"Querido Diario:..."

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La madre de Rebecca había llegado temprano esa noche.

Se sentía entusiasmada; tenía una noticia importante acompañada de un regalo especial para su hija. La habían ascendido y había obtenido un adelanto de su pago de ese mes. Sabía que su hija había deseado desde los diez años un diario con candado incluido y de colores brillantes (sí, Rebecca tenía varios gustos específicos).

Aparcó silenciosamente frente a su casa e intentó ocultar su sonrisa para disimular la sorpresa; agarró el diario envuelto en un pequeño moño y bajó del auto. Sus manos sudaban debajo de los guantes de lana.

Abrió la puerta principal del pequeño dúplex que habían alquilado durante más de un año; no era el mejor pero preferían eso que volver a esas habitaciones de edificios de bajo mantenimiento y sonidos molestos, además de que tenían un poco más de privacidad y Rebecca poseía más espacio para jugar.

Apenas entró, vio su casa a oscuras. Dejó las llaves en el cuenco de la entrada y subió al piso de arriba para darle el regalo a su hija.

Eran recién pasadas las 20:00 horas y ya no había ningún movimiento; la madre se asustó. Comenzó a caminar más rápido hacia la última habitación, que era la de su hija de doce años. Entró con más fuerza de lo que se permitía dentro del cuarto, y para suerte de su estado cardíaco y mental, encontró a la niña durmiendo profundamente.

Con una mano en su pecho, se acercó a ella y depositó el regalo en su mesita de luz. El tenue brillo de la lámpara de noche le permitía ver claramente a su hija.

Marcas de acné nacientes por la pubertad pero sin perder la suavidad de su piel, largas pestañas y pequeños y finos labios medio abiertos, dejando ver así la falta de los dos dientes que se le habían caído hace dos semanas, su pelo rubio caía por su frente y llegaba hasta la punta de la nariz. La madre lo apartó y le dio un beso en el cachete antes de salir del cuarto y bajar a cenar.

Su esposo, que había llegado del trabajo hace unos minutos, la observó bajar, sentado desde la mesa de la cocina-comedor.

Se veía preocupado.

Le sonrió y cuando estuvo frente a ella, la besó tiernamente. Ella notó su ceño intranquilo y le preguntó que sucedía.

Habían encontrado otro cadáver. Un profesor. Había abusado de sus alumnas y alguien se había encargado de perseguirlo y tomar el mando de la situación.

— Debemos salir de esta ciudad, no es segura para Becca — dijo el padre tomándola de las manos y acariciando suavemente sus palmas.

Su mujer lo miró seriamente y no tuvo más opción que asentir, porque ella creía lo mismo. Su hija estaba en ese colegio y el año que seguía iba a tomar clases con aquel ex-profesor.

Rebecca no iba a tener inconvenientes, sus notas eran buenas y era muy aplicada en todos los aspectos; adaptarse a un nuevo colegio no sería tan difícil. Con el ascenso de la madre, podría elegir algunas ciudades para continuar con el mismo empleo. Su padre buscaría una mejor casa basándose en el presupuesto y mientras tanto su hija asistiría a una escuela pública.

Estaba todo controlado. Todo planificado.

A la mañana siguiente se irían, dejarían ese pueblo podrido por los constantes descuidos y personas odiosas.

Rebecca tenía su nuevo diario, que encontraría cuando se despertara, y ella comenzaría a escribir en cada página y protegerlas a estas con su vida. 


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Partysoul ;)

"Querido Diario: Me enamoré"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora