐈𝐀 𝐈𝐃𝐄𝐀𝐋 | 𝐊𝐍𝐉Donde viven las historias. Descúbrelo ahora