— ¿¡Cómo!?— Pregunta Hongjoong, agarrando cuello de la camisa a Wooyoung.
— Solo cumplí órdenes, ¡te juro que no sé qué había escrito dentro!— Alega este, patéticamente aferrándose a las manos del otro para que no lo dejara caer, a pesar de ser ligeramente más alto que el otro.
— Joder. ¿Siquiera te das cuenta de lo que acabas de hacer?— Le pregunta el pelirrojo una vez deja que sus pies toquen el suelo.
— Pensé que...—
— No, Wooyoung, no pensaste.— Rebate Kim, exasperado, dirigiendo su mirada como un dardo clavándose en el corazón del otro. Hongjoong Suspira al ver la culpabilidad del otro.
— ¿Qué debí haber hecho, entonces?— Le pregunta el menor.
Hongjoong se detiene, Wooyoung tenía razón.
— Vamos a hacer una cosa: Invéntate una excusa, yo lo resolveré.— Hongjoong se levanta rápido como el rayo, agarrando su chaqueta de cuero, su chaqueta, su casco y sus llaves. Enciende su Yamaha negra y una vez se ajusta el casco, baja la pantalla y se para a pensar por un segundo.
— Si pudiera librarme rápidamente de alguien a quien odio, ¿Dónde estaría?— Murmura el pelirrojo, e inmediatamente después, su bombilla se enciende.— Dios mío, ¡Está en el museo!— Y dicho eso, no pierde más tiempo.
Después de todo, juró protegerlo.
[...]
Seonghwa espera efectivamente hasta la medianoche y se encoge un poco cuando refresca. Eran apenas las once y media.
Ve una silueta por el rabillo del ojo, y en ese mismo instante, se escondió tras la pared. Eventualmente, observó los movimientos del desconocido como si fuera una amenaza. No olvidemos que habría un ataque armado en unas horas.
Cuando el otro desaparece de su campo visual, Seonghwa se da el lujo de soltar el aire que estaba conteniendo.
Y, de repente, siente cómo una mano tira de él bruscamente por su pelo, tirándolo hacia atrás. El de cabellos azabache gime de dolor, pero no alcanza a ver el rostro de su atacante, ya que este golpea su cabeza contra la pared y Seonghwa se desmaya.
Emma se aparta del cuerpo inmóvil del joven y hace una señal a sus hombres para que se acerquen; y una vez estos toman el cuerpo de Park entre sus brazos, ella les hace una señal para que lo lleven dentro.
— Ahora, esperaremos. A ver si el traidor tiene los huevos de venir.— Ordena ella, para luego mandar a todos a sus puestos.— Jaque, Kim.—
[...]
El pelirrojo aparca a una distancia prudencial del escenario donde daría lugar el crímen, asegurando una huída rápida en caso de tener que recurrir a ello.
Se esconde detrás de varios coches que desafortunadamente habían sido aparcados por los alrededores, y echa una visual para ver cómo está el patio.
Divisa varios coches con cristales tintados rodeando el sitio, pero decide acercarse más, de todas maneras. Decide que es un buen momento para sacar su pistola.
Y llega justo a tiempo, porque en el momento en que se esconde tras un vehículo una explosión de un destructivo color naranja destruye sus oídos. Por momentos no puede hacer nada más que ver cómo el segundo piso se deshace en el aire, como el rastro que dejan los fuegos artificiales al quemarse.
Solo que esta vez, ningún dibujo hermoso puede apreciarse en el cielo nocturno, ya que este es cubierto por el humo en forma de hongo que lo hace consciente de lo que estaba pasando. Acompañado por el pitido de sus oídos, Hongjoong decide acercarse una vez consigue liberarse de su estupor inicial.
Seonghwa todavía estaba dentro.
Ese es el combustible que da fuerza a sus débiles piernas para seguir corriendo hacia el corazón de las llamas. Y cuando cree que está a punto de ser engullido en vida por ellas, cubre su cabeza con sus brazos y se tira contra la puerta trasera de madera que ardía violentamente.
Para su suerte, eso parece ser suficiente para que esta se desplome en el suelo, y en cuanto el joven pelirrojo pone un pie dentro, nota la quemazón del humo en sus pulmones y tose hasta que este se vuelve más tolerable. Sin embargo, sigue su camino con dificultades y obstáculos de por medio. Y aunque una viga se cae a su lado, eso no le impide avanzar.
Estaba siendo un estúpido.
Hasta que sus ojos llorosos ven a Seonghwa tirado boca abajo en el suelo y todos sus nervios le hacen saltar a su rescate.
La adrenalina hace que sus músculos levanten sin esfuerzo al otro y sus normalmente débiles piernas consiguen llevarlos lejos de ese infierno en la tierra.
Su frente está perlada de sudor y sus ojos reflejan el miedo cuando una estantería parece bloquearles la salida.
Hongjoong es consciente de que si no salen de allí rápidamente, los asfixiará el humo antes de que el fuego los llegue a devorar.
Mira a su alrededor y encuentra una ventana tapada por tablones de madera que no parecen muy resistentes y decide que esa era su mejor opción, pero sólo había un problema: serían vistos por prácticamente cualquier persona en el exterior.
Una gota de sudor cae al suelo y el pelirrojo toma una decisión.
Se dirige hacia la ventana, y da una patada en la tabla, partiéndola en dos mitades que caen al suelo de manera instantánea. Con un trozo de tela que arranca de su camiseta se ocupa de los cristales sobrantes y saca a ambos de allí intentando evitar riesgos innecesarios, pero es muy tarde.
— Vaya, debí haber apostado.— Dice con un tono sarcástico una voz femenina.
Hongjoong frena en seco, pero ya no había vuelta atrás.
– Me conmueves, Hongjoong; pero sabes no me voy a compadecer de personas como tú.– Dice la mujer, quitándole el seguro al arma que llevaba en la derecha.
– ¿De gente que ama?– Pregunta este, viendo como los ojos de Emma se oscurecen y su expresión se asevera.
– De gente que hace caso omiso a mis advertencias. No supiste en dónde te metías, con quién te metías, y ahora este será tu adiós. La séptima vida del gato.– Emma levanta la frenzy y apunta entre los ojos de Hongjoong.
Su dedo delinea la sombra del gatillo.
¡BANG!
Una parte de la fachada que se había consumido en llamas cae frente a esta, haciendo que dé un paso atrás.
– ¡Hum! Es el destino, supongo.– Masculla, dándose la vuelta al finalmente oler el peligro de la situación. Hace un gesto a sus hombres.– Vámonos.
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𝑆𝑢 𝑃𝑟𝑜𝑚𝑒𝑠𝑎 (#2)
FanficEn otra vida... En otra vida quizá podamos encontrarnos de nuevo. En otra vida... En otro tiempo, tal vez podamos amarnos sin remordimientos.