Capítulo 29

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Abrí mis ojos con pesadez y cansancio.

La luz que anuncia un nuevo día entró por la ventana de la habitación. Sin embargo, al reincorporarme sobre la cama, el recuerdo de la noche anterior llegó a mi memoria: logrando sentir como, con el primer movimiento que hice con mi cuerpo se hizo presente la sensación de ardor en mi intimidad y de dolor.

Anoche, lo que pasó anoche había sido una reacción inesperada.

Jamás me llegué a imaginar que el placer se podía ver y sentir de cierta forma diferente.

Por otro lado, al notar lo que había a mi alrededor, la habitación en la que me encontraba no se trababa de la misma en la que pase todo aquello. Estaba desnuda bajo las sábanas blancas, a mi lado no había presencia del sujeto con quién pase la noche. Rápidamente la sensación de decepción me invadió, debía de acostumbrar el repentino cambio de humor que tiene él señor Jeon.

No podía, no quería aceptarlo.

Me puse de pie enrollando la sábana sobre mi cuerpo, caminando hacia la ventana logrando ver el jardín, evitando aquel pensativo de su ausencia. Después de un par de minutos, cerré mis ojos contando tres veces, para después ir a la puerta que daba al baño. Ingresé en ella cerrando la puerta detrás mío, noté el enorme espejo que daba del piso hasta el techo, deslicé la sábana que me cubría mi cuerpo. Detalle cada parte: sobre mi cuello ya hacían dos moretones (uno de cada lado), bajando hasta mis clavículas debajo del hueso había uno, siguiendo la hilera sobre el arco de mis pechos redondos, en los dos había más.

Me gire, notando como la zona rojiza de una de mis nalgas estaba presente.

De repente, ante todas aquellas marcas una sonrisa se formó en mis labios.

No mentía al decir que lo disfruté, disfruté cada una de sus caricias. En mis muñecas estaban las marcas de las esposas. Quité la sábana por completo, entrando a la ducha.

Al terminar de limpiar mi cuerpo, tome una toalla blanca y limpia. Cepille mis dientes con un cepillo nuevo que tome de uno de los cajones. Al salir, veía que la cama seguía destendida. En cuestión de segundos la puerta principal se abrió, dejándome ver al señor Jeon entrar a la habitación.

Se encontraba vestido con un traje de gala, solamente le hacía falta el saco. Pero al ver aquel chaleco que se ajustaba a su perfecto cuerpo, una ola de calor se estaba apoderando de mí.

—Buenos días, preciosa. —me regalo una sonrisa, al cerrar la puerta se fue acercando y, detrás de él, en una de sus manos llevaba una rosa roja. Me la ofreció, al extender su mano, al tomarla en mis manos, dejo un pequeño beso sobre mi pómulo. —¿Cómo te sientes? —sentí su nariz sobre mi piel, inhalando el olor frutos rojos del champú.

—Cansada y un poco adolorida, Jeon.

—Es normal, pequeña —su mano acaricio mi mejilla, descendiendo por mi cuello. Tocando cada uno de los chupetones que había hecho —, todo tu hermoso y bello cuerpo debe de tener hematomas. Aunque la marca que se encuentra en el trasero es...— acarició mi mano la cual se reposaba en mi pierna sobre arriba de la sabana— muy fascinante, mi amor. Justo como quería.

—¿Disculpe?

—No es nada, princesa. Lo importante es que anoche me di cuenta de que también lo disfrutaste, incluso mucho más que yo —sus palabras sonaban delicadas y más al decirlas tan cerca mi oído, logrando electrizar mi cuerpo, la corriente de aire apoderándose de mis sentidos.

—Yo... — mis palabras fueron calladas e interrumpidas al escucharlo reír.

—Yi-hyun, debes de estar a más tardar dos horas en tu casa— se puso de pie dirigiéndose a la puerta— todo lo que necesites está en el baño, así como en el closet, no tardes— sin decir más, salió cerrando la puerta de la habitación.

DIBÚJAME [©JJK/MYG-Libro I]✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora