Capítulo 8. Cuervo.

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Leves explosiones se hacían presente por los edificios de Shinto Teito a la vez que el choque de armas se oían de vez en cuando. Dos mujeres, dos sekirei corrían por allí, con una de ellas siendo cazada por la otra.

Nanami, este era el nombre de la sekirei que saltaba de edificio en edificio, la misma, como la mayoría de sus hermanas, era una preciosura casi fuera de este mundo con pelo largo. Lleva una blusa color crema que deja al descubierto los hombros, falda corta de color naranja oscuro, medias negras y botas de color marrón claro que en estos momentos estaba lleno de desesperación, y en sus manos, al menos para sentirse segura tenía su arma que se trataba de una lanza.

El sudor frío corría por su cuerpo mientras huía lo mas rapido que podía de aquella sekirei de pelo platinado. En estos momentos, en lo más interno de su ser se arrepentía de haber seguido los planes de su ashikabi, aunque jamás lo diría en voz alta, incluso cuando él huyó y la dejó sola.

-¿Huh? -la chica se giró a ver sus espadas con la esperanza de no encontrar a su perseguidora.

Tristemente, no fue así.

-Vaya, vaya, ¿Cuanto tiempo más correrás? -los pelos albinos se agitaban por el viento de las alturas, la sonrisa zorruna atemorizó más aun a la pobre Nanami que sintió que no había posibilidades.

-Hemos destruido gran parte de estos edificios por culpa de que huyes, ¿Te puedes detener y acabar con esto de una vez? -preguntó la sekirei negra cargando su katana en una de sus manos lista para atacar, a tan solo unos cuantos metros de castaña

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-Hemos destruido gran parte de estos edificios por culpa de que huyes, ¿Te puedes detener y acabar con esto de una vez? -preguntó la sekirei negra cargando su katana en una de sus manos lista para atacar, a tan solo unos cuantos metros de castaña.

Y era así, habían destruido varias infraestructuras mientras corrían, más bien, la sekirei de pelo platinado fue quien lo hizo lanzando cortes sumamente destructivos por allí.

-Lamento haber intentado huir, e...es que -hablaba Nanami con temor usando como último recurso la súplica, no quería....

-Hmm, no es tan fácil pequeña -respondió la otra sonriendo con tranquilidad.

Y de nuevo un intercambio de golpes comenzó, el único problema aquí era la abismal diferencia que había. Una movía su lanza con todo lo que podía, con sus instintos al máximo mientras la otra parecía solo jugar logrando acorralar rápidamente a la otra.

Lo que ninguna de ellas vio fue como a la lejanía una persona se acercaba a gran velocidad usando como guia aquellos choques entre el metal.

-Supongo que terminó -la sekirei vestida de negro habló con los ojos cerrados levantando su arma a punto de lanzar un ataque.

-¡P....por favor, yo...! -hablaba la chica con lágrimas en sus ojos.

-No soy quien para perdonarte, sayonara -la peli-platinado lanzo el corte, pero algo llamó su atención y sus ojos no pudieron evitar abrirse en sorpresa cuando vio como una mancha naranja apareció en el lugar.

-¡Kish! -el sonido del hierro se hizo presente en esos momentos.

-¡¿Qué rayos haces?! -una voz juvenil, pero seria exclamó asombrando a las dos sekirei.

El Mafioso Ashikabi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora