Nuestra verdad

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George refrotó las manos en las piernas de sus jeans mientras miraba con nerviosismo hacia la acera de enfrente, quería invitar a cenar a Karoma, si debía ser sincero se moría de ganas de verla. Decidiendo que no había peor lucha que la que no se hacía., cruzó la calle y golpeó con fuerza la puerta por la que había visto entrar a Karoma la última vez que hablaron, después de un segundo golpe, la puerta se abrió.-

-George- dijo Karoma con un gesto sorprendido-¿Qué haces aquí?

- Me preguntaba si te gustaría cuidar un enfermo la noche de hoy- respondió él sonriendo, ella lo miró y levantó una ceja.-

-Nunca fui buena cuidando enfermos- admitió ella recostándose contra el marco de la puerta- además no veo enfermos por aquí.-

-Eso no es del todo cierto- dijo George sonriendo – estuve en coma tres meses y todavía me ve un medimago cada ciertos días, así que sigo siendo un enfermo.-

-¿Ser manipulador es una enfermedad?

-No soy manipulador, linda- repuso él ladeando la cabeza- a decir verdad no me gusta comer solo ¿Cenarías conmigo?- preguntó levantando el paquete con comida que llevaba en las manos, ella lo miró y sintió que la boca se le hacía agua, como extrañaba la comida de Molly.-

-Mi hermana llegará de un momento a otro- dijo ella intentando excusarse.-

-No me molesta compartir- respondió él manteniéndose firme- la comida, claro está- ella lo miró y rió, sabiendo que no tenía excusas para negarse, con toda la gracia que le permitió su vientre redondeado, lo dejó pasar. George intentó disimular una risita de triunfo y pasó hacia el estrecho pasillo que extrañamente conocía, sin dudar dirigió sus pasos hacia la siguiente puerta, una sala le dio la bienvenida, George giró la cabeza de una lado al otro y sintió los recuerdos de esa sala llegar a él.

-Creo que el departamento que vimos a la tarde es el adecuado- comentó Karoma envolviéndose en un enorme chal de lana, que su madre le había regalado la navidad pasada antes de sentarse en el sofá muy cerca de él- pero podríamos seguir buscando si el lugar no te convenció.-

-Tu idea de vivir aquí después de casarnos no me desagrada- admitió el pelirrojo, envolviéndola entre sus brazos – si el departamento no te gustó podemos seguir buscando.-

-Me gustó el departamento- respondió ella apretándose contra él- hagamos una oferta mañana.- pidió ella acomodándose a horcajadas sobre las piernas de George y envolviéndolo también con el chal, él sonrió antes de besarla.-

-¿Estas bien?- preguntó Karoma, viéndolo con preocupación, él fijó la vista en ella, la hermosa castaña había sido su prometida, las palabras de ella lo golpearon fuerte: "Dejaste de quererme", había dicho ella, "Me dejó por otra mujer". ¿Acaso la mujer que veía en su departamento era su amante? ¿Había sido tan canalla como para llevar a esa mujer al lugar que había elegido junto con su prometida?-¿George?

-Mi madre te tejió un chal gris horrible- respondió él mirándola, ella relajó el gesto y le devolvió la mirada con reproche.-

-No es horrible- repuso ella apoyando las manos en sus caderas- es grueso y abrigador.-

-Es un chal de abuela- respondió él riendo.-

-No solías quejarte – dijo ella mirándolo fijo, él le retuvo la mirada- ¿Qué mas recordaste?- George rió divertido, al parecer esa mujer lo conocía muy bien.-

-Que fuiste mi prometida- respondió el pelirrojo sonriendo, ella ladeó la cabeza.-

-Lo fui- respondió ella mientras cambiaba el peso de una pierna a la otra- pero por poco tiempo.-

Tu abandonoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora