Capitulo 3

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Raymond

— ¿Cómo se atreve a llamarme roca?— Murmuré dirigiéndome hasta un mesero, el cual llevaba en alto cuatro copas de un líquido azul eléctrico en una bandeja de plata.

Tome la primera copa cuando me pasó por el lado y lo revolví con el pequeño palito lleno de arándanos azules. Admiré una vez más el líquido azul, encantado de que hayan servido jugo de arándanos y le di el primer trago.

El sabor dulce y cítrico se disolvió para volverse en uno pesadamente amargo haciendo que arrugara mi nariz y quisiera escupirlo.

—¡Agh! — Saqué mi lengua disgustado e inmediatamente agarre una servilleta para limpiar mi lengua de esa porquería. Traté de comer los arándanos que traían con el motivo de llenarla de su sabor dulce, pero me di cuenta demasiado tarde que ya estaban bañados de ese horrible liquido— ¡Por los cielos de Oziria! ¿Qué es esto?—Exclamé en voz baja formando una mueca de asco.

—Pequeño, pequeño —dijo una voz burlona detrás de mí, acto seguido me arrebató la copa y me voltee, dispuesto a insultar a tan maleducada persona. 

Era un chico mucho más alto que yo, debía medir aproximadamente 1,80. Su cabello rizado corto era de un color tan castaño claro como el de Sarah, tenía la piel tostada, sus ojos eran de un gris extraño, lucían como el cielo a punto de una fuerte llovizna, como una tormenta a punto de tragarme. Llevaba un traje completamente negro, que se adaptaba a sus bien formados bíceps, no podía negar que lucía extremadamente guapo.

— Estas bebidas no son hechas para gente como tú— añadió entonando los ojos para luego empinarse la copa tomándose todo en un solo trago y soltó un refrescante suspiro como si de agua se tratara.

>> ¿Cómo es que puede soportar ese horrible sabor?<<

Lo miré atónito e irritado.

— ¿Gente como yo?

—Sí, sí, sabes, un novato—dijo con superioridad formando una media sonrisa.

—No por eso tienes que robarme mi copa— repliqué con una voz segura quitándole la copa de la mano.

—Te hice un favor, bonito— aclaró alzando una ceja—. Si no fuera por mí, hubieras ensuciado el hermoso piso de este palacio con tu vómito y nadie quiere eso.

—Que considerado eres — respondí enseguida sarcástico aunque sin notarlo mis mejillas se enrojecieron un poco—. Pero la próxima vez no será necesario ya que no volveré a beber esa porquería.

—Murs—dijo en voz baja.

—¿Ah?

—Eso a que le dices "porquería" se llama Murs, el vino azul ¿acaso no lo conoces? No, no respondas, ya veo que no lo conoces —dijo extrañamente ofendido. Tomó otra copa del Murs cuando un nuevo mesero pasó por su lado y lo señaló con orgullo— Nombrado así por Oliver Murs, creador de esta magnífica bebida alcohólica y energizante— dicho eso, nuevamente bebió todo el líquido y se relamió los labios, esos hermosos labios rosados.

—Es increíble que no hayas balbuceado con tu discurso publicitario, de tantas bebidas que has ingerido no me sorprendería que terminaras arruinando la magia del invierno con tu vómito y— le quite la copa vacía con mi mano libre— nadie quiere eso, ¿cierto?

Él sonrío con atisbo de diversión.

—No te preocupes por mí, pequeño. Estoy acostumbrado— dijo mirándome primera vez a los ojos— además, esto es lo único bueno del lugar—agregó sonriendo con un tono divertido.

Oziria y Los anillos del zodiacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora