Cuando seas mía

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-Deberíamos estar en mi departamento- se quejó Neferet más tarde ese día, cuando al fin el medimago le había permitido salir del hospital, con la firme promesa de que haría reposo durante dos días y que después llevaría una vida tranquila unos días más.-

-Debes hacer reposo y alguien debe cuidarte- respondió Fred moviendo los hombros, la tensión del día sumada a una noche de sueño inexistente le estaba pasando factura.-

-Vivo con mi hermana- recordó ella suspirando mientras caminaba unos pasos hacia él- también estás cansado, los dos necesitamos dormir.-

-Tu hermana seguro está en su departamento con George- replicó Fred- te quedarás aquí, cenaremos y dormiremos.-

-Quiero tomar una ducha.-

-Hazlo- el pelirrojo le señaló la habitación- hay un baño allí y puedo prestarte ropa.-

-En serio- la castaña cruzó los brazos sobre su pecho- ¿Alguna de tus novias dejó ropa aquí que sea de mi talla?

-Eres la primera chica a la que traje aquí, pero si quieres puedes dejar algo de ropa y un cepillo de dientes- Fred se acercó a ella, la abrazó por la cintura y acercó la nariz al cuello de la chica- una botella de ese perfume tan embriagador que usas, lo dejo a tu criterio.-

-No estás jugando limpio- reclamó Neferet cerrando los ojos.-

-Por supuesto que no, amor- admitió Fred frotando la nariz en la oreja de la chica, ella suspiró y él supo que hacía lo correcto- no hay reglas en esto, creí que lo sabías.-

-No tengo experiencia en esto y lo sabes- reclamó ella abrazándolo por la cintura y apretando el cuerpo contra el de él.-

-Bueno- respondió Fred disfrutando del momento- en la conquista no hay reglas, cualquier cosa que puedas usar para alcanzar la meta, esta aceptado. Por ejemplo, yo acabo de descubrir que te gustan las caricias en el cuello.-

-Y yo que te gusta mi perfume.-

-Me gustas tú, Neferet- corrigió el pelirrojo alejándose un poco para verla a los ojos- me gusta tu perfume, la forma en la que contoneas las caderas al caminar, como inclinas la cabeza cuando analizas lo que vas a decir, la forma en la que arrugas la nariz cuando no estás de acuerdo con algo- el chico agachó la cabeza y la besó- podría seguir mucho más.-

-No entiendo por que lo haces- la voz de Neferet se escuchó baja- podrías tener a cualquier chica que quisieras.-

-Entonces ¿Por qué me haces trabajar tanto?- preguntó él con picardía, ella sonrió.-

-Lamento que te hayan acusado de golpearme- dijo ella con pena, eso la había hecho sentir culpable toda la tarde.-

-Eso parecía amor- respondió él quitándole importancia- siempre culpan al novio.-

-Pero no eres mi novio, eres el vecino bromista de enfrente.-

-¿A si?- preguntó él después de reír- ¿Y te besas con tu vecino bromista?

-Solo con uno de ellos- respondió ella – el otro ya está apartado- lo que siguió a ese comentario no se lo vio venir, Fred la levantó en brazos haciendo que ella lo rodeara con las piernas y la apretó contra una pared, la castaña lo miró sorprendida antes de que él la besara con premura, varios segundos después él interrumpió el beso, apoyando la frente en la de ella.-

-También yo estoy apartado- confesó con voz ronca- te pertenezco desde la primera vez que te vi.-

-Mi hermana me escribió una vez y me contó que siempre bromeabas sobre cuanto te llevaría cruzar la calle para conquistarme.-

-Es cierto-admitió él, riendo contra la mejilla de ella- lo decía por que se enojaba cuando me escuchaba, pero creo que Merlín me dio una lección contigo- Fred la apretó más contra la pared y se acomodó mejor entre las piernas de ella, las manos del pelirrojo avanzaron tras las barreras de la ropa hacia la suave piel de la cintura, ella lo miró y él le retuvo la mirada, las manos de Fred no se quedaban quietas, provocando un mar de sensaciones nuevas en ella, siguiendo un impulso, Neferet inclinó la cabeza y lo besó, él estaba sorprendido pero gustoso, era la primera vez que ella lo besaba por propia voluntad, el beso se prolongó, no sabían cuanto, pero ninguno de los dos hizo nada por interrumpirlo, las manos de Fred subieron por las costillas de la chica hasta englobar uno de los senos de ella sobre el sostén, ella jadeó contra sus labios, nadie nunca la había tocado allí y se sentía increíble-Si no te gusta, dímelo- pidió él separando sus labios apenas.-

-Me gusta- admitió ella volviendo a unir los labios con los del pelirrojo, Neferet ajustó más las piernas, atrayéndolo más a su cuerpo, al sentir como él acariciaba el pezón sobre la fina tela de algodón, el hombre tomó el delicado botón entre sus dedos y lo pellizcó, fue cuando ella gimió. Fred separó los labios de los de ella, respirando con dificultad, con delicadeza, bajó las piernas de ella dejándola en el suelo antes de girarse hacia el balcón.-

-¿Pasó algo?- preguntó ella confundida, no se había movido de donde él la dejó.-

-No- respondió él respirando inhalando grandes bocanadas de aire.-

-¿Qué hice mal?- volvió a preguntar y la voz se le quebró, Fred se volvió a mirarla, ella no se había movido.-

-Nada, mi amor- respondió él caminando hacia ella- Te deseo y no estoy seguro de poder controlarme si seguimos- confesó tomándola de las caderas para apretarla contra él, haciéndola conciente de su erección.-

-¿Y si no quiero que pares?- preguntó ella enredando los dedos de la mano izquierda en el cabello de la nuca de Fred.-

-Nada me gustaría más que hacerte el amor esta misma noche- admitió el pelirrojo mirando a los ojos de Neferet- pero cuando te haga mía quiero que seas mía completamente y para eso debes confiar en mi.- ella lo miró, entendiendo. Ya se lo había dicho antes y no lo había tomado en serio, él quería respetarla, quería tenerla completamente. Neferet sintió un calor recorrer su pecho y asintió de acuerdo, él sonrió antes de abrazarla. Esa noche en que la primera nevada caía sobre las calles, la calidez de dos personas enamoradas inundó ese departamento.-

Tu abandonoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora