Capitulo 2

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Aris

Desfilamos por la extensa entrada del lugar hasta llegar al extremo de un barandal de mármol blanco que partía hacia abajo con dos grandes escaleras a sus lados. Los tres suspiramos encantados al unísono. Desde el techo en el medio del lugar estaba colgado un gigante candelabro de cristal y alrededor de él centelleaban pequeñas luces azul hielo que también estaban esparcidas por todo el palacio. En lo alto de los pilares de mármol blanco pendían grandes telas blancas que tenían el símbolo zeta en el medio junto a un copo de nieve. Todo el lugar tenía ese toque frío que parecía que el mismo presidente había ordenado encerrar el invierno en este sitio para la ocasión, haciendo que todo luciera totalmente majestuoso y precioso.

Ninguno de los tres habías pisado este suelo, de hecho ninguno que no sea soldado zeta, un importante magnate o ministro podía pisar este suelo, ni siquiera darle una mirada. Para ser más específico todo el centró podía, menos nosotros, los novatos, hasta ahora.

Mi corazón palpitaba emocionado. Me sentía ligero, entusiasmado y al mismo tiempo mis manos sudaban de los nervios. Ya pronto seria parte de esto, de la misma manera que mi padre lo fue.

Desde lo alto se podía ver mucha gente concentrada en el núcleo del salón. La mayoría era de nuestra edad, todos provenían del instituto de aprendizaje que nosotros habíamos cursado estos cinco años donde las clases más esenciales eran las de defensa personal, matemática, historia, lengua y manejo de armas.

Recorrí con la mirada el lugar y me di cuenta que no aun no había llegado El Presidente. Un suspiro de alivió abandonó mis labios, por suerte no nos habíamos perdido la ceremonia de iniciación. 

Estuve a punto de bajar un escalón cuando Sarah me jaló del brazo y entrelazó su brazo con el mío e hizo lo mismo con el ojiverde.

—Esta es la noche más importante de nuestras vidas y ustedes son las personas más importantes en mi vida, así que debemos entrar los tres juntos—espetó feliz levantando el mentón— Además, toda chica guapa debe de tener dos acompañantes casi igual de guapos que ella.

En ese momento la atraje hacia mí con un abrazo y Ray se nos unió, riendo. La emoción jugaba con mi estómago y mis ojos empezaron a llenarse de lágrimas, en ese instante me separe carraspeando.

—Eh....creo que deberíamos...—bajé la cabeza, indicando que era hora de bajar.

Los dos me vieron el rostro y reprimieron una carcajada.

—Los dos sabemos que querías llorar— se burló Sarah comenzando bajar volviendo a entrelazar nuestros brazos.

Negué con la cabeza.

—Solo se me había metido algo en el ojo.

— ¿Que? ¿El amor insaciable que nos tienes?—Bromeo Ray.

Los dos rieron de nuevo.

—Cállense.

Llegamos abajo y algunos hasta notaron nuestra presencia. Los saludé con un simple asentimiento y una sonrisa de labios apretados. No era que me caían mal, simplemente no soy tan allegado con ellos como lo era con Ray y Sarah.

—Desde aquí se pueden oler los nervios— comentó Ray.

—Claro, todos están nerviosos, ¿tú no?—Le dije.

—No, no es como que no vamos a ser elegidos, eso ya se sabía, solo que esta vez se va a volver oficial— respondió el negándole importancia con un gesto.

— ¿Puedes dejar de quitarle la emoción? O ¿acaso no estas emocionado?—dijo Sarah.

—Por supuesto que sí, pero estar emocionado y estar nervioso son cosas completamente diferentes—explicó el ojiverde.

Oziria y Los anillos del zodiacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora