El secreto

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Karoma Weasley suspiró con dolor y guió la mirada al otro lado de la calle donde se encontraba el negocio de su futuro ex esposo ¿Cómo carajos se había ido todo al cuerno? ¿Cómo fue que en un momento pensó que era feliz? Volviendo a suspirar fijó la vista en el documento que tenía sobre el mostrador de su propio negocio, sabiendo que no podía atrasar más lo inevitable firmó la libertad de George y se la envió, vía lechuza para que él también lo hiciera. Volvía a ser Karoma Reese.-

Tres semanas antes...

Karoma salía de San Mungo envuelta en una nube de felicidad, todo en ella parecía irradiar luz, su corto cabello lacio, corto en la nuca pero un poco más largo en uno de los lados reflejaba los rayos del sol otorgándole unos reflejos dorados y sus ojos miel claros brillaban de felicidad. Esa mañana se había dirigido a San Mungo por que hacía varias semanas que se sentía mal y ya los mareos amenazaban con volverla loca, el medimago la checó solo para sonreír y decirle que lo suyo era absolutamente normal y que se le quitaría en unos meses: ella estaba embarazada.

Se había casado con George Weasley hacía mas de año y medio atrás y aunque jamás habían hablado de tener niños, hace meses que notaba que él no hacía los hechizos anticonceptivos después de hacer el amor y ellos eran demasiado apasionados, tenían sexo casi todas las noches y mas de una vez ... ella quería decírselo cuanto antes. Con paso ligero se dirigió hacia la tienda y subió al departamento que antes compartían Fred y George pero que ahora solo era de Fred, dejaría ahí sus cosas y enviaría un patronus para pedirle que subiera. Unas voces impidieron que abriera la puerta, un hombre y una mujer tenían una discusión, no reconocía la voz de la mujer, pero la del hombre sí, era George, su esposo.

-Me prometiste que la dejarías hace semanas- reclamaba la mujer- pero no te has dignado a cumplir con tu palabra.-

-No puedo simplemente destruir todo de un día para otro- se defendió George exaltado- Karoma me ama y también a ella le hice promesas.-

-¿No me amas, George?- preguntó la mujer y la castaña sintió un dolor en el pecho que empezaba a extenderse por su garganta.-

-Por supuesto que te amo, Angelina- replicó el pelirrojo y la chica en la escalera se llevó la mano a la boca para que un jadeo no la delatara- Voy a hablar con ella esta misma noche- prometió, un silencio, Karoma apoyó la espalda en la pared al sentir que sus piernas temblaban.-

-Demuéstrame que vas a darme un lugar en tu vida- pidió la mujer después de un rato.-

-¿Cómo?- preguntó él

-Llévame esta tarde a la cena de los domingos en la Madriguera- pidió ella, Karoma bajó las escaleras despacio- hasta dejaré que me presentes como una amiga- dijo ella y los dos rieron. La castaña cruzó corriendo la calle y entró a su propio negocio y cerró antes de derrumbarse, él la iba a dejar. Con suavidad se llevó la mano al vientre, no podía decirle que estaba embarazada, no quería que se quedara por obligación o que odiara al bebé. La joven mujer repasó las últimas semanas pensando en que había pasado por alto, como no se dio cuenta que él iba a dejarla, como no notó que él tenía una amante. Karoma tomó su varita y lanzó un muffliato, se arrodillo en el suelo del vivero y gritó hasta quedarse afónica, el dolor no disminuyó y dejó salir las lágrimas, se sentía derrotada, pero no lo demostraría, iría esa tarde a la cena de los domingos, ella no le había fallado a su matrimonio, ella entraría a la Madriguera con la frente en alto.

-Karoma, hija- saludó Molly Weasley al verla entrar esa tarde, la mujer acortó la distancia y abrazó a su nuera, esa chica había sabido hacerse querer- Que gusto me da verte ¿Dónde está George?- preguntó al verla sola, la sola mención de su nombre hizo que un cuchillo atravesara el corazón de la chica.-

Tu abandonoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora