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"Daniela y David"
5 años después
Abejas.
Le gustaban mucho las abejas. Y los árboles altos con hojas que parecían llegar hasta el cielo, las nubes con formas de animales y también el viento cantarín, además de las flores, los diferentes olores y... bueno, le gustaba la naturaleza en general.
— Creo que he visto una colmena de abejas en aquel árbol, madre — ajustó los binoculares, enfocándolos mejor y mejorando su agarre — ¿Puedo sacar una foto? Prometo que esta vez no me haré la loca y no me acercaré tanto.
Su joven madre la miró, sonriendo. Rebecca amaba esa sonrisa, significaba "hazlo, pero será nuestro secreto".
Con la aprobación silenciosa de su mamá, realizó una pequeña celebración llena de saltos y luego se acercó al árbol con su cámara fotográfica pegada al pecho. Era una cámara de esas antiguas, su regalo favorito hasta el momento. Según su padre, le había pertenecido al abuelo, que siempre había tomado las mejores fotografías, pero contaba que era el lente de la cámara que hacía siempre toda la magia.
Durante el verano, Rebecca se había tomado el gusto de caminar y sacar fotos, convirtiéndolo así en un pasatiempo diario y presente (además de documentar todo lo visto en su diario). Ella afirmaba que era como guardar experiencias, y que al volver a verlas, se teletransportaría al mismo lugar en donde las había tomado.
Si otra persona observaba alguna foto tomada por ella, no comprendería o sentiría lo mismo que la joven, pero al explicar el contexto de la situación, llegaría a comprender el entusiasmo y todas las emociones que manejaba ella. Aunque lo más importante, era escuchar los detalles... o secretos como decía Becca.
Ay, los secretos.
Acá se comienza a calentar la sopa.
Rebecca no los entendía. Eran algo que más que interesantes, le parecían totalmente extraños. Siempre preguntaba: ¿Por qué la gente guardaba para sí misma experiencias o situaciones vividas? Lo consideraba egoísta y antisocial. Además, ¿Quién había inventado eso o había guardado un secreto por primera vez? ¿Quién decidió que no debían ser compartidos?
Ridículo, totalmente ridículo.
La joven decía no tener secretos, sentía que no era necesario, ya que ni siquiera sabía qué ocultar y qué no. Ella afirmaba no estar avergonzada de sí misma como para llegar a "tener un secreto".
Pero ¿Qué sucedía con los secretos de las demás personas? Bueno, ella tampoco sabía guardarlos, pero tuvo una pequeña ayuda que no sabía qué le serviría hasta muy pronto: su diario.
Escribía en su diario todo lo que escuchaba en su día a día, pero cuando te digo esto, es en serio. Cada conversación que había tenido con alguna persona, cada receta que le contaba en secreto su madre, cada truco de magia que le había enseñado su padre.
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"Querido Diario: Me enamoré"
Teen FictionUn viaje en carretera que termina en una mudanza repentina. Un pueblo con extrañas personas: "Es mejor no venir nunca acá", "no metas tus narices en dónde no te incumbe", "si tus vecinos hablan bien frente tuyo, hablan mal a tus espaldas". Un diari...