El café

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Al cerrar la tienda, George se encaminó hacia su departamento, no tenía ganas de llegar hasta ahí pero sabía que no tenía más remedio que hacerlo, George frunció el ceño y recordó la sensación de abandono que ese departamento le daba, era como si algo le faltara al estar ahí. La noche anterior había soñado con la mujer, ella bailaba alrededor de la sala enfundada en un vestido claro con flores muy veraniego, ella agitaba las caderas, provocándolo, hasta que él no pudo más y la atrapo, para tumbarla sobre la mesa y hacerle el amor con desenfreno. Él se había despertado excitado, escuchando los gemidos de la mujer como si fuera el canto de una sirena, inmediatamente la imagen de Karoma invadió su mente y la excitación fue reemplazada por una inmensa sensación de culpa, lo que lo llenaba de preguntas que nadie quería responder. Sentía que le había hecho algo sumamente grave a Karoma, la había herido y no sabía como, ella tampoco quería responder a sus preguntas y no iba a arriesgarse a volver a verla solo para que lo corriera otra vez como ya lo había hecho ese mismo día. Antes de llegar a su departamento se detuvo para observar una pastelería que no había visto por la mañana, algo le hizo sentir que de alguna manera él solía ir seguido a ese negocio en particular, con curiosidad se acercó a la puerta y entró.-

-Hola George-saludó una chica joven tras la barra- ya me parecía extraño verla sin ti- comentó con una sonrisa cómplice, él deslizó la mirada hacia un sector en el que se encontraban unas mesas y vio a Karoma sentada con una taza de algo humeante y un plato con una porción de pastel de ricota y coco- ¿Lo de siempre?

-Si, gracias-respondió él sin tener idea de que era lo que siempre consumía en ese lugar.-

-Te lo llevo a la mesa- dijo ella sonriendo y él se giró para caminar hacia ese sector, sin pensarlo dos veces se plantó frente a la castaña que hacía que su corazón se acelerara.-

-¿Te molesta si me siento?- ella levantó la vista del libro que leía y se quito unos aparatos muggles de los oídos.-

-Por supuesto que no- respondió y le señaló la silla de enfrente, George se sentó y a miro de frente, a los ojos, esos ojos tan claros que lo tenían hipnotizado, ella le retuvo la mirada hasta que levantó una ceja divertida.-

-¿Quieres preguntarme algo?- dijo sin tapujos y George se sorprendió.-

-Quiero preguntarte mil cosas- admitió él, la encargada llegó con una taza de chocolate caliente y una porción de tarta de frutillas en un plato, él la miró antes de agradecerle, la chica se fue por donde vino y George volvió a mirar a Karoma.-

-Tu medimago dice que debes recordar solo- soltó ella llevándose un tenedor con tarta a la boca, cerró los ojos saboreando y este solo gesto estremeció a George.-

-¿Cómo lo sabes?- preguntó intentando recuperar la respiración normal.-

-Él me lo dijo- respondió ella apoyando los codos en la mesa.-

-¿Fuiste al hospital y no me visitaste?

-Puede ser- respondió ella dejando descansar el mentón sobre los dedos- el punto es que no se debe forzar los recuerdos, por orden médica.-

-¿Fuiste a ver al medimago por mi o por ti?

-¿Qué quieres decir?

-¿Estás saliendo con él?

-Por supuesto que no- respondió Karoma después de reír un rato- Adrián sabe que estoy casada... con mi trabajo- se apresuró a agregar, demasiado tarde, George ya había empequeñecido los ojos.-

-¿Tu y yo estuvimos juntos? Quiero decir ¿Fuimos novios?- preguntó mirándola a los ojos.-

-Si, un tiempo- respondió ella tratando de ser lo más sincera posible, ellos habían estado seis meses de novios antes de casarse.-

Tu abandonoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora