16. Pero... ¿Y todo lo demás?

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Byulyi trató de controlar la situación con todo su ahínco. Pero era muy difícil hacerlo sin contar con la colaboración de Hyejin o incluso de Yong. Las dos parecían dispuestas a pasar las próximas horas en compañía de su madre y el novio de esta, por lo que acabó cediendo a los chantajes emocionales y a sus miradas de cordero degollado. Era un motín en toda regla.
«¿Qué te importa? Si nunca estás con tu madre. No te va a matar pasar unas horas con ella», opinó Hyejin mientras escupía una cáscara de semilla.
Acababan de aparcar el coche y estaban dirigiéndose hacia el centro para ver una pequeña procesión que salía ese día de una pequeña iglesia católica de las pocas que hay en Corea del Sur, Byulyi la miró de reojo con fastidio. No la iba a matar pasar unas horas con su madre, eso era cierto, pero acabaría sufriendo un ataque de ansiedad por culpa de la indeseada compañía. Miró por encima de su hombro y las vio hablando con entusiasmo. ¿Qué se estarían diciendo? Y peor aún: ¿Qué le estaría contando Yong?
Jun Min la había monopolizado por completo. Tenía a Yong enganchada del brazo. «Ustedes adelantense, quiero pasar un poco de tiempo con Yong, para conocernos», dijo su madre tan pronto se bajaron del coche. Byulyi intentó oponerse, pero Hyejin tiró de ella y le sugirió que se relajara.
¿Pero cómo? La situación distaba mucho de ser relajante. Las calles estaban atestadas de gente curiosa, que formaban una fila, como un batallón de hormigas que se dirigieran hacia los puntos por donde transcurría la procesión de ese día; su madre estaba charlando con una mujer que decía ser una extraterrestre y a la cual consideraba su novia; no había podido sentarse a trabajar desde la hora del desayuno; Hyejin se empeñaba en considerarlo todo hilarante y, por si esto fuera poco, ahora Yong y Jun Min parecían estar intimando. ¿Qué tenía de relajante? La única buena noticia era que habían conseguido aparcar el coche casi a la primera y, eso en un día como hoy, sí que era un milagro.

—Relájateee…

—No estoy haciendo nada, ¿estoy haciendo algo? —protestó Byulyi. Hyejin mordió la punta de una semilla y escupió otra cáscara.

—Estás mirándolas todo el rato. Déjalas. Yong sabe cómo comportarse. Ha cambiado mucho.
Era cierto que Yong ya no parecía la misma. Cada vez hacía menos alusiones a su supuesto origen extraterrestre y la notaba más adaptada, con menos rarezas, como si de veras se estuviera acostumbrando a la vida humana (supuso que esta era la palabra). Pero nada de esto le aseguraba que la tarde fuera a transcurrir sin sorpresas de última hora. Cualquier detalle, por nimio que fuera, podía echar por la borda el impecable comportamiento de Yong. Bastaba un pequeño detonante para que todo saltara por los aires.¿Qué haría su madre entonces?A lo mejor se reiría y pensaría que se trataba una broma. Jun Min podía ser así, despreocupada, muy al contrario de su padre, si bien ninguno de los dos tenía un pelo de tonto. Si Yong insistía en decirle que procedía de otro planeta, tarde o temprano acabaría preocupándose, ¿no? ¿Y luego qué?
Byulyi casi pudo imaginar la conversación entre sus progenitores:

—Minhyuk, ¿no has notado nada raro en la nueva novia de Yong?

—No, querida, ¿por qué? —Su padre siempre se dirigía a su madre como “querida”. Byulyi a veces se preguntaba qué opinaba Rose acerca de esto. O incluso Tom, el bueno de Tom, aunque a ninguno de los dos parecía importarles.

—Bueno, es que la muchacha asegura que es de otro planeta.

—¿De otro planeta? ¿Qué planeta?
Su madre pondría los ojos en blanco en este momento.

—¿Qué importancia tiene eso, Minhyuk?

—No sé, eres tú quien ha dicho que es de otro planeta. Simplemente me preguntaba cuál era.

—No, es ella quien se lo cree. Parece bastante convencida de ello.
En este punto haría acto de presencia el doctor Moon, que por fin comprendería lo que su exmujer estaba intentando decirle. Se imaginó sus cejas, más espesas que nunca, gordas como la cola de un gato cuando se asusta.

Mi amor que llegó de las estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora