Capítulo 2: Secretos amargos

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— ¿Eh? ¿Qué pasa? ¿Por qué te apartas mi linda amapola? —Ramón no comprendió la razón del repentino rechazo de Poppy, pasó de una dulzura sin igual a evadirlo como si se tratara de un extraño.

— ¡Lo siento tanto no quise ser tan atrevida! —Poppy retrocedió a cada intento que el rockero hacía por acercarse a ella, este no era su mundo ni este era su novio y en definitiva no sería quien le quite su Ramón a la Poppy de este mundo.

— ¿Atrevida? ¡Boberías! Puedes tocarme todo lo que quieras, abrázame de nuevo te lo suplico —Ramón abrió los brazos para atraparla pero ella retrocedía cada vez más, su rechazó lo confundía y hería, ¿Qué pasaba con ella? En las memorias que guardaba en la parte más dulce de su corazón la recordaba corriendo hacia el con los brazos abiertos y negándose a soltarlo por más que el gruñera o refunfuñara.

—No no, estoy bien créeme je je je —Poppy puso sus manos entre ellos para crear un límite, Ramón no avanzó más.

—No te entiendo, soy yo Ramón, ¿Por qué me evitas como si fuese un extraño? Estás extraña, la Poppy que conozco nunca rechazaría un abrazo, va en contra de toda su naturaleza —Poppy sentía un nudo en su garganta y un dolor terrible en su estómago, nunca en su vida había tenido que rechazar un abrazo, iba en contra de todo lo que significaba ser un pop troll, pocas veces en su vida se había sentido tan presionada como lo estaba ahora, incluso más que cuando estaba atrapada con toda su gente en la olla que preparó la chef para devorarlos cuando Arroyin los traicionó, ¿Cómo explicarle que no era su Poppy? Por cierto, ¿Dónde estará ella en este momento?— Ya comprendo, los infelices de mis sirvientes que te trajeron hasta aquí te asustaron ¿Cierto? Ahora mismo voy a aplastarlos hasta la muerte por tratarte de esa manera —Ramón puso cara de pocos amigos y se dirigió al par de trolls que la habían traído hasta aquí.

— ¡No mi señor, usted ordenó que le trajéramos a todos los trolls a excepción de los que están en el bunker! ¡No nos lastime por favor!—El par de trolls se arrodillaron y pidieron clemencia,

— ¡NO LES HAGAS DAÑO! —Poppy se puso delante de ellos para evitar que los lastimara, Ramón se detuvo en seco dejando muy perplejos a todos, debía ser alguien muy cercana para hablarle así y salir ilesa—, ellos solo cumplían su trabajo, no seas malo, déjalos ir —Ramón la vio y sonrió.

—Tan compasiva como siempre, está bien, seré bueno por ti, ¿Hay algo más que quieras? —Ramón le ofreció cualquier cosa que pidiera, los sirvientes se alejaron con los ojos bien abiertos, ¿Acaso el emperador absoluto había sido indulgente? Esta chica sin duda debía ser la tan famosa Poppy, aquella que el emperador tanto amó.

—Es que... Uh... Yo... Pues... ¿Tienes un oro bus? —Poppy se aprovechó de la buena voluntad de este Ramón y le pidió un oro bus para huir lo más lejos que pueda.

— ¿Un oro bus? ¿Quieres un paseo? —Ella estaba en shock y no tenía gran parte de su memoria, esa era la única respuesta lógica que el rockero tenía en este momento, sus informantes le dijeron que había caído del cielo, seguro debió haberse golpeado la cabeza o quizá pasó años en coma o algo por el estilo, tenía tantas preguntas pero primero la necesitaba calmada y feliz, 10 años sin verla fue demasiada tortura para su mente y corazón, no hubo noche que no haya deseado sentir su calor, o día que no pensara en su sonrisa, y aquel abrazo que le había dado fue tan enloquecedor, tan suave y dulce como los días felices de antaño donde cantaba y bailaba a su lado y podía tocar su mano cuando quisiera, no había placer en este mundo que se comparara al tacto de esas adorables manitas.

— ¡AY SI! ¡DAME UN OROBUS POR FAVOR! —Poppy olvidó nuevamente la barrera que intentaba poner con este Ramón y volvió a acercarse a él con su típica sonrisa amplia y optimista, el rockero se derritió con esa sonrisa, tuvo que contenerse para no devorarla a besos ahí mismo.

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