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"... A veces en lo oscuro,

en lo complicado,

se toca la verdad..."

El sol caía lentamente por el cielo en un espectáculo que pocas veces la gente suele sentarse a presenciar.

Sin embargo, aquel día para Yuta fue diferente.

Sentado en los escalones del porche, con unos cuadernos y papeles desordenados a su alrededor, observaba como a lo lejos San en su jardín estaba plantando flores.

Desde donde él estaba podía ver la gota de sudor deslizarse por el lateral de su frente y perderse por el cuello de la blanca camisa.

Quizá, no existiese en ese momento en el diccionario la palabra exacta para definir lo que él estaba sintiendo.

Aquella lucha de emociones que embargaba su interior, cuando sonreía tontamente mirando al vecino y luego tragaba duro cuando su vista volvía a perderse en los renglones de las noticias que estaba traduciendo.

Aquella mañana recibió una cantidad de informes fuera de lo normal, escritos algunos en alemán, otros en francés y unos pocos en inglés.

Por primera vez en todos los años que llevaba haciendo ese trabajo se sintió afectado.

Como si al cerrar los ojos por un instante fuera él quien se viera amenazado.

Había cosas que pasaban en el mundo que solo él sabía.

Mantenía a sus familiares y amigos ajenos a la realidad, para de alguna manera protegerlos, ni las mujeres ni los niños hablaban de aquellas cosas.

Yuta fue uno de los primeros que tradujo una noticia sobre la creación del triángulo rosa, en el años 1930, cuando Alemania tuvo la brillante idea de inventar esta insignia para marcar y avergonzar a los homosexuales, basándose en la premisa de que esto era una prueba de degeneración que se transmitía por vicio de unos individuos a otros y las autoridades nazis debían poner todos los medios a su alcance para evitar su extensión.

Sin embargo, hace unos días las cosas se había agravado, en aquel momento llevaban acumuladas unas 33.000 condenas por homosexualidad basándose en el art. 175, el que modificaban cada año a su antojo.

Eran condenados con cárcel, tortura, llevados a campos de concentración y muchos de ellos castigados a la pena de muerte.

Durante un momento volvió a observar a San, con un horrible nudo en la garganta e imaginó lo que podría pasarles si alguien descubriera lo que sea que hubiera entre ellos.

Serian condenados, llevados a un campo de concentración, marcados con una triángulo de tela rosa cocido a la ropa, además de los otros triángulos que marcarían que eran extranjeros y que habían tenido una relación interracial con alguien de los que se consideraba el enemigo.

Se vio a sí mismo diciendo adiós a sus hijos, si es que le daban esa posibilidad.

Pudo sentir la vergüenza de Sana, aquella sensación de haberle fallado a su familia como hombre y como padre.

Imaginó a Nancy llorando, frustrada de conocer quién realmente era su marido.

Y por último vio a San, acariciando su mejilla con dulzura, diciéndole que todo estaría bien aún sabiendo que jamás volverían a verse.

Entonces algo dentro de su pecho se rompió en montones de pedacitos, pudo ser realmente consciente de que había algo, quizá, un efímero lazo invisible que los conectaba de alguna manera incuestionable.

Indecentes    San / YutaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora