En mitad de esa espesa niebla, algo llama su voz y un castillo se erige sobre él , imponente y misterioso, su mármol blanco destaca entre la oscuridad plana del lugar. Asombrado, lo observa cautelosamente, como si se lo fuera a tragar vivo. Su cabeza duele unos momentos con un pinchazo que se extiende, haciéndolo caer a sus rodillas.
Levanta sus brazos para masajearse las sienes en un intento de aliviar aquel dolor, y, de repente, lo ve.
Una ubicación le llega a la cabeza, número por número.
Rápidamente la apunta en su libreta de bolsillo con el bolígrafo de tinta líquida que solía utilizar para que su letra no se viera muy plana.
Después el sueño desaparece.
[...]
Seonghwa se levanta de la cama, extrañado.
Normalmente tenía sueños fantásticos en donde sus pensamientos más profundos eran expresados sin sentido alguno, sin contar con una continuidad fija siquiera.
Pasa una mano por su frente y se da cuenta de varias cosas: de que está sudando y que el pijama de entretiempo ya le sobra. Luego hace la cama como cualquier otro día normal y prepara un baño.
Los aceites aromáticos nunca fallaban para calmar sus inquietudes.
Al ver que el agua está lista, va por su ropa de diario, y en el momento en que coge sus calcetines, sus ojos se topan con algo.
Un papel arrugado descansa sobre su mesilla de noche, es cuadriculado y parece haber sido arrancado descuidadamente.
— ¿Eh?—
Seonghwa deja lo que está haciendo inmediatamente para coger aquel papelito que no recuerda haber dejado ahí.
Lo desdobla y sus ojos se abren como platos.
¡Era la dirección!
Seonghwa deja escapar un jadeo de asombro y decide llevarlo consigo al trabajo.
Lo dobla cuidadosamente, pues definitivamente se trataba de algo importante. Entonces lo mete en el bolso del pantalón que se iba a poner.
Aún algo aturdido, entra a la bañera y comienza a pensar en aquella sensación extraña que no puede quitarse de encima.
Un presentimiento de que aunque no entienda lo que sucede ahora mismo, pronto lo entenderá.
Sumerge su cabeza en el agua, imperturbable.
Y parece que con ella se lavan los últimos vestigios del sueño que tuvo, puesto que no será recordado por mucho que lo intente.
Ese mármol blanco ya se ha perdido en los confines de su memoria, pero, tal vez algo será capaz de traerlo de vuelta.
Después de todo, esto es sólo un comienzo.
[...]
En el trayecto, Seonghwa se decantó por dejar el nuevo hit de verano de cierto grupo de chicas, Sugar Free.
Mientras la melodía relajada y divertida ambientaba el aburrido viaje, a Seonghwa se le ocurrió parar en una cafetería por algo que darles de beber a su equipo como soborno.
Porque el favor que pediría requería que llevara las manos llenas, definitivamente.
— Un caramel macchiato, dos ice americanos, un chocolate caliente y una Popsi, por favor.— Le dijo al encargado, para luego moverse a una esquina en la que no molestaría.
— Marchando.— Le contestó el joven, empezando a caminar apresuradamente de un lado a otro de la barra.
Una vez hubo terminado, Seonghwa paga lo pedido y regresa al coche.
Sus ojos están puestos en la carretera, pero sus pensamientos viajan a la posible reacción que tendría Yunho al contarle lo de la ubicación y la sensación rara que tenía encima desde entonces.
El joven director de departamento se muerde el labio inferior, preocupado por la posibilidad de no ser tomado en serio.
Entonces suspira.
Decide confiar en Yunho, el gerente, su mano derecha para manejar la situación lo más discretamente posible.
[...]
Aparca en su sitio usual, acercándose a la abandonada zona donde trabajan él y su equipo de arqueólogos.
— Buenos días, chicos,¿cómo estáis hoy?— Pregunta al encontrarse con ellos, esperando a que lo pongan al día.
— Seonghwa~~— Dice Haneul, con un tono de queja más que evidente, dejándose caer en sus brazos a las ocho de la mañana.— Llévame a casa, aquí hace mucho calor y los mosquitos me ponen de los nervios.— Añade, para después pegar una bofetada a su propio brazo puesto que un insecto se había posado en este.
El de cabellos oscuros sonríe, para luego enseñarle el iced americano que trajo para ella.
— No puedo controlar eso, pero podemos tomarnos un pequeño descanso; traje café.— Anuncia entonces, levantando el portavasos como si fuera una victoria al ver que el resto se va animando, uniéndose a ellos.
Como si aquello fuera un tratado de paz, el pequeño equipo de expertos con los que trabaja le acompañan mientras reparte cada bebida a quien corresponde.
Él, por supuesto, se queda con un clásico chocolate con leche.
Yunho se adueña del refresco, mientras que Yeosang coge silenciosamente el caramel macchiato, Jongho, por su parte, ya está sorbiendo su ice americano por la pajita, al igual que Haneul.
— ¿Habéis encontrado algo?— Pregunta Seonghwa, distrayéndose de sus lamentos internos por no haber comprado churros.
— No, todavía no.— Contesta Yunho, quién mira las excavaciones, decepcionado.
Unos momentos de silencio interrumpen la conversación.
— Entonces… ¿Puedo proponer algo?— Cuestiona con timidez el jefe de departamento, bajando el tono de voz conforme la vergüenza lo carcome.
— Somos todo oídos; pero recuerda que cobramos por horas.— Puntualiza Yeosang, mirándolo de reojo.
— Bien, pues, eh...— Murmura, sacando torpemente el papel de su bolsillo.— Esta mañana me pasó algo muy extraño. Tuve un sueño extrañamente oscuro y, no sé muy bien qué pasaba, pero recuerdo apuntar una dirección; ¿os molesta si comprobamos la zona con el satélite?— Murmura este, enseñando la combinación de números en el papel a sus compañeros.
— Eso está cerca, nos llevaría menos de un cuarto de hora llegar en coche.— Dice Haneul, para luego suplicarle con la mirada que los condujera hasta allá en su coche.
Seonghwa suspira en aceptación, sacando sus llaves y viendo como todos recogían sus cosas apresuradamente.
Una vez todos estuvieron listos y con los cinturones de seguridad abrochados, Park enciende el motor y enciende la radio, mientras oye como los de atrás se pelean por poner alguna canción por bluetooth.
Haneul hace su trabajo como copiloto, guiándose por Maps y evitando las ganas de querer estrangular a Yunho por poner el mix de diez horas de la canción de Monsters™.
Cuando por fin llegaron, el paisaje no era lo que se esperaban. Era una llanura bastante desértica, por lo que su mejor opción sería un escaneo por ondas usando el dron de Yeosang.
— Muy bien, yo me encargo.— Dice Jongho, quién no había dicho una palabra más que "gracias por el café" hasta ahora.
Luego saca su portátil y lo abre, acopla la antena al pequeño aparato blanco y prepara lo necesario para que Yeosang hiciera lo suyo.
Con las ayudas en tecnología, su empresa había desarrollado un paso más la ya conocida técnica vía satélite (Radar de apertura sintética/Synthetic Aperture Radar) para detectar deformidades en el terreno, o incluso agujeros bajo tierra.
Entonces, el tiempo pasa y obtienen una reconstrucción virtual del terreno.
Todos contienen la respiración después de un sonido de sorpresa en conjunto.
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𝑆𝑢 𝑃𝑟𝑜𝑚𝑒𝑠𝑎 (#2)
Hayran KurguEn otra vida... En otra vida quizá podamos encontrarnos de nuevo. En otra vida... En otro tiempo, tal vez podamos amarnos sin remordimientos.