Raymond
Habían pasado cuatro días, y exactamente el día de hoy había amanecido frio, con un cielo gris y un viento que se calaba por tus huesos. Alistair, como hombre astuto, se acercó a mí usando esa excusa, con lentitud. Como un depredador a punto de devorar a su presa. Se alzó y cubrió mi cuerpo con el suyo, borrando todo centímetro que nos separaba.
— ¿Qué...que haces? —pregunté viendo su sonrisa coqueta bailar en sus labios.
— ¿Qué crees que hago? —Comenzó a mover su cintura lentamente, despertando sensaciones, despertando virtudes—Hay que celebrar que ya no pareces una momia a medio hacer.
Recorrió con su lengua mi cuello, depositando lentos besos y mordiscos, que, me provocaban estremecimientos y escalofríos que me nublaban la vista. Luego, ahogó los suspiros que lograron escapar con sus labios, devorando mi boca con pasión. Mis manos se aferraban a su espalda mientras le devolvía toda la pasión que depositaba en mí, por qué, que mejor manera de olvidar el mundo, sino era en sus labios.
Alistair, bajó una de sus manos hasta el borde de mi mono para dormir, y con la otra me alzó para hacer de la tarea de desnudarme mucho más sencillo, al mismo tiempo que yo hacía lo mismo con el corto bóxer que le había prestado. Ansiosos de sentirnos como vinimos al mundo, nos deshicimos de todo en un minuto. Para volver a besarnos con la misma intensidad, como si el mundo se hubiera acabar al minuto siguiente. El me rozaba el alma, con cada movimiento, con cada beso.
Mi mente estaba dividida en el lento vaivén que hacía con las caderas y en cómo me besaba. Presentía que su naturaleza animal estaba tocando la puerta para entrar en escena cuando un gruñido salió despedido, tan audible como un suspiro.
—Me encantas—declaró él entre besos, con una voz ronca que me erizó la piel.
Alistair mordió mi labio con fiereza y no necesite más para entregarme a él.
Como si leyera mis pensamientos, Alistair se adelantó. Expandiendo sensaciones. Derrumbando límites con cada movimiento. Nunca me había sentido tan alto, nunca había tocado el cielo, nunca había deseado ser solo suyo y el que fuera solo mío, nunca había deseado que el tiempo se detuviera, solo para mantener este perfecto momento junto a él.
Gruñidos y suspiros se unían en sintonía en una deliciosa armonía. Estábamos unidos. Nuestras almas entrelazadas, nadando en ambos cuerpos. Sus mordiscos se volvían más calientes, más salvajes. Su espalda era mi punto de ataque. Donde clavaba mis uñas y le mostraba que él no era el único salvaje. Lo sentía a él. Lo sentía todo. ¿Quién diría que en su cuerpo encontraría la gloria?
Estaba sedado entre sus salvajes besos y en sus fuertes movimientos, en donde todo se volvía más rápido, más glorioso, en donde ves la luz en el túnel. Un rugido salió despedido de su garganta y ahogué mi orgasmo en su pecho mientras lo aferraba más a mí.
Él se mantuvo a ahí por unos segundos, admirándome con esos hermosos ojos tormenta y luego, una sonrisa adornó sus labios. Se acomodó a mi lado con esa sonrisa todavía adornando su cara, y nos quedamos mirando, como si ambos creyéramos que lo acaba de sucederá era un sueño.
—Te quiero—solté de repente.
Su rostro se contrajo, la sonrisa se borró de sus labios y se quedó estático, observándome sin ninguna expresión en su rostro, como si hubiera congelado. Mi corazón se volcó. Había recibido la patada más dolorosa en el estómago y él aún no decía nada para remediarlo. Tal vez era demasiado pronto. Tal vez me apresuré. Tal vez él no me quería devuelta.
Sus ojos destellaron un brillo.
—¿Alistair?
Alistair parpadeó más de una vez, y luego entre una sonrisa, me besó en los labios con una emoción reciente.
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Oziria y Los anillos del zodiaco
FantasiOziria se ha vuelto un país de ensueño, fantástico y magistral. Que debe su orden y paz a la Organización Zeta, una de las empresas más importantes e influyentes del país. Aris, Ray y Sarah han sido amigos desde la infancia y los tres comparten una...