IV

191 38 47
                                    

— ¿Hablas en serio?— Dice Jongho, sin creer lo que sus ojos ven todavía.

— Tan en serio como que venus es un planeta y la sangre roja.— Salta Seonghwa inmediatamente, sin aliento. El impulso que lo hace decir eso confundiendo su cerebro inexplicablemente.

¿Por qué aquella expresión?, sonaba realmente a una comparación arcaica.

¿Por qué la sentía cerca, entonces?, ¿como si alguien se lo hubiera dicho apenas unos segundos antes?

Seonghwa sacude su cabeza, centrándose en lo importante: Aquel chapitel que sobresalía de las profundidades de la tierra.

Eso era lo que estaba destinado a encontrar y, sin embargo, siente como sus manos tiemblan de… ¿Anticipación?,¿tensión, tal vez?

Entonces lanza una mirada hacia atrás, encontrándose con los demás de inmediato y eso le da la confianza suficiente como para comenzar a desenterrar aquel misterio que lo tiene afligido desde hace varios días. Saca de su cinturón una pala de tamaño medio y empieza a mirar el área que rodeaba el descubrimiento, preguntándose por dónde debería empezar.

Como si hubiera tenido la mejor idea del mundo, sus ojos brillan finalmente.

— Jongho, tráeme la pala grande.— Pide amablemente al más fuerte de todos. Al ver que  inmediatamente se da la vuelta, el de cabellos oscuros sonríe y se agacha, tratando de perfilar lo mejor posible la aguja de la edificación. Luego al recibir la herramienta de mayor tamaño, comienza a cavar un agujero lo suficientemente grande como para que quepan varias personas. Con una seña, indica a sus compañeros para que se acerquen, habiendo confirmado sus sospechas.

— Normalmente, si podemos ver la aguja, más abajo tendremos alguna ventana por donde  entrar, seguida de unas escaleras.— Murmura entonces.— Diría que este edificio pertenece a finales del XVIII*, así que si queremos agilizar el proceso, diría que Haneul se haga cargo de facilitarnos eso con ayuda de una excavadora hasta que podamos ver algún tipo de adorno que nos indique la existencia de una ventana bajo ella.—

[...]

Los días pasan y el equipo se da cuenta de que lo que encontraron el primer día era apenas superficial, lo cual trae sentimientos de desesperanza entre horas. 

Aún con ese peso en sus hombros, el equipo se toma entonces un descanso mientras otros trabajadores los relevan. En el momento en que se sienta en el suelo, Seonghwa siente que odia su camiseta pegada por el sudor. Da una mordida al bocadillo que le trajo Yunho -igual que a todos los demás- con frustración, luego suspira y se detiene a mirar el cielo, el cual no da señales de tener mancha alguna en forma de nube. A partir de eso, su corazón se tranquiliza.

— …¿Creeis que si voy al laboratorio y chupo la cuchara, podré descansar un poco de este sol?— Dice Haneul, tirada en el suelo bajo la sombra de un árbol, cansada por toda la actividad física que había llevado a cabo desde las ocho de la mañana.

El grupo ríe, acompañado de un “naaaaaahh” incómodo que preocupa a más de uno.

— Yo creo que hoy será el día.— Dice Yunho, repartiendo botellas de agua.

— ¿El día de qué?, ¿de que me dé una insolación?— Dice Yeosang, visiblemente acalorado, tomando rápidamente aquella botella que le era entregada, para luego vertir algo de su contenido en su frente.

— Bueno, si lo prefieres, alguien tiene que hacer los informes de hoy...— Contesta irónicamente Jongho.

— … Creo que sacaré fotos con mi dron por el bien de nuestro progreso.— Se excusa este, cerrando la botella y escapando de las miradas ajenas.

Entonces, un llamado se hizo presente, resonando en todo el lugar.

— ¡Hey!— Los llamaron, haciendo una seña para que se acercaran.

— ¿Eh?, ¿pasa algo?— Pregunta para sí mismo el de cabellos azulados.

— Creo que han encontrado algo.— Murmura Seonghwa, mirando a Jongho y asintiendo.— Trae el coso que corta los cristales.— Dice el mismo, dándole una golpe en el hombro para causar una reacción.

Mientras el moreno se apresuraba a buscar el instrumento al coche, el resto se acercan a la zanja ahora bañada en polvo y tierra, con sus herramientas y pinceles equipados.

En cuanto el de cabellos oscuros se acerca, nota cómo la mayor parte del tejado ya está al descubierto, dejando un arco para la primera ventana.

¡Por fin!

— Seonghwa, ha llegado tu momento, amigo.— Dice Yunho, haciendo un saludo militar a modo de broma, para luego golpear amistosamente su hombro, mientras Seonghwa preparaba su arnés.

Una vez los nudos estuvieron comprobados, Seonghwa gatea y se arrastra por la estrecha apertura para examinar su estado.

Al ver que todo está en condiciones, mira a Jongho que llega con un resoplido hasta él y extiende la mano.

Jongho la toma, apretándola de más para el gusto de Seonghwa.

— Jongho, no pretendo herir tus sentimientos, de hecho, te adoro como hermano pequeño, pero me refería al cortador de vidrio.— Dice entonces, llevando la vista hacia los ojos contrarios de nuevo.

— Ah… Claro.—  Murmura Choi para sí mismo, dándole el objeto apresuradamente.

Park lo toma, para luego retirar cautelosamente el vidrio y dejarlo en manos de Yunho, murmurando que lo llevase al laboratorio.

Luego mete sus piernas entre las rejas de la ventana y se desliza hacia dentro, cayendo grácilmente en el descansillo de la escalera más alta.

—Muy bien, no creo que haga falta tirar del arnés, todo está bien conservado y parece firme.— Avisa este a su equipo, dando dos pequeños tirones por la cuerda.

Al ver una respuesta afirmativa por su parte, enciende la cámara del casco, grabando desde aquel momento todo lo que ve.

Entonces baja por las escaleras, con cuidado de no forzar nada a su alrededor a medida que se desplaza. El mármol blanco bajo sus pies hacía eco contra sus zapatos, mientras que la respiración de Seonghwa se mezcla a esa masa de sonidos.

El olor a antiguo llega a sus fosas nasales lentamente, siendo este una sonata romántica que hace revivir sus recuerdos como flores en agua.

Perdido en sus sentidos, avanza lentamente hasta que se topa con una enorme puerta, bueno, lo que quedaba de su madera noble.

Parecía imperturbable con el paso del tiempo, manteniéndose recta a pesar de estar completamente abandonada.

Entonces, extiende su mano, decidido a dirigirla hacia la manija de dicha puerta que parecía retumbar, esperándolo.

Seonghwa quería ver más allá.

𝑆𝑢 𝑃𝑟𝑜𝑚𝑒𝑠𝑎 (#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora