𝑆𝑢 𝑃𝑟𝑜𝑚𝑒𝑠𝑎 (#2)

XIV

Ambos quedan en silencio unos segundos.

La mano de Seonghwa sube instantáneamente hacia su propia nuca, denotando inconformidad por su parte.

—...Hey.— Responde.

Ve cómo el otro se impulsa con el pié que previamente tenía apoyado en la pared hasta que queda frente a él.

— ¿Eres Park Seonghwa, cierto?—

[...]

"Una joya que con sangre ha sido creada, con sangre se destruirá"

¿¡Qué rayos quería decir eso?!

Cierra el libro de un golpe y lo deja en una de las varias pilas a su alrededor.

Hongjoong se agarra la cabeza con ambas manos, en señal de frustración; ¿es que acaso no podía acceder información más... Contundente?

Ya se ha encontrado con varias páginas que recogían buena información, pero la mitad de ellas estaban apolilladas o incluso arrancadas.

El pelirrojo suspira, cansado y se estira en su silla.

Abre un poco su persiana y le resulta totalmente aburrida la manera en la que el sol ya ha salido. Si sólo tuviera unas horas más...

¿A quién iba a engañar? Sabía perfectamente a quién podía pedirle la información necesaria sin necesidad de pasar por tantos acertijos y perder el tiempo.

Tendría que ir al despacho de la persona a quién había estado evitando.

Resignado, se levanta de su asiento y camina por el pasillo como un alma en pena.

Y se detiene frente a la puerta indicada.

Da dos toques en la madera de esta.

— Pasa.— Oye desde dentro.

Hongjoong hace lo indicado y se adentra en la habitación, dejando la oscuridad anterior atrás y se deja ver por la otra persona.

— ¿A qué se debe tu visita?— Pregunta, levantando la mirada del papel para dirigirse al otro.

— Creo que no es un misterio la cantidad de libros que he tomado prestados de la biblioteca y sé que no pasarías algo así por desapercibido. Sin embargo, ninguno parece tener las respuestas que busco e incluso algunas páginas de varios ejemplares parecen haber sido arrancadas a propósito.— Suelta, a la par que se apoya contra una pared cercana al ventanal, de forma que sus delicados rasgos son bañados por la luz del amanecer mientras que sus ojos permanecen en la oscuridad, intimidantes.

— Entonces, ¿Cuál es realmente tu pregunta?— Responde.

Hongjoong la mira de reojo, analizando su expresión. Tenía que ser cuidadoso.

— ¿Cómo se puede quitar la maldición de La Muerte Violeta?— Pregunta el pelirrojo, sabiendo que de todas maneras estaba jodido.

— Fácil. No se puede; sólo se pasa a otra persona. Destruir el anillo no es una opción y lo sabes, Hongjoong.— Le dice, mirándolo duramente.— Inventaron eso sólo para manipular a los portadores del anillo, y, ya ves que en cada libro hay una respuesta para esa pregunta, eso es porque no la hay.— Finalmemte se levanta del asiento y se dirige hacia el mismo ventanal para mirar por este, apoyando sus codos en el sitio.

Los ojos del más bajo caen sobre ella precisos como flechas a una diana.

— Entonces, ¿Por qué lo quieres, Emma?— Pregunta Hongjoong, enfrentándose a ella cara a cara, sus ojos volviéndose más oscuros al enfrentarse a los otros.

— Eso no es de tu incumbencia, mi pequeño cazatesoros.— Suelta ella, y su expresión se vuelve amarga con cada palabra.— En su lugar, deberías concentrarte en tu misión como mi subordinado.— Inmediatamente después, reafirma su dominancia sobre la situación, haciendo al otro callar.

Tch.

Kim ha tenido suficiente.

Se da la vuelta para marcharse, el aire ya estaba tenso como una cuerda a una fibra de romperse; mas una voz lo detiene.

— Sé bien que te has encontrado con el príncipe.— Escupe Emma.— Te recomiendo actuar con cautela, al fin y al cabo, la vida humana es frágil como la porcelana. Sabes que sólo acabarás trayéndole desgracias.— Añade con malicia.

— Eres una víbora.— Espeta Hongjoong, dando un portazo.

[...]

— Hoy caerá el museo.— Le comenta el extraño, que, ante su cara de estupor se corrige inmediatamente.— Uh... Creo que debería presentarme: Soy Wooyoung.—

— Seonghwa, un placer.— Dice, estrechando su mano.

— Dime, ¿Vienes acompañado?— Pregunta, uniendo su iquierda a la fiesta, atrapando la desecha de Seonghwa entre las suyas.

Seonghwa tiembla, pero por todos los motivos equivocados.

— Eh... No.—

— Entonces, espero que me acompañes en un paseo y así ya tienes un amigo en Islandia.— Wooyoung le sonríe, brillante. Sin embargo, a Seonghwa no le termina de convencer.

— ¿Cómo sé que puedo confiar en tí?— Le pregunta, alzando una ceja.

— No puedes, eso es lo mejor de conocer gente nueva. Vamos a buscar un buen sitio.—

El otro lo arrastra como si fuera un muñeco de trapo hasta llegar al puerto, donde terminan sentándose y disfrutando de un poco de comida callejera.

— Bueno, como decía, hay una... Organización radical que planea hacer volar por los aires el museo. Antes de eso, está claro que robarán algunas piezas, pero te aconsejo que no te intentes hacer el héroe.— Dice, mirando intensamente el vaivén de las aguas.— Por cierto, me han dado esto para tí. No lo he mirado ni nada así; nos vemos.— Se despide el extraño sujeto que es Jung Wooyoung.

Seonghwa recoge el papel poco después, y, por el mensaje, puede hacerse una idea de quién era el emisor.

"Encontrémonos antes de medianoche, quiero apreciar la belleza antes del derrumbamiento contigo."

Seonghwa supuso que se trataba de Hongjoong, así como supuso que se verían a la entrada del museo aquella misma noche. Aunque le extrañaba tremendamente la ausencia de código morse, decidió no pensar mucho en ello.

Tal vez, algo había cambiado, de alguna manera.

Y vaya si lo había hecho.

Ahora ellos dos no sólo eran piezas opuestas en el tablero, un peón blanco y uno negro, sino que la reina había movido, tambén. Teniendo preparada su estrategia, estaba claro que jugaría, sin importar cuántos peones aplastara a sus pies para conseguir su cometido. Ganar.

En un juego donde dos vidas eran tan importantes como la más mundana pieza de un juego, ¿Cuántas serían necesarias para satisfacer su deseo?

Dicen que mantengas a tus amigos cerca, y a tus enemigos más cerca todavía.

¿Tal vez aquel había sido su error?