Raymond
Mis ojos tardaron en acostumbrarse a la innecesaria iluminación de la gran mansión. Luces doradas decoraban la mayor parte de lugar, el suelo de cerámica estaba tan limpio que podía ver mi reflejo en él y un gran candelabro colgaba en medio del lugar, tenía tantos diamantes que me preguntaba cómo es que aún no se caía.
Debajo de mi máscara blanca con detalles dorados, refugiaba una mueca de desagrado por tanta extravagancia. Mi traje era sencillo, de un azul muy oscuro, no era demasiado extravagante, ni demasiado opaco, era suficiente para no llamar la atención y no lucir desubicado. Por otro lado, estaba usando unos irritantes lentes de contacto, nada era más molesto que eso.
La mansión estaba repleta de ministros, soldados de altos rangos, familias poderosas y peces gordos de la organización. No reconocía a ninguno por las máscaras, pero sabía qué tipo de gente venía a este tipo de fiestas porque obligatoriamente tenía que acompañar a mi padre, como todo Fixed tenía que hacer.
Lana y Boris deberían estar aquí, al menos, para indicarme que están bien y que la organización no les había hecho nada, sin embargo no había recibido ninguna señal de ellos o alguna pista de que estuvieran aquí.
De pronto me vino la idea del paradero de mi padre a la cabeza. Lo busque con la mirada como si lo encontraría en ese momento. Un nudo de la garganta se me formó al considerar lo que pasara si me lo topara. Estaría tan enojado y decepcionado, su único hijo era un traidor.
—Tengo que decirlo... —susurró Alistair a mi lado sacándome de mis pensamientos— Estas fiestas me repugnan, Sr. Ainfild.
—Al menos no tuviste que venir cada año, Sr. Lumian— murmuré cruzando la entrada.
—Link fue muy creativo con estos falsos nombres.
Alistair vestía un traje completamente negro de seda, se ajustaba perfectamente entré sus músculos y le daba un atractivo porte que robaba miradas coquetas de varias personas, cosa que me incomodaba. Llevaba una máscara que le cubría la mitad del rostro, era tan negra como su traje, tenía los rasgos felinos de una pantera, sus ojos color tormenta le daban un toque sobrenatural a todo el disfraz.
—Pobre de ti— mencionó y tomó una copa de vino azul cuando un mesero cruzó por su lado — ¿Qué? Es la atracción principal.
Negué con la cabeza riendo entré dientes.
—Ray, ¿entraron?
Link me hablaba desde un intercomunicador inalámbrico, estaba afuera en una gran camioneta negra (que habíamos robado) con cuatro monitores que yo mismo había configurado para que captara la señal de las cámaras de la Mansión Gold. Link aún tenía catorce años y los menores de quince años no podían entrar. Sin embargo, el moreno se ofreció a ayudarnos de esa manera.
—Ya estamos adentró—le confirmé en voz baja— ¿Qué hay de los demás?
—¿Es Link?—Me preguntó Alistair y asentí.
—Aris está en el bar con Alexia y Livia está charlando con un ministro, ¿Cuándo pasara?
—Yo te diré cuando sea el momento adecuado.
—Está bien, solo tengan cuidado.
—Lo tendremos.
Alistair me rodeó la cintura con sus brazos provocando que un escalofrío escalara por toda mi espina dorsal, colocó su mentón en mi hombro y pude olfatear su aliento a mora azul.
ESTÁS LEYENDO
Oziria y Los anillos del zodiaco
FantasíaOziria se ha vuelto un país de ensueño, fantástico y magistral. Que debe su orden y paz a la Organización Zeta, una de las empresas más importantes e influyentes del país. Aris, Ray y Sarah han sido amigos desde la infancia y los tres comparten una...